Año:2011. País: Argentina. Director: Nicanor Loreti. Reparto: Juan Palomino, Sergio Boris, Luis Aranosky, Vic Cicuta, Leandro de la Torre, Luis Ziembrowski, Hugo “Kato” Quiril.
Desde Quentin Tarantino hasta Guy Ritchie, y pasando por el español Juama Bajo Ulloa (con su taquillera Airbag) y aquella maravilla que fue Ases Calientes (Smoking Aces, 2007), el cine de acción-policíaco gamberro se ha instalado como subgénero de lucrativa factura y además se ha internacionalizado de forma contundente. Si de los nombres mencionados, sólo dos esos realizadores son norteamericanos, los otros, británico y español. Con la no tan reciente producción argentina Diablo (2011) –la cinta se va a estrenar con un retraso de dos años en España- un nuevo título se suma a esta corriente de películas que comparten un esquema argumental común y unos personajes a cada cual más burlesco. Esta película viene acompañada de un rosario de premios que sin duda habrán sido determinantes a la hora de encontrar distribuidor en España.
Diablo, película firmada por el prometedor cineasta Nicanor Loreti y protagonizada por Juan Palomino y Sergio Boris, no es la producción más lujosa de todas, en absoluto, su filosofía es situarse en el cómodo terreno de una desprejuiciada serie B, tan ofensiva, y en ocasiones absurda, como bizarra. Este tono a celuloide feísta redunda en una estética rayana al gore y al torture porn, siempre salpicada con un sentido del humor tan negro como el de una escena de Pulp Fiction (1997) o Ases Calientes. No consigue no obstante, los resultados tan apreciables como los obtenidos por estos films; desde las primeras secuencias, la falta de pretensiones de Diablo nos pone en aviso sobre la actitud con la que debemos ver esta película: pocos actores, pocos escenarios, un argumento simple que focaliza la atención de la hora y media de duración de la cinta –y que sigue el hilo de la resolución de Ases Calientes-, algo de salsa de tomate, y a pasar un rato de entretenimiento donde lo que menos importa es la película como obra fílmica, sólo el re-exploit de un subgénero que no da mucho de sí si no está elaborado con la suficiente garra, y es ahí donde a Diablo se le echa de menos un poco más de consistencia argumental, y de más un exceso de violencia gratuita.
Diablo es un loable intento de llevar a la pantalla este tipo de cine del que estamos hablando, filmado desde la modestia, y que refleja unos resultados tan limitados como los medios con los que ha sido realizado. Para el recuerdo quedan algunas escenas, como la de los cadáveres escondidos en la nevera, y las referencias al cine de acción de los ochenta, con ese impagable Hugo “Kato” Quiril caracterizado como Sylvester Stallone en la película Cobra (1986) y esa escena en la que se rememora el peligroso juego que el androide Bishop de Aliens (1986) se trae con un cuchillo.
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