La sección Seven Chances del Festival de Sitges es una caja de sorpresas. El festival de este año ha estado dedicado a la «bestia interior», concepto que remite a uno de los monstruos clásicos más famosos del cine, el hombre lobo. En la sección Seven Chances se ha rendido homenaje al hombre lobo con la proyección de títulos como El Aullido del Diablo o Wolf Guy, pero también ha habido tiempo para la arqueología cinematográfica con el rescate de A Praga, la película perdida de José Mojica Marins, director y actor que ha sido durante décadas el emblema del cine de terror brasileño. Esta película pudo ser rescatada del archivo personal del director y fue restaurada posteriormente. Tras la proyección de A Praga, que fue presentada por el hijo de Marins, se proyectó un documental en el que se narraba el proceso de recuperación y restauración de la película.
El valor de A Praga no es tanto el artístico si no el ser, como hemos dicho, la película perdida del icono del cine de terror brasileño. El visionado de esta película no producirá satisfacción a aquellos a los que no tengan interés en bucear en una auténtica pieza arqueológica de cine fantástico, reconstruida y recompuesta para dar testimonio de lo que fue y representó su director, José Mojica Marins.
En el Festival de Sitges 2021 hay una gran presencia de películas dirigidas por mujeres. Es el caso de She Will, película realizada por la jovencísima Charlote Colbert, y que cuenta en el reparto nada menos que con los veteranos Alice Krige y Malcolm McDowell. Con un envoltorio de cine fantástico, la película denuncia los abusos a los que el patriarcado ha sometido al género femenino durante siglos. Folk horror, brujería y telurismo como envoltorio de un tema recurrente en muchos de los títulos del festival, lástima que tanto en este como en otras películas que se han proyectado, el objetivo no llegue a buen puerto y no se consiga la simbiosis necesaria entre la denuncia social y el cine de fantástico, quedando todo en un quiero y no puedo bastante pretencioso, aunque técnicamente impecable.
Eight for Silver es una de las pocas propuesta licántropas que han pasado por el Festival de Sitges este año. Dirigida por el eficaz Sean Ellis, realizador habitual en el género fantástico, también tiene el valor de ser una película de época. Su argumento está bien hilvanado y la historia es robusta, remitiendo a las raíces mitológicas del hombre lobo. Toda la intención puesta en Eight for Silver está lejos de otras vacuidades pretenciosas que hemos tenido la oportunidad de visionar en este festival. La única pega, que le podemos poner, que no es poca, es la poca calidad de los efectos especiales, un aspecto que se debía haber cuidado más para obtener una criatura más parecida a un hombre lobo; el aspecto de la criatura es el de un ser albino y de rasgos difusos que da poco miedo, la verdad.
Prisoners of the Ghostland es la aventura americana de Sion Sono. Cuenta como protagonistas con Nicolas Cage y Sofia Boutella y una producción acorde con los estándares del cine norteamericano. La historia contiene elementos apocalípticos y oníricos muy metafóricos que remiten al trauma creado en el memoria colectiva japonesa por el ataque nuclear de Estados Unidos a Japón durante la Segunda Guerra Mundial, al posterior holocausto atómico y a la intromisión de la cultura norteamericana en la milenaria mentalidad japonesa. Prisoners of the Ghostland es una de las películas más flojas de Sion Sono, pero no de las peores. Sion Sono es un cineasta que gusta y disgusta a partes iguales pero al que no se le puede negar la singularidad de su peculiar estilo cinematográfico. En este caso el realizador japonés tiene una ocasión de redimir su mediocre película en el tramo final, durante la lucha entre vaqueros, samuráis y guerreros post-apocalípticos, pero no lo hace y todo queda un tiroteo aburrido y anodino, sin los excesos a los que Sion Sono nos tiene acostumbrados, que al menos eran entretenidos.
Vamos con una de animación, The Deer King, dirigida por el primerizo Mayasuki Miyaji, asistente de dirección de Hayao Mizaki en El Viaje de Chihiro. The Deer King cuenta con un metraje excesivo para contar una historia que podría haberse concretado en apenas hora y media. El trabajo de animación es muy bueno pero la película solo es apta para amantes del manga y el anime. The Deer King verá la luz en los cines españoles y en el formato doméstico de mano de Selecta Visión, la distribuidora especializada en cine anime y manga.
La entrega de los Premios Méliès fue precedida del curioso cortometraje de Segundo de Chomón, El Hotel Eléctrico. Tras ese buen rato de diversión, comienza la entrega de los premios, cuyo plato fuerte es la presencia de Lucile Hadzihalilovic, directora de Earwig y galardonada con el Premio Méliès de Oro. La realizadora comentó la sorpresa de que la otorgasen este premio a su carrera con tanto solo tres títulos en su haber. Tras la entrega del premio se proyectó Earwig, una de las películas más misteriosas y oscuras que pudimos ver en esta edición del Festival. Distópica, oscura, agobiante y kafkiana son algunos de los epítetos con los que podemos adornar a esta cinta, de lectura bastante hermética, cuya historia, que poco importa, está rodeada de tinieblas, unas tinieblas que harán la delicia de algunos y serán motivo de deserción para otros, como así nos percatamos con el progresivo abandono de parte del público a medida que iba avanzando la proyección. El visionado de Earwig es difícil y requiere la complicidad del espectador para participar de un ambiente envolvente, donde la música juega un papel muy importante. Lo peor, su excesiva duración.