El Hombre del Norte, crítica de la película de Robert Eggers
El Hombre del Norte (The Northman). Año: 2022. País: Estados Unidos. Dirección: Robert Eggers. Guion: Sjón Sigurdsson. Música: Robin Carolan, Sebastian Gainsborough. Fotografía: Jarin Blaschke. Reparto: Alexander Skarsgård, Nicole Kidman, Anya Taylor-Joy, Claes Bang, Ethan Hawke, Willem Dafoe, Gustav Lindh, Oscar Novak, Björk.
El Hombre del Norte (The Northman, 2022) está publicitada como la película de vikingos que el público generalista estaría esperando ver. Es decir, una cinta con violencia a raudales muy cercana al estilo de Conan el Bárbaro (1982). Es cierto que hay conexiones más que evidentes con la película de John Millius, y de hecho hay un par de secuencias que nos la recuerdan sin pudor, pero El Hombre del Norte, a pesar de su carga de violencia extrema, tiene un esqueleto dramático de tintes shakespearianos. Robert Eggers, director de El Hombre del Norte, es también responsable de dos de los títulos tan dispares como imprescindibles dentro del imaginario fantástico de la última década, la pictórica La Bruja (2015) y la poco comprendida El Faro (2019); su nuevo proyecto sigue en la línea de crear un corpus cinematográfico eclético y variado a su carrera.
Si echamos la vista atrás, vemos como el cine de vikingos ha maltratado o ignorado la idiosincrasia de este pueblo, embutiéndolo en un halo de romanticismo bárbaro. El cine nunca ha sabido aprovechar toda la intimidad de una cultura anclada en la Edad de Hierro, con una rica cosmogonía que, en muchos casos, se ha reducido a meras menciones de sus dioses o a un vergonzoso exploit en el mundo de los superhéroes -está claro que hablamos de la Marvel y de su ridículo Thor-. El Hombre del Norte nos sumerge en el pensamiento religioso y determinista vikingo, de hecho, ese determinismo, la incapacidad para huir de su destino, motiva y condiciona a todos los personajes, sobre todo al principal, el príncipe Amleth, interpretado por un musculado Alexander Skarsgad. Las recreaciones del folclore vikingo están repartidas a lo largo y ancho del metraje de una forma absolutamente gráfica y sin adulteraciones: los ritos chamánicos, las incursiones en el mundo de lo onírico, el desenlace final y otros buenos momentos de la película. En El Hombre del Norte, Robert Eggers ha conseguido crear un fresco sobre la cultura vikinga dotándole de la potencia de un brutal drama familiar.
Los paisajes naturales y su tratamiento, así como las atmósferas de los interiores de la película tienen una gran importancia en El Hombre del Norte. Robert Eggers siempre ha cuidado este aspecto hasta llegar a extremos pictóricos muy cercanos a los tratamientos visuales de Carl Theodor Dryer. Gran parte de la película ha sido rodada -y se desarrolla- en Islandia, patria de los últimos clanes vikingos y donde se transcriben los eddas, escritos que recogen su cosmogonía. La cultura vikinga, muy aferrada a la tierra que ocupaban, consideraba a sus espacios como una imagen especular del mundo de los dioses, de esta manera, la escena final adquiere todo sus significado y contexto en referencia a la excelente recreación de la mitología vikinga del guion escrito por el islandés Sjón Sigurdsson, también responsable del libreto de otro título con raíces folk y rodado y ambientado en Islandia, Lamb (2021).
El elenco de El Hombre del Norte, encabezado por el sueco Alexander Skarsgad, se completa con algunos habituales del cine de Eggers, Willem Dafoe y Anya Taylor Joy, nuevas incorporaciones entre las que destacamos a Nicole Kidman y Ethan Hawke, y la sorprendente aparición de la cantante islandesa Björk. El reparto, de acento norteamericano, también incluye algunos actores nórdicos, como vemos. Quizás la influencia de la serie de TV, Vikingos, nos ha acostumbrado a que este tipo de producciones deban tener un elenco alto y rubicundo, pero hay ocasiones en que los actores se nos antojan demasiado occidentales.
Esta nueva apuesta de Robert Eggers va a dar un espaldarazo a su carrera. La taquilla ha sonreído a El Hombre del Norte y los resultados económicos darán alas a Eggers para abordar nuevos e interesantes proyectos. Su estilo es muy visual, abigarrado y que narrativamente asume algunos riesgos, hacen de su obra algo diferente, así que esperemos tener Eggers para rato y que nos vuelva a sorprender con otro título diferente pero igual de comprometido con su forma de hacer cine.