El mundo bajo amenaza
Comenzamos el segundo día en el Festival de Sitges 2013 con una curiosa producción surcoreana, Jiseul, un alegato antibelicista de bella factura que sigue los pasos, de forma muy modesta, del estilo visual de la cinta china Ciudad de Vida y Muerte, con una fotografía preciosista en blanco y negro que saca un enorme partido a las imágenes, aún en los momentos más duros de la cinta.
Lejos del exotismo de las películas asiáticas que se proyectan en este festival, Jiseul es un drama realista, aunque su visión esté dulcificada por una excelente factura. Una partitura envolvente un el retrato sobrio de los paisajes acompañan a un grupo de personajes, soldados de un lado y campesinos de otro, en una historia real, un hecho brutal ocurrido tras la guerra que dividió Corea en dos partes. No obstante, las lecturas políticas quedan a un lado para hablar del drama humano, el de las víctimas, pero también el de los verdugos. Jiseul es una de las joyas del festival y posiblemente una de las mejores películas que se proyecten en la sección Noves Visions.
Sin cambiar de sala, el casino Prado, recibe a la nueva obra de Luiso Berdejo. El director de La Otra Hija presenta una película más personal, Violet, drama romántico de vocación indie que se estrella a los quince minutos de su comienzo, siendo incapaz de alimentar al monstruo que él mismo ha creado: un guión que avanza deshilvanado, apoyado en un look visual de imagen granulada a la que en ocasiones se le saca una buena dosis de lirismo, y en otras es simple petulancia. Por otra parte, la historia de amor platónico que el film plantea no se sostiene por si sola llegando a extremos tediosos, y en esto tienen mucho que ver los personajes, extraños y desarrapados, sin cobertura alguna por parte de ese guión que dice contar muchas cosas y muy profundas pero que se hunde en el absurdo más estremecedor, y de eso tiene mucha culpa el actor escogido como protagonista, totalmente inadecuado.
El público que asistió a la sala se encontró con uno de los gambazos del festival. La copia proyectada no tenía subtítulos en castellano. El alto precio de las entradas del festival debería curar en salud a los organizadores sobre este tipo de fallos, el público no protestó pero no se veían caras de alegría precisamente al salir de la sala.
Vamos al siguiente asalto después de una comida pausada y un paseo por los puestos de camisetas. Sólo compré un regalo acojonante que no mencionaré ahora –es sorpresa claro- , y tanto me gustó que igual cojo otro para mí. En fin…que me voy por los cerros de Úbeda, y en el momento de escribir esta crónica ya queda poco tiempo para entrar a una nueva sesión.
Nos vamos al cine Prado; allí visionamos una de las películas más esperadas por nuestra web, The Dead 2: India. En el año 2009, los hermanos Ford presentan en este festival The Dead, una interesante aportación al imaginario zombie. Retoman la idea fulciana de la expansión de la pandemia en el tercer mundo, con muertos vivientes pútridos y de lento caminar. Ahora, los hermanos Ford vuelven con una historia similar en un contexto distinto, la India, donde sacan partido de los fabulosos escenarios que brinda este país (templos, ciudades, campo abierto). La película es entretenida y se deja ver con agrado pero también se extiende entre el público cierta sensación de deja-vu. Que se hayan mejorado las escenas de acción y que el número de zombies que aparecen sea el triple que en The Dead, no quiere decir que la fórmula magistral no presente signos de agotamiento; a pesar de eso, un servidor aplaudió con entusiasmo este reencuentro con los zombies del tercer mundo.
Jaume Collet-Serra, realizador catalán afincado en Estados Unidos, produce Mindscape junto a un puñado de potentes productores norteamericanos, una película que combina el thriller policiaco con los fenómenos paranormales. Una apuesta decidida por el espectáculo y la comercialidad que se salda insatisfactoriamente, a pesar de la presencia en el reparto de Mark Strong –único salvable de la película- y Taissa Farmiga (la chica de la serie American Horror Story). El novel Pedro Dorado realiza una dirección correcta pero esclava de un guión que pretende engranar los elementos necesarios para convertir a la película en un taquillazo de temporada. Nada han dejado al azar por los productores, todo detalle está calculado al extremo para convertir Mindscape es un producto de consumo. Para fortalecer el ritmo de la historia se usa una música repleta de fanfarria y grandilocuencia, casi al estilo de los scores de la saga Bourne –¿acaso no es Mindscape una especie de Bourne de lo paranormal?-, que sirve más para ocultar las debilidades de un thriller que pretende ir a toda velocidad, que para enfatizar o acompañar los momentos más intensos del film. Much Ado About Nothing, como diría Joss Whedon.
Y si en Mindscape, el potente y omnipresente score tapaba las grietas de un edificio construido para durar poco, en The World´s End, aparte de encontrarnos con una circunstancia similar, el histrionismo de un crecido y exasperante Simon Pegg convierte el visionado del film en el Auditori en una fiesta de fans. Siguiendo la línea argumental de la mediocre Doghouse, The World´s End pretende cerrar la trilogía que el director Edgar Wright comenzó en Zombies Party y continuó en Arma Fatal. Histrionismo a mogollón, chistes machistas, calidad cinematográfica cero, y la gente pasándoselo en grande. El cine británico ha encontrado un filón en las comedias de terror facilonas. Cada año nos llega un título que hace que este subgénero vaya ganando más y más adeptos. A veces me pregunto si el raro soy yo…
Salimos tarde y hay que madrugar, ha sido un día desigual y me temo que mañana no habrá demasiadas sorpresas ¿o sí? Ponen un documental sobre el realizador John Millius en el cine Prado, no hay que perdérselo.
