VIDA Y MUERTE DE JENNIFER ROCKWELL

Con la colaboración de la atleta y culturista Mónica Pastor Arenas, el director Javier Roldán Galván crea una pieza singular en el panorama del cortometraje español. Mónica Pastor Arenas interpreta a Jennifer Rockwell, una atleta en edad madura que no quiere dejar de superar sus propias limitaciones. Con cierto tono documental, Vida y Muerte de Jennifer Rockwell, recorre la historia de su personaje protagonista, una persona que se sabe sola en este mundo y cuyo único poder es el de trascender sus propios límites para poder realizarse. Una vez alcanzados todos sus sueños, incluido un cambio de identidad, solo le queda el acto supremo de voluntad, que es ser dueña de su propia existencia, y para demostrarlo recurre al suicidio.

Sin duda un corto perturbador que se acompaña del también inquietante tema White Rabbit, de los psicodélicos Jefferson Airplane. La imponente figura de Mónica Pastor Arenas, que  encarna al espíritu atormentado de Jennifer Rockwell, no necesita líneas en el guión, una voz en off lee la carta que deja como testimonio de su voluntad, y entre el comienzo y el dramático desenlace de la historia, Javier Roldán Galván nos deja imágenes poderosas, perturbadoras e intrigantes, hasta la escena del suicidio, brutal y sin concesiones, un momento que no deja indiferente a ningún espectador.

Vida y Muerte de Jennifer Rockwell es una propuesta tan arriesgada y a contracorriente que merece reconocimiento. El guión, la dirección y la actuación de Mónica Pastor Arenas crean una pieza fuerte y coherente, donde hay pocos resquicios a la subjetividad del espectador, tratado como un voyeur que queda hipnotizado por los fuertes colores rojos que dominan las partes más poderosas del metraje y por la presencia, digámoslo de nuevo, impresionante, de Mónica Pastor.

SCRATCH

En la obra de David Valero hay una preocupación constante por las clases menos favorecidas. En su filmografía abundan los retratos de sus gentes, de su entorno y de sus sentimientos ante la violencia o la injusticia. Scratch no se aleja de esta línea marcada por la conciencia social de David Valero: un joven dj con cierta discapacidad es testigo de la brutal paliza a una joven; sus remordimientos le harán sentirse culpable e intentará, a su manera, reparar su error, en primer lugar, evitando la violencia, y por último, haciéndose partícipe de ella.

Estrenado en el pasado Festival de Sitges 2017, Scratch es un cortometraje de tono realista pero que abunda en momentos coloristas y rayanos en lo surreal. Este punto dice mucho a favor de su realizador, que ha sabido combinar con certeza el espacio real donde se desarrolla la historia con un espacio más intimista que, en algunos momentos, sabemos fruto de la mente del protagonista, que se debate entre el conformismo de una vida sumisa a la violencia cotidiana o una explosión de ira provocada por lo injusto del suceso que no ha podido remediar. Javier Bódalo insufla una llama poderosa a la historia, con una interpretación bordada y camaleónica, el trabajo de este joven actor en los diversos estadios que atraviesa su personaje es más que notable, hace que el espectador sienta una empatía instantánea con él.

La conclusión del cortometraje es árida y para nada deja al espectador indiferente. El tono del cortometraje es duro en su totalidad, pero la escena final, con un arranque violento casi en off visual, estremece por su crudeza. David Valero es un cineasta pictórico y detallista, no cabe la menor duda, otra cosa es que nos incomode o no todo lo que retrata con ese celo y precisión que le son característicos.

VAMPIRO

El póster de vampiro es tan simple en su concepción como condensado en su significado. Aparece uno de los actores protagonistas, Jorge Cabrera, bocabajo. El nombre del cortometraje y esa foto del revés se relacionan al instante, el personaje de Jorge Cabrera es el vampiro, un psicópata cuya sed de posesión le hará pasarse por un escritor para obtener la confesión de una prostituta (Irene Anula). Tour de forcé entre ambos actores, este cortometraje de Álex Montoya está muy alejado en lo temático de otras obras suyas, recordemos aquella tan querida por el público, Lucas (2014). Una vez obtenida la dramática confesión de la prostituta, el farsante la tomará sexualmente y hasta es posible que la asesine, extremo éste que se deja a juicio del espectador mediante un off visual.

