Los Surfistas Nazis deben morir o Surfing in the Nazi Beach
Titulo: Los surfistas nazis deben morir (Nazi surfers must die) Año: 1987. Duración: 83′. País: Estados Unidos. Director: Peter George. Guión: Peter George, Jon Ayre. Música: Jon McCallum. Fotografía: Rolf Kestermann. Reparto: Gail Neely, Robert Garden, Barry Brenner, Dawn Wildsmith, Michael Sonye, Joel Hile, Gene Mitchell, Tom Shell, Bobbie Bresse, Ted Prior, Dave Bergeson.
Si eres uno de esos frikis a los que le gustan las películas de Surf (hay gente para todo) como el Gran Miércoles de John Milius (menos mal que hizo Conan el Bárbaro), o cualquier otro cagarro aderezado con las canciones de los Beach Boys, probablemente se te pasase ver este clasicazo de la Serie Z. Pero antes de que te tragues esta diarrea de elefante presuntamente “seria” en forma de supuesto Film, es necesario que sepas que esta película de culto va más allá de la serie B, tanto en la producción, como en la creación del libreto y su desganada realización (de los FX quizás hable después) como en lo audaz y la ridícula seriedad de su historia. Porque incluso en este cagarro, subyace un mensaje bastante directo igual que un uppercut a la jeta.
Solo hay que rebuscar entre la gigantesca pila de estiércol que es este film para daros cuenta de lo que hablo.
Todo el mundo ha escuchado alguna vez por las oscuras esquinas de Internet (o cualquier esquina de un videoclub) historias sobre El Vengador Toxico, Los Zombies paletos, el Sargento Kabukiman o Los Surfistas Nazis deben morir e irremediablemente le viene automáticamente a la cabeza una épica productora de dudosa calidad y procedencia: La Troma Films y eso, aunque no suele ser sinónimo de nada bueno, si que podemos decir que es sinónimo de algo al menos entretenido y nada pretencioso. Con más de 30 años a su espalda haciendo cintas con un presupuesto cercano a los diez dolares (dólar arriba, dólar abajo), Lloyd Kaufman se ha convertido en uno de los productores y directores más influyentes de las ultimas décadas, pese a quien le pese. La Troma films cuenta con más de mil películas en catalogo (si es que existe tal catalogo) y cientos de directores, actores y equipo técnico que han participado a lo largo de los años en tan delirantes proyectos. La Troma es algo que para muchos estaba destinado a desaparecer para siempre, sin embargo, aparentemente cada día cobra más y más importancia, recaudando dinero por Internet y con la venta de sus películas, ya que ésta productora de alto rango independiente ha filmado varias de las mejores y más desquiciantes películas de todos los tiempos, adoradas por generaciones de frikis que consumimos durante años como si no hubiese nada mejor que hacer.
Está claro que Kaufman quizás acepte la fama algún día (o la culpa), pero a el eso le da igual ya que seguirá haciendo las mismas cosas de siempre gracias a sus increíbles éxitos de taquilla y a la horda de seguidores que siempre estarán por allí pululando para apoyar cualquier despropósito que se plantee llevar a las pantallas de cine. En todo este tiempo, Kaufman, junto con su amigo y compañero de Yale, Michael Herz, han construido un imperio basado en la caspa, el sexo, el gore, y las historias sinsentido, en un campo de juego lleno de competidores que no arrojan a estas alturas ningún rayo de esperanza en el sector del cine.¿Su premio? Ser el único superviviente de una era mucho anterior y más sencilla que la actual, no como la de ahora tan llena de CGI por ordenador tan apestosos para ocultar la vergonzosa falta de guion, donde han acabado convirtiéndose en un bastión de la verdadera independencia, llegando a demostrar que tienen verdadera libertad creativa, cosa que en los estudios de Hollywood parece que no te permiten. Pero esta productora merece un respeto ya que de las filas de La Troma Entertainment, han surgido los primeros papeles de estrellas de talla mundial en la actualidad como Kevin Costner (¿sigue vivo? Profesionalmente digo), Billy Bob Thornton, Samuel L. Jackson, Robert De Niro, Dennis Hopper, Dustin Hoffman y muchos otros actores más. Como cineasta, Lloyd Kaufman ha acumulado una notable lista de créditos, así como una leyenda extraordinaria pidiendo pasta de vez en cuando a los tiburones prestamistas y a las casas de empeño de Nueva York, todo para permitirse esa libertad creativa que ha sido su sello personal e intransferible.
Ya que todos sabemos que hay una relación inversa entre el dinero y la imaginación, o entre el dinero pagado por una productora y la libertad de crear.
