Crítica del cortometraje Zero, dirigido por David Macián
Título: Zero. Año: 2018. Duración: 9′. País: España. Dirección: David Macián. Guion: David Macián. Reparto: Josean Bengoetxea, Javier Gutiérrez.
Zero es el cortometraje con más contenido social entre los nominados del Festival Internacional de Cortometrajes de Pilar de la Horadada. El guion de Zero parte de una idea muy simple, pero a la par de efectiva, quizás inspirada tangencialmente por la novela de José Saramago, Ensayo sobre la lucidez, donde los ciudadanos se unen en un tácito complot para boicotear el desarrollo de unas elecciones. Zero tiene un punto de partida similar, en este caso una pequeña población decide no consumir refrescos de la marca Coca-Cola como protesta contra un ERE que afectará duramente a sus trabajadores. Esta situación no la vamos a ver en la pantalla, nos será relatada en el transcurso de una acalorada conversación entre los dos únicos protagonistas del cortometraje, el hoy indispensable para el cine español, Javier Gutiérrez, y el contundente Josean Bengoetxea; en la dirección, un acertado David Macián lleva a filma con buen pulso este cortometraje.
La narrativa de Zero es muy sencilla. Cuenta con un guion que utiliza el relato en tercera persona para contarnos una situación pasada y presente que nunca vemos en pantalla, relatada por los protagonistas. Son éstos también quienes proponen una situación a futuro para el ulterior y posible desarrollo de la historia. El pulso dramático de estos grandes actores y la labor de dirección crean una sensación de fuerza, de dialéctica realmente cautivadora, contagiando al espectador con emociones que evolucionan rápidamente desde el principio al fin de Zero. La dirección de David Macián subraya las caras y expresiones de los personajes, usa planos muy cortos y la técnica del plano contra plano, con el que consigue que cada uno de los dos personajes quede caracterizado de una manera “ética”.
La carga social y de denuncia de Zero es el núcleo ideológico del cortometraje. Zero es un cortometraje comprometido, que denuncia la desigualdad y pone el acento en los abusos de poder y en la complicidad de aquellos que pueden hacer el bien, y no lo hacen. Zero usa la marca de la compañía Coca-Cola como ejemplo de gigante capaz de aplastar contundentemente los derechos de aquellos que, precisamente, hacen grande a su compañía, sus trabajadores. Injusto o no para la marca, el guion la utiliza incluso para dar nombre al cortometraje. Zero también subraya el poder de la gente cuando decide unirse y luchar contra la injusticia, del mismo modo que sucede en la obra de Saramago.
Zero es un cortometraje pequeño, no hay grandes alardes visuales, pero sí interpretativos, y de fondo una historia que nos hará reflexionar desde la urgencia, desde la evidencia de que, a pesar de las campañas de limpieza de la imagen de las grandes marcas y la actual indolencia en la lucha obrera, existe, y existirá, el abuso de poder hacia el eslabón más débil del sistema.
