Continuación del artículo dedicado a los Mellizos McNamara, los karatecas canadienses.
Los Mellizos McNamara: ninguna autocritica, demandas a gogo y una conspiración a nivel canadiense contra ellos.
Bienvenidos a la segunda parte del reportaje dedicado a los Mellizos McNamara. Si alguno de vosotros quiere un resumen, aquí os lo dejo: dos hermanos mellizos karatecas canadienses se creen la puta hostia en verso y deciden hacer cine de acción. El resultado: un montón de gente mediocre tanto del gobierno canadiense y de la farándula impidiéndoles medrar.
Se que os suena la historia. COFCOFAYNRANDCOFCOF
Los Mellizos McNamara pensaron en todo, y como parte de la trama de sus películas, decidieron crear una especie de mitología sobre ellos mismos a pequeña escala, así que sus películas suelen emplear una cantidad desmesurada de metraje alejando a nuestros hermanos karatecas de lo que ellos perciben como «falsos héroes de acción». Las primeras imágenes posicionan a los alegres gemelos canadienses como más auténticos que cualquier héroe de acción de plástico Hollywoodiense. De hecho, varios personajes incluso se refieren a ellos como los «tíos más duros del mundo». No se puede negar los impresionantes credenciales de los Mellizos McNamara como auténticos artistas marciales, pero más allá de Ontario es difícil percibir a los hermanos como algo más que muñecos de acción que se rompen en un fin de semana.
«Tuve una escena de pelea», recuerda Mick, riendo, «y el tipo me dio una patada tan fuerte con sus botas de punta de acero en los cojones que no pude recordar por cuánto tiempo estuve jodido. Cuando por fin recuperé el aliento, estaba de rodillas y pensé que iba a vomitar mis entrañas. Entonces descubrí que el actor estaba especialmente “enconcado” y se había emocionado un poco «.
El realismo de las peleas ha sido mejorado con más con grandes dosis de autoimportancia y esa vanidad tan practicada por los Mellizos McNamara. Nada más empezar el filme, después de salir de su dojo para unas vacaciones de fin de semana con sus amigas calentorras (obviamente canadienses, COMO TODO en la película), se acaban enfrentando porque sí a un grupo de camioneros en un restaurante de carretera. Los dos grupos intercambian insultos y se desata otra pelea muy real donde nuestros queridos mellizos revientan de dos hostias a un nutrido grupo de camioneros, en menos de un minuto (más rápido que el falso de Chuck Norris por supuesto). Esto se convierte en un tema recurrente a lo largo de sus películas. Los Mellizos McNamara destruyen a los hombres machistas de manera rápida y decisiva, demostrando que son los verdaderos badass y héroes del Canadá. Soy consciente de que no es lo típico en cualquier película de acción ochentera (y más por canadiense), donde a muchos actores les gusta pelear duro y directo contra lo que sea, pero Mick y Martin lo llevan al nivel definitivo de arte y compromiso social.
Para la mayoría de las películas de bajo presupuesto, este tipo de peculiaridades serían suficientes para que el cine de los Mellizos McNamara fuese fungible. Los diálogos anticlimáticos combinados con las absurdas escenas de lucha ubicarían a sus películas junto a divertidas rarezas de acción de segunda regional como The Raiders of Atlantis (1983) o Strike Commando (1987). Sin embargo, la clave del éxito de las películas, lo que las eleva a un estatus de Leyenda, no son los Mellizos McNamaras en sí. Son fantásticos como muchas otras películas de acción de serie B, pero todas las buenas películas de acción necesitan un gran villano y Twin Dragon Encounter y Dragon Hunt tienen precisamente eso.