Toda esta historia comenzó a finales de los sesenta. En aquella época pretérita Kaufman se matriculó en la Universidad de Yale, donde siempre afirmo: “En Yale me pusieron en un dormitorio con dos fanáticos del cine, y yo sabía que todo había cambiado irrevocablemente” De hecho, Kaufman fue infectado con el virus del amor hacia el cine del que nunca se recuperó. En 1971, Kaufman, conoció a su futura pareja profesional Michael Herz en Yale. El Universo Troma nació en 1974 con una serie de comedias de índole sexual como Squeeze Play! y Waitress! Y tantos títulos como podáis imaginar que terminan con un signo de exclamación
Por supuesto esto no iba a acabar en agua de borrajas y Kaufman con el tiempo llego a mostrar a diferentes productoras en 1984 su avance de El Vengador Tóxico. Por supuesto el proyecto fue rechazado y vapuleado por todas las personas que tuvieron el guion entre sus garras y acabo financiándose la cinta con el dinero que tenia en ese momento en los bolsillos. Este film trata sobre las aventuras y desventuras de un chico llamado Melvin, que trabaja de limpiador en un gimnasio de gente hipertrofiada de los ochenta, que acaba transformándose en una criatura deforme de increíble tamaño y fuerza sobrehumana y que decide utilizar estos dones para ser un héroe en su corrupta ciudad, Tromaville. Por lo visto acabó tocando la fibra sensible del público y de los críticos por igual, lo que demuestra que existía un gran número de personas que estaban interesados en ver el tipo de cine que Kaufman promulgaba activamente.
El Vengador Tóxico llego a ser una serie de animación para televisión llamada “Toxic Crusaders”(donde el mensaje gore se transformaba en un mensaje medioambiental para no afectar a las frágiles mentes de los jóvenes de entonces, como si los niños fuesen gilipollas), llego a tener varios títulos diferentes de cómics publicados por la Marvel y, más recientemente, auto-editándose ellos mismos, más tres secuelas, cuya película más reciente de la serie es Citizen Toxie: El Vengador Tóxico IV. El éxito del Vengador Toxico les permitió hacer más y más películas de corte independiente y gores como Año 2072: Los Gladiadores, El Sargento Kabukiman (spin off del Vengador Toxico), Mutantes en la Universidad, Los Zombies paletos o Los Surfistas nazis deben morir y aunque fueron a menudo ignoradas o despreciadas por los intelectualoides de la época, era porque en realidad estas películas hablaban directamente a toda una generación de jóvenes que rechazaron totalmente la rufianería de las películas comerciales de mediados y finales de los ochenta, ya que por aquel entonces estaban empezando a apestar bastante esas producciones. Con el tiempo La Troma pasó a convertirse en un colectivo de varios directores de cine en sí mismo, incluyendo entre sus filas a Quentin Tarantino, Kevin Smith, Mike Judge, Peter Jackson, James Gunn y Trey Parker, de los cuales La Troma había sido una gran influencia para sus carreras (adivinad quien trabajo de ellos para La Troma). Gracias a estos admiradores, Kaufman se ha permitido el lujo de hacer cameos en películas como Orgazmo de Trey Parker o Cabin Fever de Eli Roth.
En el año 2003, Kaufman recibió el premio Lifetime Achievement Award del festival de cine fantástico de Amsterdam de manos del mismísimo Rutger Hauer y su épica tocha de halcón peregrino. Todo esto es debido a que en enero del 2000, Kaufman fundó el Festival de Cine de TromaDance en Park City, Utah. Decidido a hacer cine independiente de nuevo para la gente, Kaufman estableció un festival donde no hay requisitos a los cineastas para presentar sus películas, y con la entrada libre para los miembros del público. El Festival de Cine TromaDance presenta un amplio espectro de películas y estilos de cine propios, creando una ilusionante oportunidad para que todos puedan tener su propia visión personal sobre la película y sobre lo que han visto.
En los últimos tiempos Kaufman y el equipo de La Troma han comenzado a ganarse el respeto incluso de sus críticos mas porculeros. Tromeo y Julieta se convirtió en una delicia visual que recibió una gran crítica positiva global, ganando el primer premio en el Festival de Fanta en Roma. Con el tiempo decidió que tendría que llevar aun mas lejos su creación mas querida y por tanto se permitió el lujo de hacer un musical sobre el Vengador Toxico en Broadway que incluso tuvo criticas mas positivas que el musical del pedorro de Spiderman. Además, Kaufman ha sido el invitado de honor en varios festivales internacionales de cine y retrospectivas de La Troma por todo el mundo. El Festival de San Sebastián, el British Film Institute, la Cinemateca Francesa, la Cinemateca Americana, el Chicago International Film Festival, el Archivo de Cine de UCLA, el Festival de Cine de Tokio, y el Festival Internacional de Cine de Shanghai son algunos de los lugares en los que Lloyd Kaufman se maravilla con los elogios recibidos y con la barra libre que se encuentra por esos lares.
