Crítica de Assasin´s Creed, dirigida por Justin Kurzel, con Michael Fassbender
Título: Assassin´s Creed. Año: 2016. Duración: 108 min. País: Estados Unidos. Director: Justin Kurzel. Guión: Adam Cooper, Bill Collage, Michael Lesslie. Música: Jed Kurzel. Fotografía: Adam Arkapaw. Reparto: Michael Fassbender, Marion Cotillard, Jeremy Irons, Charlotte Rampling, Brendan Gleeson, Michael Kenneth Williams, Ariane Labed, Brian Gleeson, Carlos Bardem, Hovik Keuchkerian, Javier Gutiérrez, Matías Varela, Denis Ménochet, Mohammed Ali, Dino Fazzani, Gabriel Andreu, Megan Affonso.
Y llegó otra adaptación de un videojuego de éxito. Sin casi habernos recuperado del shock cuando estuvimos visionando Warcraft: El Origen (2016), dirigida por Duncan Jones, el mismo realizador de la imprescindible Moon (2009), el tándem Justin Kurzel -a la dirección- y Michael Fassbender -encarnando al personaje principal- vuelven a repetir en el plató con un proyecto muy distinto al que nos regalaron hace un par de temporadas. Si actor y director nos trajeron del brazo una atmosférica versión de Macbeth (2015) como inicio de una fluida colaboración, esta vez lo hacen con una adaptación del exitoso videojuego Assassin´s Creed (2016), creado por la compañía Ubisoft, un proyecto diametralmente alejado de aquel tono intelectual del relato de William Shakespeare. Justin Kurzel fue conocido fuera de su país natal, Australia, por una de las películas más duras y sórdidas de la última década, la vigorosa e insana Snowtown (2011), crónica de una familia de asesinos white trash en un decadente suburbio australiano; el devenir de su carrera le ha llevado hasta Estados Unidos, donde, de confirmarse el éxito de Assassin´s Creed, le convertirá en una nueva promesa del cine comercial norteamericano.
Época actual: Callum Lynch es el descendiente de una estirpe de Assassins, una secta secularmente enfrentada a los Templarios. Si los primeros pugnan por la abolición del sectarismo templario y luchan contra su aparato militar, éstos segundos se han convertido, en la actualidad, en un poder en la sombra, amparados por su oscurantismo y el uso de una hipertecnología llamada Animus, que permite a las personas retraerse a épocas pretéritas usando fragmentos del ADN del sujeto. Callum Lynch es secuestrado por los templarios y obligado a encarnar a su alter ego en la Edad Media, un assassin español llamado Aguilar de Nerha. El doctor Rikkin (Jeremy Irons) y su hija Sofia (Marion Cotillard) rigen una institución templaria que usa esa avanzada tecnología para llevar al pasado a los assassins y obtener la «semilla de la desobediencia», un ente físico en forma de huevo que contendría la esencia del «libre albedrío», etéreo concepto que es el tan doloso para los Templarios.
El punto más fuerte de la película no reside en la recreación de la saga o cualquiera de los episodios de Assassin´s Creed, el guión no se fija en ninguno en particular y extrae ideas sobre el universo de Assassin´s Creed que vierte sobre un lienzo en blanco, conservando elementos como el citado Animus, los imprescindibles «saltos de fe» -un especialista realiza un salto de más de treinta metros-, ese aspecto «undercover» de los Assassins, una colección de acrobacias y saltos realizados por expertos en parcour y, lo mejor, una ambientación sucia y humosa de tonos ocres de las ciudades medievales donde tiene lugar la acción: Sevilla, Huelva y Granada, mezclando referencias a acontecimientos reales, usando monumentos históricos reales como telón de fondo para el desarrollo de algunos de los principales acontecimientos de la película -la secuencia que tiene lugar en el interior de la Alhambra granadina, por ejemplo-. Aunque dicha ambientación sirva, en muchos momentos, para ocultar las costuras de un filme que se sabe barato, o más barato que la media de los títulos norteamericanos de aventura y acción, ésta ambientación da un tono adecuado al clima de la historia, volcado en mostrarnos una era de oscurantismo donde la Iglesia y los Templarios ejercían un férreo control dogmático y militar, únicamente contrarrestado por las acciones subversivas de los assassins. Esta relación, mal entendida adrede por los guionistas del videojuego, se basa en la, de hecho, buena relación que existía entre la Orden de los Templarios y la secta siria de los Assassins en Tierra Santa durante las Cruzadas.
Sin duda, Assassin´s Creed es una película de acción muy oportuna para su fecha de estreno. Atrae en masa a los fans del videojuego y los aficionados al cine de acción en general. No obstante, esas buenas intenciones y logros coyunturales no logran esconder lo endeble de su, en muchas ocasiones, puesta en escena durante la época actual, deficitaria en forma y sobrante en fondo, con soluciones argumentales y giros que nos remiten a un tipo de cine tan directo como simplón y carente de emoción. Aún por el empeño personal de Michael Fassbender por llevar a cabo un proyecto que le apuntala como héroe de acción, y poder rodearse de un reparto de lujo (Charlotte Rampling, Brendan Gleeson, Carlos Bardem o Callum Turner), Assassin´s Creed se resuelve como una obra inacabada y sin emoción, hermética hasta el tedio para los que desconocen la dinámica del videojuego, abierta en su conclusión, pero al mismo tiempo vacía e inocua en aquel momento crucial en el que se debe cerrar el relato o dejarse el resquicio suficiente para una secuela.