En el caso de Dragon Hunt, con la empanada mental que llevaban los Alegres Mellizos de los Arces en la cabeza, decidieron además aumentar el presupuesto de la película anterior y reunieron a un formidable equipo de cazadores estereotipados canadienses con perros, cazadores furtivos random y ninjas francófonos, y todo para rodar un sádico juego de captura de la bandera, al más puro estilo del Day of Defeat por los early 2000. Con un precio de 200.000 $ (sic, canadienses) por barba. Los hermanos son enviados al desierto para encontrar la susodicha bandera usando solo sus cuchillos y su ingenio; cuando los mercenarios comienzan a rastrear a los gemelos para trincar la recompensa, los Mellizos McNamara crean intrincadas trampas explosivas con palos afilados e incluso atacan un bote para obtener dinamita y un lanzagranadas. No tardan mucho en enfrentarse contra un hombre conocido como «El Señor de las Bestias» (no confundir con el otro alegre canadiense Marc Singer) y su perverso perro, un maestro inútil del ninjitsu llamado “La calavera roja de la muerte” (no es Cráneo Rojo para no recibir una demanda por parte de Marvel) y su grupo de aprendices de relleno, y Vern, un «montañero MUY canadiense» cuyos pantalones son de esos que parecen que están cagados y llegan a los tobillos. Los Dragones derrotan a sus adversarios uno por uno, generalmente con bastante facilidad, dejando al Final Boss y su círculo interno de secuaces para enfrentarse hacia el final del metraje. en un anticlímax de diez minutos, que se compone principalmente de imágenes a cámara lenta de los Mellizos McNamara dando volteretas por las dunas de arena del desierto y descargando sus ametralladoras en dirección aleatoria.
El resultado final es el típico trozo de basura canadiense de mediados de la década de los ochenta, imitando lo peor del Hollywood de la CannonFilms y dirigida por el cuestionable talento del supuesto director de cine Charles Wiener, un auténtico mercenario especialista en abordar este tipo de proyectos cargados de vanidad. Aunque puede decirse que esta película es una versión algo mejorada que sus otros esfuerzos con fotografía tan de puto culo como The Porn Murders and Fireballs, Dragon Hunt está construida de forma bastante descuidada, con una narrativa inexacta mezclada con secuencias de eventos precariamente apilados como montones de estiércol por el suelo sin ton ni son y baladas de heavy metal. Al carecer de un sentido de continuidad, la trama se contradice y se viola a sí misma con demasiada frecuencia, desde laa escena de apertura en la que el Final Boss está cargando armas ilegales, solo para que luego comente que no se pueden usar armas de fuego en la caza de la bandera, hasta el secuestro gratuito e inexplicable de un crucero que nadie sabe a qué narices viene. Con esa atmósfera completamente inconexa te acabas preguntando qué puñetas fue improvisado o si es que hicieron caso al rollo de papel higiénico que tenían por guion.
Lo más sorprendente de Dragon Hunt es que no es tan impresionante como una película cualquiera de Michael Dudikoff o Mark Dacascos. Optando por una mezcla combinada de combate cuerpo a cuerpo, supervivencia y muchas explosiones, es en cambio, una de las películas canadienses más divertidas que se hayan hecho nunca, con más tiroteos que un episodio del Equipo A. En los raros casos en que los Mellizos McNamara dan rienda suelta a las patadas y los puñetazos, las peleas se editan con cortes rápidos y ángulos oscuros de la cámara que los hacen tan desconcertantes como el resto de la película; desde luego no demuestran para nada sus habilidades de combate.
