Crítica de Forajidos de Leyenda (The Long Riders), una película de Walter Hill
Título: Forajidos de Leyenda (The Long Riders). Año: 1980. Duración: 100 minutos. País: Estados Unidos. Director: Walter Hill. Guión: Bill Bryden, Steven Philip Smith, Stacy Keach, James Keach. Reparto: Keith Carradine, David Carradine, Dennis Quaid, James Keach, Stacy Keach, James Carradine, Robert Carradine, Randy Quaid, Christopher Guest, Nicholas Guest.
Forajidos de Leyenda se encuentra en este supuesto: viene siendo costumbre en nuestro país el atropellar los títulos originales de las películas extranjeras, en pos de una mejor carrera comercial. Hay multitud de producciones que han visto cambiados sus títulos, a veces para mejor, pero la mayoría para peor. El caso de Forajidos de Leyenda (The Long Riders, 1980) no es de los más sangrantes pues el título castellano juega a favor de la película, pero quita el halo de romanticismo crepuscular del título original, Forajidos de Leyenda, que se refiere al aspecto de los protagonistas enfundados en largos guardapolvos montando a caballo. Antes de que Walter Hill se dedicase a dirigir memeces de buddy movies como Límite 48 horas (48 hours, 1982) y su secuela, Danko: Calor Rojo (Red Heat, 1988) o vehículos para el lucimiento de estrellas de moda efímera como Crossroads (1986) o Calles de fuego (Streets of Fire, 1984), el director perteneció a una generación de cineastas que en la década de los 70 sacaron a los estudios de sus encorsetados clichés, haciendo propuestas más modernas y agresivas. La admiración que Hill sentía por Sam Peckinpah, con quien trabajó en La Huída (The Getaway, 1972) le hizo deudor de una estética y forma de hacer cine que alcanzaría su punto más álgido en Forajidos de Leyenda, finiquitando lo que quedaba de esa etapa en la muy posterior y excelente Traición sin Límite (Extreme Prejudice, 1987). Independientemente de estas obras, la filmografía de Walter Hill y su compromiso con el cine de acción ha sido siempre inquebrantable, dejando películas tan interesantes como The Warriors, los amos de la noche (The Warriors, 1979), La Presa (Southern Confort, 1981), Wild Bill (1995) o el Último Hombre (Last Man Standing, 1992). Curiosamente, sus mejores títulos fuera del género siempre conservan la estructura formal de un western e incluso tienen una puesta en escena nada disimulada.
Forajidos de Leyenda es un western que pretende dar una visión realista de la época y la frialdad de los personajes intenta desmitificar a aquellos forajidos a los que la cultura americana ha entronizado como mitos de esa joven nación, y de cómo realmente fue forjada: mediante una violencia extrema. Tras la Guerra Civil americana, muchos de los combatientes del bando sureño se dedican a vivir miserablemente en sus granjas o bien se convierten en bandidos, como es el caso de Jesse James y su banda, de la que formaban parte miembros de tres familias distintas, para lo cual Walter Hill utiliza actores que en realidad eran hermanos: Jesse James (James Keaches) y Frank James (Stacy Keaches); Cole Younger (David Carradine) y Bob Younger (Robert Carradine); Ed Miller (Dennis Quaid) y Clell Miller (Randy Quaid).
La efectividad de las escenas de acción en Forajidos de Leyenda son plenamente deudoras del estilismo de Sam Peckinpah: la intensidad dramática de éstas, los impacto de las balas a cámara lenta y “vaciado de sangre” * o el intenso alcoholismo con el que es regado todo el metraje. A la vez hay escenas dramáticas, centradas en las relaciones familiares y sentimentales de los protagonistas, hilvanadas con varios números musicales, interpretados por artistas de música sureña: canciones populares, bailes de salón y baladas a capella.
La última de las escenas de acción de Forajidos de Leyenda es la del robo de un banco en Minessota, en la que se produce un violento tiroteo, deudor sin duda alguna, del atraco al banco del principio de la película Grupo Salvaje (The Wild Bunch, 1969), una escena efectiva y puramente western, con una precisa planificación de cada uno de los planos y de mayor intensidad que la que fue su referencia formal. No sería la última vez que una película de Walter Hill tuviera en cuenta el clásico de Sam Peckinpah. La escena final de Traición Sin Límite emularía sin complejos la famosa escena de la matanza de Agua Verde de Grupo Salvaje. Otra de las referencias Peckinpah que utiliza Walter Hill en Forajidos de Leyenda es el tiroteo que se encuentra al principio de la cinta de este realizador, Pat Garret & Billy The Kid (1973), western crepuscular por excelencia. Hill desarrolla una escena prácticamente idéntica mientras los personajes están refugiados en la cabaña de MacCorwick. Hill únicamente hay un cambio de escenario, el árido desierto de Nuevo México por la exuberante naturaleza de Missouri.
Forajidos de Leyenda (The Long Riders) es un film que engrandece el desgastado género del western. Anacrónico, como todos los westerns rodados a partir de finales de los 70, imprimiendo un barniz distinto a los clásicos del género y sus clichés, y logrando una película salvaje pero medida; espectacular pero dosificada, y con una fotografía en tonos apagados que resalta los terrenos embarrados en los que los protagonistas vierten sus sangre, en defensa de una época que se acaba con la fiscalización de la violencia por parte del monopolio que de ella hace el joven Estado norteamericano: la aparición de la Ley, en este caso personificada en la agencia de detectives Pinkerton.
Por último, no hay que dejar atrás aquellos tópicos del género de los que Walter Hill no quiere olvidarse. Hay una realidad pero también hay una leyenda y unos elementos del western de los cuales el realizador no va a renegar: las partidas de póker, los prostíbulos, el whisky, el duelo a cuchillo, el asalto al tren. Pura acción, pura leyenda, pura realidad, todo western.
* Recurso cinematográfico que consiste en simular impactos de bala en el cuerpo humano en los que se produce un estallido de sangre en el orificio de entrada en vez de en el de salida.
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Una mas que decente pelicula que fue la que sento las bases del western moderno. Ya que sinceramente cuando se rodo era un genero muerto.Luego vienieron otras como Sin Perdon que volvieron a engrandecerlo, pero esta fue la que demostro que todavia era un genero cinematografico con algo que decir. Saludos
Esta película marcó mi infancia, sin duda. La crudeza de sus tiroteos aún es difícil de superar.
Efectivamente es de destacar la impronta que dejan directores como Walter Hill en sus películas que las hacen relativamente fáciles de identificar, especialmente en el género del Western, aunque quienes se llevan la palma en este aspecto es sin duda Sergio Leone y en un escalón superior en calidad Clint Eastwood, sin olvidar directores como John Ford, Howard Hawks o John Sturges…Es indiscutible que el western, aun cuando tiene poco que ofrecer ya, (discrepo con el término anacrónico) sigue siendo recurrente y aun tiene valores nuevos que mostrar(Blackthorne, sin destino, Mateo Gil, 2011), la cuestión es la de siempre ¿hay una buena historia?, ¿los personajes tienen algo interesante que aportar?, ¿están bien elegidos los actores y el director?….es indiferente en que género cinematográfico lo encajes lo importante es contarlo bien y que la propuesta sea atractiva. Sigo apostando por el western sin lugar a dudas.