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El primer día que vamos a pasar en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Calatunya va a ser breve pero con dos obras muy intensas. Lo nuevo de la perturbadora Jessica Hausner y lo la última y magna obra de Hidao Miyazaki, que ya ha pasado por el Festival de San Sebastián y ahora se estrena para los aficionados al fantástico.

Club Zero

Vivimos en la posmodernidad, y con ello todo lo que las palabras con prefijo pos llevan consigo, como la posverdad o lo, que es lo mismo, la versión autopercibida de un hecho objetivo. Esto también lleva aparejado otra serie conceptos como es el negacionista o la utopía trashumana, solo por citar los que atañen a Club Zero, la última película de la interesante Jessica Hausner.

El negacionismo científico está abarcando cada vez más ámbitos de nuestra vida cotidiana, que nos es cómoda y extremadamente fácil gracias a los avances de la ciencia. Así, ahora se niega el cambio climático, la redondez de la Tierra o muchos de los avances en medicina -como las vacunas, o el último, la necesidad de utilizar lentes graduadas. Club Zero juega con un último negacionismo, este más que científico, vital, que es el de la no necesidad de alimento.

Comandados por una gurú de la nutrición (Mia Wasikowska), un grupo de alumnos son inducidos a practicar la alimentación consciente con unas consecuencias imprevisibles. La película de Jessica Hausner realiza una severa crítica sobre la autopercepción, la mentira negacionista y lla búsqueda del paraíso trashumanista. Evita profundizar en dolores traumas y lanzar adjetivos cargados de coralina contra los gurús e ideologías que defienden y fomentan estos principios, centrándose en la abducción de un grupo de jóvenes y su lavado de cerebro en pos de unos valores superiores que les son transmitidos por su gurú.

La realización de la película tira de asepsia fílmica, evitando las filigranas con la cámara y jugando con planos fijos y composiciones en espacios cerrados. El uso del zoom da un aspecto cuasi humorístico algunas de sus escenas, resaltando veladamente la ridiculez y vacuidad de las conversaciones de los personajes.

Club Zero es una película muy interesante para visionar en los tiempos que corren, en los que los gurús mediáticos y sus doctrinas se esparcen por nuestras vidas como la pólvora y recolectan víctimas entre los más jóvenes, ya sea mediante la negación de conceptos de fundamentales de índole económica, política o científica o hasta el fomento de la confusión de la identidad sexual. Percibid como queráis y haced de esto una realidad, nos dicen, aunque esa utopía nos convierta en unos auténticos desgraciados.

El Chico y la Garza

Hayao Miyazaki vuelve al candelero de la actualidad cinematográfica con otro obra maestra gestada en el Studio Ghibli, El Chico y la Garza. El estudio estaba tan seguro del éxito de la cinta que decidió no lanzar ni un trailer antes del estreno en Japón. La jugada le ha salido redonda, pero no cuestiones de marketing si no porque El Chico y la Garza es un una obra realmente espectacular, tanto en el apartado visual como en el narrativo.

Hablar de la genialidad de Miyazaki a estas altura sobra. Visualmente, El Chico y la Garza es un dechado de virtudes y lleva a un nivel superior la calidad de todo lo realizado anteriormente. Pero si nos detuviéramos ahí no haríamos justicia a la película de Miyazaki.

El Chico y la Garza se ubica temporalmente durante el Japón de la Segunda Guerra Mundial. Con el país nipón devastado por las bombas de los aliados, los personajes de Miyazaki buscan refugio en el ámbito rural, donde podrán reencontrarse con la magia y la ilusión. Aunque El Chico y la Garza tenga un marcado carácter autobiográfico, no es ni por asomo un biopic. Como no podría ser de otra manera, la simbología y la filosofía oriental está presente de principio a fin y, más marcadamente en lo que podemos llamar como el viaje del héroe del protagonista. Esta tesis, creada por el mitólogo Joseph Campbell, nos habla de un viaje a través del inconsciente de las personas en el que se van superando pruebas y obstáculos hasta el objetivo final, el comunión de diversos aspectos de la personalidad del «héroe» para llegar a un estado superior de conciencia.

El viaje del héroe del personaje de El Chico y la Garza va en busca de sus raíces familiares, quiere curar el trauma de una pérdida, y para ello se enfrentará a monstruos, tendrá aliados mágicos, se le dotará de armas maravillosas, deberá vencer el apego y finalmente se obligará a decidir sobre si aceptar una misión en la que tendrá que sacrificar su ego por el bien común. Y también se reecontrará con su pasado y su futuro, donde el peso de las decisiones que tome serán decisivas para su devenir.

Aunque esta lectura es más que obvia, el espectador menos avezado en la decodificación cinematográfica o con poco interés en entrar en la historia de El Chico y la Garza, quizás se quede en la mera estética y la forma de anime, que no es poco. Pero para disfrutar de forma integral de esta película hay que ir más allá de lo formal y reconocer un universo que tiene menos de personal de lo que muchos críticos indican, y que es más integrador de lo parece.

 

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