Como héroes, Martin y Michael vuelven a exhibir un gran carisma. Con solo un puñado de diálogos en el transcurso de la película, pasan la mayoría de sus escenas intercambiando miradas de preocupación entre ellos. Si los hermanos tienen alguna dificultad para ser ellos mismos, entonces los demás NO actores con los que se deben enfrentar son aún peores: ninjas sin rostro francófonos principalmente interpretados por sus propios alumnos y algún que otro tipo de escoria que te puedes encontrar por las esquinas de Ontario o del Quebec. A su vez el Final Boss luce una mezcla entre un mohawk y un mullet, además de un guardarropa postapocalíptico retro incluso para las hombreras y cardados de los ochenta. También es la voz en off narrativa de la película usando la forma más exagerada posible de narrar que he escuchado en ninguna otra película, como risas maníacas constantes o frases que no vienen a cuento como «¡Tic tac, es el tiempo del rock!” A pesar de todas estas mierdas, o quizás debido a ellas, Dragon Hunt sigue siendo una película infinitamente entretenida. Los mellizos McNamara han criticado con frecuencia el estado del cine de artes marciales de cualquier época o país, pero su confianza en los clichés de las tramas de acción de serie B de toda la vida hace que o parezcan unos vagos, unos incompetentes o unos verdaderos genios. El ejemplo perfecto de personaje con cierta apariencia de personalidad en la película es el Final Boss. La maldad poli-tóxico-esquizofrénica del Final Boss alcanza el nivel de villano de opereta de los dibujos animados, colocándolo al nivel de los antagonistas de Van Damme en JeanClaude Van Johnson. De todas formas, el disfrute se multiplica por al menos un “zillón” para los fanáticos de las películas canadienses, porque aunque a pesar de que la ubicación de Dragon Hunt solo está realmente implícita, la configuración de los bosques canadienses es tan obvia como cómoda y familiar para todos nosotros, y algunos espectadores avispados sin duda reconocerán los pintorescos escenarios naturales de la región de Thousand Island en Ontario donde se rodaron escenas de AbraxasGuardián del Universo. Los alegres mellizos canadienses incluso hacen homenajes a su nación mientras conducen hasta su casa de campo: ¡la cámara se detiene en una toma épica ante la impresionante camioneta personalizada de los Dragones Gemelos, mostrando de manera descarada los números de teléfono de muchas escuelas del área de Toronto!
Para ahorrar dolares canadienses, gran cantidad de los actores eran miembros de la banda punk local de turno en Toronto en aquel momento llamada Bunchoffucking goofs, que a su vez fueron los pilares de la escena punk de los ochenta por Toronto. Eran básicamente chicos punk sucios que hacían espectáculos donde gritaban mucho y vivían donde podían. «Puse un anuncio en el periódico», recuerda Mick, «y Jake (el Final Boss) entró vestido como está en la película. Lo observé casi cinco minutos y le dije: «¿sabes qué? Tenía un amigo que iba a actuar en mi película, pero lo mataron en un accidente automovilístico (léase el matiz conspi)». Entonces le dije a Jake que era perfecto. “Todos estábamos de acuerdo en que Jake nació para el papel de Final Boss porque básicamente era un imbécil en tiempos extrañamente inapropiados”.
La combinación de las habilidades de los mellizos McNamara y el carisma de Jake como Final Boss y otras rarezas simpaticotas fueron suficiente para hacer de Twin Dragon Encounter un éxito absoluto. Las copias volaron de los estantes de las tiendas y se convirtieron en un pilar de la televisión canadiense nocturna. Desafortunadamente, la suerte de los mellizos McNamara estaba empezando a agotarse porque tras la producción de Twin Dragon Encounter, los mellizos empezaron a toparse con el único grupo que probaría ser su mayor némesis y al que parece que no podrían derrotar jamás.