Vampiro es una obra sumamente minimalista, solo hay dos actores y un escenario principal que podría estar a la vuelta de la esquina en cualquiera de nuestros barrios y otro más general que encontraríamos sin dificultad en un polígono industrial. Pero lo más interesante del cortometraje de Álex Montoya no es ya el buen uso que hace del entorno para planificar la acción, es la dialéctica cazador-presa que se establece entre ambos personajes. Jorge Cabrera interpreta al depredador, vampiro diurno que persigue a sus víctimas para succionar sus emociones; Irene Anula es la presa, una más de sus víctimas, engañada, él vampiro la lleva a su terreno (emocional) para tomar posesión de sus recuerdos primero, luego de su carne. Simple pero aterrador, así es Vampiro.

 

 

MADRE

madre-rodrigo-sorogoyen-posterSucede con la generalidad de los directores, una vez que comienzan sus trabajos en largo no suelen retornar al formato con el que empezaron a realizar cine, el cortometraje. Rodrigo Sorogoyen, autor de las aclamadas películas Stockholm (2013) y Que Dios nos perdone (2016), no tiene una gran lista de cortometrajes, su reconocimiento procede de su trabajo como largometrajista. Pero a pesar de que su nombre suene con gran intensidad en los despachos de las grandes productoras, Rodrigo Sorogoyen ha vuelto al cortometraje, y de qué manera.

Madre es un thriller cuya potencia es incontenible. Sin apenas tiempo para digerir una introducción en la que se nos presenta a los personajes, Madre se lanza al thriller más desbocado: una madre recibe la llamada de su hijo, abandonado por su padre en la playa y acosado por un desconocido. El único medio de comunicación es el teléfono móvil. Marta (Marta Nieto) dialoga con su hijo, asustado y sabedor de una suerte incierta. La tensión va in crescendo a medida que el desconocido se acerca al niño. La madre y su abuela (Blanca Apílanez) intervienen de primera mano en la escena de crimen que no vemos y que aún no ha ocurrido, llevando al público a la desesperación.

Cine con mayúsculas, inmenso thriller y bofetada en la cara a aquellos que piensan que el cortometraje no es grande, eso es Madre, un cortometraje de género dirigido por uno realizadores más importantes del país que vuelve a sus orígenes para dejar por sentada aquella gran verdad. Y también inmensa Marta Nieto, que se come los planos con su sola presencia y la angustia que desprende.

AINHOA

ainhoa-posterUna niña camina solitaria por las calles de Bilbao, tiene un plan del que nos enteraremos los últimos minutos del cortometraje, pero unas luctuosas circunstancias la han llevado a realizar tan azaroso viaje para una persona de su edad. Sin apenas diálogos, con una dirección impecable y una música evocadora de ribetes infantiles nada disimulados, Ainhoa, nuevo corto de Iván Sainz Pardo, lleva a la palestra un tema social de máxima actualidad: los desahucios producidos por la crisis económica que se llevaron por delante la economía doméstica y la vida de muchas personas. No es cuestión baladí la temática de Ainhoa, pero Iván Sainz Pardo evita hacer más sangre de un asunto dramático de por sí; su propósito es el de contar esta historia, de gran carga social desde la belleza y la contemplación.

Insultantemente emotivo Ainhoa es un cortometraje que va deshojando su argumento como una margarita. Conoceremos los motivos que han llevado a Ainhoa a hacer el viaje hasta Bilbao, conoceremos la dramática historia del desahucio de su familia y sus consecuencias posteriores, y todo desde los ojos de una niña.

La factura de Ainhoa es técnicamente impecable de principio a fin, pero si nos tuviéramos que quedar con una única escena sería la de la niña atravesando un cordón policial en medio de la lluvia, una demostración formidable del dominio del encuadre y el tempo cinematográfico.

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