El Semblante, el sadismo de la Inquisición en un cortometraje entre la historia y el género de Horror
El Semblante (2022) es un cortometraje dirigido a dos manos por los realizadores Raúl Cerezo y Carlos Moriana. En la dirección de fotografía está el siempre impecable Ignacio Aguilar, y en el elenco nos encontramos a nombres tan versátiles como Carlos Santos, Lucía Díez y Daniel Ortiz. El guion, firmado por Raúl Cerezo y Javier Trigales, ha tardado la friolera de diez años en ser llevado al plató, y es que el cine de época en España, y más si es en formato corto, tiene las consabidas dificultades de financiación y viabilidad. Pero tal y como afirmaba Raúl Cerezo, la espera ha tenido su recompensa, y realizar este cortometraje con los medios adecuados era importante para dar verosimilitud a la historia, tal y como fue concebida en un principio.
Este cortometraje es ante todo cine de género. Los historicistas que pretendan buscar las costuras de la cinta en lo que referente a faltas de precisión histórica o cronológica, se encontrarán sin réplica en el lado de la productora, lo que El Semblante pretende es asustar, causar un impacto en el espectador y crear una atmósfera malsana aprovechando la leyenda negra que rodea a la Inquisición y sus consabidas prácticas sádicas y crueles. Tampoco está de más apuntar algunas referencias fílmicas: Torturas de la Inquisición (1970) y Witchfinder General (1968) estarán en la mente del espectador después del visionado de El Semblante, pero Cerezo/Moriana se guardan un as en la manga para crear una obra mucho más actual y espeluznante.
El guion atribuye a la Inquisición española una saña desmedida en sus procedimientos, y también abiertamente sexual. Esta pulsión está personificada en la figura del inquisidor que interpreta Carlos Santos, personaje sobreactuado, pero deliciosamente empático con las aspiraciones y gustos del público aficionado al género del horror. Este inquisidor se deleita con los artefactos de tortura y dolor, y la pía purificación que busca en el dolor de los condenados no es sino un deseo sexual y exacerbadamente sádico que le procura bajo su sotana unos poco disimulados orgasmos. Posiblemente hubiera personajes así dentro de la Inquisición española, pero debemos señalar con justicia que el retrato de este inquisidor es más cercano a la de uno de los Países Bajos o un caza-brujas inglés como el que interpreta Vincent Price en Witchfinder General.
A pesar de ese dislate histórico, el cortometraje y el público saben el terreno que pisan, el de cine de género, y más concretamente, el de un curioso híbrido entre torture-porn y cine de época de serie B. El realismo y la crueldad que el tándem Cerezo/Moriana consiguen en los minutos finales de El Semblante está emparentado con ese regusto a sangre y tormento que hace una década y media nos llegaba del otro lado de los Pirineos, el sadismo de la mal llamada “nueva ola de cine de terror francés”. Examinando con detalle la escena culminante de El Semblante, podría recordarnos a algunos de los momentos más logrados de Martyrs (2008), la escabrosa cinta que consagró a Pascal Laugier como uno de los directores más notables de aquel movimiento cinematográfico.
También merece mención la partitura de El Semblante, oscura y terriblemente profunda, con ese tañer de gaitas y otros elementos cuya estridencia machaca a nuestro inconsciente con la vuelta a un tiempo oscuro y difícil, lejos de la alegría y los vítores de las luces de la razón y el conocimiento. Daniel Ortiz, en el papel de El Maestro, crea, obligado, ingenios para la tortura, el Mal puede contra el Bien en un tiempo que asociamos con el oscurantismo y la sinrazón. Lucía Díez, en el papel de su hija, es el mártir, el chivo expiatorio cuya sangre y dolor servirán para que el sistema opresor se perpetúe. Recordemos a Dante Cuando entréis aquí abandonad toda esperanza (Dante), El Semblante es, en definitiva, puro torture porn con envoltorio de cine de época.