«El gobierno canadiense es mi enemigo a día de hoy», dice Mick McNamara (En cualquier entrevista), comenzando una verborrea especialmente violenta. Solo hay que nombrar al gobierno canadiense para que esté hipercabreado con el mundo, aunque de normal conteste las preguntas de manera exagerada e histriónica. Podrías preguntarle sobre cualquier estrella de acción de los años ochenta y te explicará con detalle por qué son una chufla y los Alegres Mellizos del Arce no. Pero el gobierno canadiense parece ser un tema especialmente hiriente. «Nunca se atreverían a dar dinero a una película de acción» comenta. “La prueba de eso está en mi segunda película. Les dije: «No os preocupéis que os devolveré el dinero. Mi primera película hizo bastante dinero, así que trabajemos juntos. Pero no la financiaron». Telefilm Canadá no solo rechazó la solicitud de dinero de Mick para financiar Dragon Hunt sino que, lo que es peor, el gobierno comenzó a tomar medidas enérgicas contra los otros negocios de los Mellizos McNamara. En la época en que los Mellizos McNamara empezaron a hacer cine, también se dedicaban a promover exhibiciones de kickboxing en vivo por todo Ontario. Según Mick, en 1983, la comisión atlética de la provincia de Ontario intentó prohibir el kickboxing en vivo y directo. Los Mellizos McNamara continuaron promoviendo sus eventos de todas formas, pero un miembro del gobierno en particular hizo todo lo posible para hacer de sus vidas un infierno. «Desafortunadamente, no sabía lo grande que era la conspiración», explica, «y cómo nos acabó jodiendo a Martin y a mí. Cada vez que intentábamos hacer un espectáculo, venia ese miembro del gobierno a jodernos creando nuevas leyes y regulaciones. Otros promotores como los de boxeo también acabaron muy mal, nadie ha tenido éxito en las artes marciales durante las últimas tres décadas en Canadá».
La lucha contra la Comisión Atlética de Ontario inspiró aspectos de Twin Dragon Encounter y Dragon Hunt. Por ejemplo, Billy Butt era un músico que se había separado recientemente de su banda de rock progresivo, Paradox, cuando los mellizos McNamara se acercaron a él para que compusiese la música de sus películas. Billy decía que Right to Fight era su forma de gritar al mundo que estaban teniendo problemas con la comisión en Toronto por hacer kickboxing en vivo, por su derecho a pelear y que la comisión los acaba censurando siempre. La música tomó un giro aún más conflictivo en Dragon Hunt: la película habla sobre un hombre consciente de las injusticias del mundo: es un hombre que se preocupa profundamente de lo que observa, ya que solo ve injusticias en el mundo.
Y no es Neil Breen.
Si Twin Dragon Encounter fue una exhibición alucinante de excesos canadienses, Dragon Hunt es un What the hell? en todas condiciones, no solo multiplicando por mil los excesos de la primera, aún más. No, es que estén tan ebrios de poder que se pierden en la trama, es difícil poner palabras al torrente de emociones que uno experimenta mientras ve la película, pero lo que está claro es que los Mellizos McNamara querían hacer todo más grande e impresionante que antes. Pero, al igual que con el gobierno canadiense, Mick encontró el odio dentro de las comunidades cinematográficas y artísticas canadienses. Como él recuerda, “Vendí Dragon Hunt en su primera semana en los cines. Le gané a trece películas americanas. Pero tuve que rogar, pedir prestado y robar parte del alma de mi gente para conseguir mantenerme a flote».
Es difícil saber cuan exitosa fue la película en su recorrido en cines porque no hay registros regionales de la taquilla en Canadá por aquella época. Cuando me entere, envié un email buscando respuestas a Cineplex OdeonFilms ya que controlaba la taquilla canadiense de esas películas, pero la compañía quebró en 2001. Por si fuese poco complicado, Mick con el tiempo desmembró y vendió los derechos a varias compañías de diferentes medios, dejando a Cineplex (no confundir con la anteriormente mencionada Cineplex OdeonFilms) controlando los derechos canadienses para vídeo y Alliance Atlantis Vivafilm obteniendo los derechos para televisión. El distribuidor estadounidense Shapiro–GlickenhausEntertainment, conocido por su cine de acción violenta y de terror como TheExterminator (1980) y ManiacCop (1988), adquirió los derechos de la película en los EE.UU y la estrenó allí en cine. Incluso si los Mellizos McNamara hubiesen podido disfrutar de las mieles del éxito de DragonHunt, probablemente habría sido agridulce. Los imitadores de los Mellizos McNamara comenzaron a aparecer como hongos a los pies de un homeless y a principios de los años noventa hubo un cambio del paradigma de la realización de películas de acción en Canadá a medida que el terror comenzó a retroceder y ser demode. Franquicias como SnakeEater (1989) y TigerClaws (1992) se inspiraron completamente en el cine de Mick y Martin tanto en su elección de ubicaciones puramente canadienses como en la estructura básica de la trama.
