Edgar Wright nos lanza un mensaje antes de la proyección de Last Night in Soho, no debemos desvelar la trama ya que es muy importante que los espectadores que vean la película a partir de su estreno oficial se sorprendan con las giros que nos depara su cinta. Hacemos caso a esta recomendación y en la reseña no entraremos en detalles de su argumento, pero creemos que el trailer oficial ya cuenta muchas cosas acerca de la película que cualquier espectador mínimamente avezado pilla sin problema. Dicho esto, Last Night in Soho es la película más madura de Edgar Wright, no solamente por su guion, también en cuanto a su realización y puesta en escena. Last night in Soho tiene muchas sorpresas, cuenta con una dirección excelente y un casting muy acertado (atención a la interpretación de todo el elenco, genial). Con todos estos factores jugando a su favor le auguramos un buen recorrido comercial.
Tras la buena experiencia de Last night in Soho, nos hemos encontrado con la que puede ser una de las peores películas proyectadas en el Festival de Sitges 2021, We need to do something. Durante el confinamiento al que fue sometido prácticamente todo el planeta en 2020 se han realizado muchas películas, rodadas en garajes, apartamentos, casas de campo, con pocos actores y mínimos medios. We need to do something se ha rodado en el momento actual, el del post confinamiento, y relata, de modo metafórico, las dificultades que todos hemos experimentado durante el confinamiento con nuestras familias o parejas. Lo hace desde una perspectiva fantástica, sometiendo a una familia disfuncional a un encierro debido a unas extrañas circunstancias que nunca se llegan a aclarar. Esta película necesitaría un guion y un casting adecuado para llevar a buen puerto su planteamiento, y lo que sucede es todo lo contrario: el casting es muy malo, el guion no tiene pies ni cabeza y los personajes son realmente antipáticos. Hemos perdido 100 minutos de nuestra vida viendo una película sin apenas esencia cinematográfica, humana o simbólica.
El Festival de Sitges nunca ha dicho que no a las propuestas más arriesgadas y experimentales. After Blue (Paradise Sale) es una de ellas. Dirigida por el excéntrico Bertrand Mandico, es todo un festival de color, sonidos, texturas y mensajes simbólicos referentes al feminismo, la homosexualidad, la transexualidad y el arte, y todo ello en clave de western de ciencia ficción. ¿Alguien da más? Lo peor es su excesiva duración, que raya las dos horas, quizás demasiado para una película que apabulla y satura en cada plano y que requiere de un espectador muy atento a desgranar los diferentes niveles de lectura que encierra en cada una de las escenas, repletas de referencias de todo tipo. Como mínimo hay que aplaudir el atrevimiento de Bertrand Mandico.
Nazareno Cruz y el Lobo es una película argentina rodada en 1975 por el realizador Leonardo Favio. Esta historia de licantropía basada en un serial radiofónico sería el equivalente a una de nuestras películas fantaterroríficas, aquellos títulos enmarcados dentro del cine de terror patrio para consumo interno. Nazareno Cruz y el Lobo utiliza los códigos del folletín romántico para presentarnos el mito en un contexto de romanticismo extremo, con la aparición de un Satanás en busca de la redención divina y la escenificación de un pandemónium muy de andar por casa.
En la anterior crónica ya dijimos que hemos realizado una entrevista a Pedro Brandariz y a Javi Camino, protagonista y director de Jacinto. Rodada en gallego y ambientada en una aldea gallega, Jacinto nos recuerda a aquellas películas de cine de terror español que se filmaban en los años 90: Acción Mutante, Justino, o la saga de cortometrajes de Evilio. Cine bizarro y friki, un poco gore, con personajes dantescos y situaciones al límite. Jacinto tiene todo esto y además un poso cómico que pesa más que el terrorífico porque Jacinto (el personaje), a pesar de ser una persona bastante marginal e idiota, tiene una gran humanidad. Posiblemente ya sea, sin que sus creadores se lo propongan, un clásico de la comedia española del siglo XXI.