Crítica de Los Vigilantes, de Ishana Shyamalan
Los Vigilantes (The Watchers). Año: 2024. Directora: Ishana Shyamalan. Guion: Ishana Shyamalan (novelade A. M. Shine). Música: Abel Korzeniowski. Reparto: Dakota Fanning, Georgina Campbell, Oliver Finnegan, Olwen Fouere, Siobhan Hewlet.
Los Vigilantes (The Watchers, 2024) es una película dirigida por Ishana Shyamalan, ¿suena familiar el apellido? Esta joven realizadora es la hija de M. Night Shyamalan, nada más y nada menos, con lo que esto supone de agravio comparativo con la obra de su padre, un icono en toda regla del cine de suspense y terror contemporáneos. Antes de entrar en la sala de cine, la valoración del filme ya arrastra una pesada losa pero, ¿será capaz la joven Ishana de hacernos olvidar su apellido? Ni tan mal, su herencia familiar se hace patente en todo el metraje pero también es cierto que Ishana Shyamalan logra encontrar a regañadientes una voz propia dentro del relato.
Basada en una obra literaria de A. M. Shine, Los Vigilantes cuenta la historia de una joven norteamericana (el guion cambia la nacionalidad de la protagonista) que se pierde en un misterioso bosque, allí es acosada por una presencia desconocida, pero a todas luces letal, encontrando refugio en una extraña cabaña en la que viven otras tres personas. Los habitantes de la casa se exponen toda la noche a la presencia de unos seres que les observan desde el exterior un cristal que, al mismo tiempo, no permite ver a los protagonistas la apariencia de los observadores. Sin duda, Los Vigilantes tiene un punto de partida de esos que le gustan a M. Night Shyamalan: un grupo de personas expuestas a la presencia de unos seres terribles que les obligan a acatar unas normas leoninas. Y sí, el argumento recuerda a El Bosque (2004), realizada por Shyamalan padre ya hace dos décadas.
Al guion de Los Vigilantes tampoco le faltan esos giros y sorpresas tan características del cine de M. Night Shyamalan; la realizadora juega la baza de una película que se mueve entre la fantasía y el cine de terror al estilo de una montaña rusa, aunque los vaivenes del guion de Los Vigilantes tienen un carácter relajado y poco profundo, casi rayano en la serie B. Estos giros argumentales no pierden de vista una premisa, que el público debe tener siempre la sensación de esperar algo más, algo fantástico que les descoloque, el apellido de la firmante de Los Vigilantes pesa y mucho. Ishana Shyamalan sale victoriosa de esta expectativa distanciando el relato de lo pretencioso, ofreciéndonos un espectáculo de fantasía, intriga y acción que es cuanto menos, entretenido, aunque el final de la película parece no llegar nunca y casi corre el riesgo de caer un peligroso bucle.
El balance final de Los Vigilantes es el de una película que juega bien sus cartas, aunque aún mejor su puesta en escena y aprovecha con acierto el agobiante escenario natural en el que se desarrolla la acción. Precisamente su punto más bajo es cuando los protagonistas abandonan ese espacio y el relato fantástico quiere volver a los cauces de la naturalidad y la narración de terror de serie B. Y sobre el primer punto, cabe destacar el excelente trabajo de fotografía de Eli Arensoon y Job ter Burg, que han sido capaces de convertir el entorno natural en un pesadillesco bosque a lo Alicia en el País de las Maravillas.
Sin más, Los Vigilantes va a pasar por nuestra vida como una digna película de terror y fantasía de serie B y sobre la que inevitablemente (y por méritos propios) pesará la losa del apellido del padre de la realizadora. Ésta ha demostrado su versatilidad tras la cámara y a buen seguro que, una vez que pula su estilo narrativo, nos va a traer obras interesantes en un futuro.