El aumento de interés en las películas de acción canadienses de aquella época debería haber incluido a Los Alegres Mellizos del Arce y haberles impulsado al estrellato internacional, o al menos haber conseguido estar en películas estadounidenses de presupuesto medio. Los Mellizos McNamara intentaron aprovechar este pequeño impulso para comenzar a trabajar en su siguiente película, Right to Fight, pero continuaron teniendo problemas con el gobierno canadiense, que acabo agotando todos sus recursos. Peor aún, a medio camino de la producción, Mick se enteró de que otra empresa trataba de violar su propiedad intelectual. «Jackie Chan presento la película Twin Dragons, pero no tenía nada que ver con nosotros», explica Mick. “Demandé a Miramax y demandé a otra compañía fantasma que nos robó el nombre y se lo vendió a terceros, en este caso Miramax. Intenté demandar a la compañía fantasma, pero solo eran un grupo de ladrones. Eso me llevó de vuelta a Miramax. Así que cambié el nombre de mi tercera película de Right to Fight a The Real Twin Dragons para contrarrestar la película de Jackie Chan. En Canadá, fue estrenada en 1999 en aproximadamente 2.400 salas contaba con algo de dinero para la publicidad. Tuve personas que me llamaban y me decían: «¡Hola Mick, tu película ya se ha estrenado!». Pero tuve que explicar que no era mi película. Miramax finalmente se conformó con una pequeña cantidad de dinero por el estreno en Canadá, ya que perdieron mucho en esa película». Los años de batallas legales tanto con el gobierno canadiense como con Miramax fueron demasiado para Mick. En 2003, estrenó silenciosamente The Real Twin Dragons para amigos y familiares y luego guardaron la película. Los Mellizos McNamara se mantuvieron involucrados en la comunidad de artes marciales canadienses desde entonces, y en ocasiones hablaban de sus películas a cualquiera que les escuchara.
Era el final de los Dragones Gemelos. ¿o no?
En 2016, la Laser Blast Film Society proyectó Dragon Hunt para una selecta audiencia canadiense con la asistencia de Mick. La respuesta entusiasta de la multitud hizo que los engranajes de la cabeza de Mick giraran y pensase en volver a la palestra. Después de la proyección, mostró Right to Fight a uno de los programadores del evento y le dijo: ‘Mierda, fue una lucha sin cuartel, creía que moriría antes que terminarla” recuerda Mick con orgullo. El boca a boca y el haberse criado muchos de los espectadores con sus películas en vídeo o en la televisión le dieron un segundo hálito de vida. La descripción de Mick sobre Right to Fight hace que la película de alguna manera parezca aún más exagerada que sus otras películas. Lo que es más, las referencias sutiles a su lucha con la Comisión Atlética de Ontario han desaparecido del film, ahora literalmente son los Mellizos McNamara luchando contra el entonces político canadiense que los jodió…o yo que sé. Durante los últimos tres años, Mick ha estado filmando la película y recortando escenas del corte original con su nuevo material de archivo que incorpora elementos de no ficción extraídos de su vida. «Lo que no anticipé es que me llevaría tantos años terminarla».
¿Estaremos vivos para ver la tercera película de los Mellizos McNamara? No lo sé, pero a partir de ahora, parece que al menos los Mellizos McNamara, tras hacer historia en Canadá, vuelven a la vida por al menos una limitada fracción de tiempo. Siempre que el gobierno canadiense se lo permita claro.