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Título: Gamer. Año: 2009. Duración: 95 minutos. País: USA. Director: Mark Neveldine, Brian Taylor. Guión: Mark Neveldine, Brian Taylor. Reparto: Gerard Butler, Michael C. Hall, Alison Lohman, John Leguizamo, Amber Valletta, Aaron Yo, Logan Lerman, Kyra Sedgwick, Terry Crews, Johnny Whitworth, Zoe Bell, Milo Ventimiglia

Crítica: Gamer, con Gerald Butler

En la sociedad del futuro, los juegos para multijugadores online han pasado de ser humanos que controlan a personajes virtuales para controlar a otros humanos y someterlos a combates que se retransmiten ante una audiencia mundial. El responsable de este pasatiempo es un multimillonario solitario llamado Ken Castle (Michael C.Hall, ya visto en la serie Dexter). Su última creación es un video juego llamado Slayers, que enfrenta hasta la muerte a convictos reales controlados por jugadores. Kable (Gerard Butler) es uno de esos convictos. Apartado de su familia y obligado a luchar contra su voluntad. Kable tratará de sobrevivir el tiempo suficiente para escapar del juego y salvar al mundo de la siniestra tecnología de Castle, que pretende crear una red global que él sólo controlará.

Nueva obra de Mark Neveldine y Brian Taylor, cabe incluirla en el subgénero ciberpunk si bien dicha denominación viene, por lo general, asociada a un universo puntual muy diferente del que vivimos hoy en día. Gamer (2009) no quiere llegar a este extremo, no lo necesita porque el futuro ya está aquí, y para respaldar esta afirmación los realizadores esgrimen razones más que convincentes. En el género fantástico, y concretamente en el escurridizo género de la ciencia ficción, la anticipación es un elemento indispensable de la obra. Tanto en la literatura como en el cine, la anticipación ha permitido fantasear y crear nuevas realidades, muchas de las cuales finalmente han devenido en adelantos de la técnica y el humanismo. El argumento y estética del film se distancia de la ciencia ficción más rabiosamente ciberpunk como la descrita por  autores como William Gibson o Neal Stephenson, mundos cuyo parecido al nuestro poco tienen que ver dado el avance hipertecnológico que éstos proponen. Gamer describe una realidad  más cercana a nosotros ya que las premisas argumentales y de desarrollo del guión suponen una vuelta de tuerca a escenarios presentes, con parábolas sociales más obvias y cercanas al espectador.

Los realizadores, al igual que hicieron en las entregas de Crank (Crank, 2006 y Crank: High Voltaje, 2009) utilizan al sujeto manipulado para desarrollar, en este caso, una película de acción en el marco de un videojuego, que recuerda a otros juegos actuales online como Call of Duty o Counter Strike. El videojuego Slayer incluye la curiosa aparición de personajes no jugadores, personas de carne y hueso que, sin voluntad, deambulan entre las balas y las bombas hasta que son despedazados. El argumento del concurso mortal en el que el protagonista juega por su libertad no es nuevo y nos remite a películas como Perseguido (The running man, 1987)La carrera de la muerte en sus dos versiones (Death Race, 1975 y 2008), un concurso al que el protagonista jugará aún a sabiendas de que el Sistema tiene todos los ases en la manga y él sólo cuenta con su ingenio y su fuerza bruta para salvarse, aunque en el caso de Gamer, también interviene un grupo subversivo-argumento típicamente ciberpunk. Mencionar la escena en que Kable utiliza licor de alta graduación que vomita de su estómago para llenar el depósito de un coche.


En esta ocasión el escenario de las sucesivas ediciones del concurso está enmarcado en fábricas y solares abandonados, donde suceden las sucesivas masacres que el espectador puede contemplar a través de desde su casa o lugares públicos, a sabiendas de que la gente que está muriendo y sangrando es real. Esta deshumanización, fruto del alienamiento tecnológico llega también a Society, una suerte de mezcla entre el mundo Second Life y estética Sims pero en un marco también real. Este es el precursor del juego Slayers, también creado por el pérfido Castle, en el que actores manipulados por otros usuarios viven en un universo de continua fiesta, y los seres más pusilánimes pueden convertirse en notorios y libertinos personajes. La incursión de los protagonistas en este mundo paralelo provoca una de las masacres más hilarantes del film: un sangriento e indiscriminado tiroteo durante una fiesta rave.


Otro de los buenos momentos de la cinta es el número musical protagonizado por Michael C. Hall acompañado de otros Slayers, que termina en una carnicería en toda regla que Kable perpetra con sus propias manos. Antes de que Castle suelte a sus perros se marca un pequeño baile mientras canta Under my skin de Frank Sinatra. Castle, sería una versión reloaded de Bill Gates, visionario suministrador de software para las masas que, con la complacencia de los mass media, busca convertirse en un master of puppets para satisfacer su megalomanía.


Dejo para el final lo mejor de la película: las escenas de acción, filmadas con novedosas cámaras digitales. El cameraman persigue al protagonista por escenarios de muerte y caos, donde lo fundamental es  disparar primero y salir con vida del nivel, todo ello filmado de forma muy dinámica y detallista. El contenido gore no está rebajado, permaneciendo a la altura de lo que podemos apreciar en los videojuegos que hemos reseñado, lo que imprime al film un tono áspero y poco condescendiente para quién busque en esta película un mero  pasatiempo.


Gamer es una aproximación en clave de acción a una realidad política del futuro. El triunfo de ideologías tecnofascistas basadas en la supremacía económica de determinados sectores de la población, el exploit de la violencia por los medios de comunicación, la democratización de las modernas y alienantes alternativas de ocio que embelesan a los más jóvenes en un universo figurado, como es el caso del adolescente que maneja a Kable, alejan a las masas de la realidad donde viven los elementos más discordantes con el Sistema, a los que se somete y silencia mediante el sangriento juego. No es una película que terminará entre los clásicos, en absoluto, pero cuenta con una indudable calidad en su factura y, frente a otras propuestas más complacientes, Gamer incide en algo que los usuarios de frivolidad marca youtube pronto perderemos de vista, y es que detrás de la virtualidad de todo aquello que nos es suministrado por la red hay un flesh and blood que sí es real.

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