Pero volvamos a lo que estábamos hablando. Los Surfistas Nazis deben morir fue estrenada en el año 87 en Cannes, y fue apestada desde el minuto cero, y no sin razones.
Los Surfistas Nazis Deben Morir es una supuesta Blackplotation seria con contenido social y profundo «Made in Troma» (aunque en su momento también produjo otra Blacksplotation llamada Def by Tempation con Samuel L. Jackson de protagonista) en la que una abuelita negra se venga de toda una banda de nazis surferos tras el asesinato de su hijo, todo en un futuro post apocalíptico cutron.? Todo esto, por supuesto, regado con el inconfundible “estilo casposil” que tanto gusta a los fans de la casa.
Pero tras aquella proyección llegó la debacle. Lo que La Troma había prometido y promocionado no se reflejaba para nada en la gran pantalla. El mítico crítico de cine Roger Ebert dijo que aguantó 30 minutos de metraje de Los Surfistas Nazis deben morir y tuvo que abandonar la sala asqueado del aburrimiento, del delirio causado por sus aburridas escenas que no llevan a nada, y el sinsentido mas variado posible. El problema principal es que a pesar de contar con una gran idea (y un título cojonudo y atrayente) el chiste de Los Surfistas Nazis deben morir no aguanta más de 10 minutos de metraje, y eso que Los Surfistas Nazis deben morir es una película que solo dura 80 minutos. Así que tenemos un high concept cojonudo que no acabo plasmándose en el film. Y es que a pesar de durar tan solo una hora y veinte minutos, se llega a hacer larga y aburrida en muchos momentos, ademas de algo inconexa, lo que te llega a hacer desconectar cada minuto y medio y a dejar de interesarte lo que mierdas pueda llegar a pasar.
Luego, los valores de producción son mas pobres de lo normal. Las pelis de La Troma son cutres per sé pero las mejores películas de esta productora audiovisual (véase El Vengador Tóxico, Mutantes en la Universidad o incluso la reciente Poultrygeist) tienen un estilo cutre/brutal/sexual/colonoscopico muy definido, pero esta cinta no logra en ningún momento dejar clara su postura ¿Estamos ante un rollo clásico de La Troma con malos travestidos sobre-actuando y haciendo el moñas ante la cámara, o estamos ante una película de denuncia social por medio de la comedia más loca y absurda?
Juzgad vosotros mismos.
En Los surfistas nazis deben morir un terremoto destruye la costa oeste de los Estados Unidos. Aprovechando el caos, una banda de surfistas nazis tratan de hacerse con el poder en la playa, eliminando al resto de bandas rivales y aterrorizando a la población. Nadie puede hacerles frente por lo visto.
Una vez tomada la ola, lo importante no es la distancia sino la rapidez y la fuerza, pero recordad, hay que dominar la tabla. Los estúpidos de a pie son una raza inferior, ¡sólo los surfistas serán los amos del mundo!
De esta forma (el líder gentuza de los Los Surfistas Nazis deben morir llamado Hitler) comienza la película en la que se ve cómo unos niños son adoctrinados para hacerse con el control de las playas de California y ejercer un estado dictatorial al más puro estilo hitleriano. Por supuesto, estos surfistas nazis harán valer su presencia en las playas a base de hostias y violencia de toda índole, es más, en la película hasta se puede ver una muestra de la “avanzada tecnología” de los surfistas, capaces de integrar lanza-arpones en sus tablas de surf, vamos la polla con cebolla. La única persona que puede enfrentarse con éxito a los surfistas nazis es Leroy Mama, la anciana madre de la primera víctima de los nazis: un hombre negro que se atrevió a detener a uno de ellos que había robado el bolso de una inocente transeúnte. La señora se convierte así en una Charles Bronson de división regional dispuesta a hacer justicia y vengar a su hijo acabando con esa “escoria blanca”. Los nazis empiezan a sufrir ataques sin saber quién los está llevando a cabo. Granadas y pistola en mano, la anciana empieza a eliminarlos uno por uno hasta que sólo quedan Adolf, el jefe, y Eva, su novia y mano derecha (y eso que el personaje de Mengele tiene mas peso y todo en el film), a los que stalkeara y finalmente matará cuando traten de huir de ella surfeando. La escena final de Los Surfistas Nazis Deben Morir, con la anciana negra a lo Harry el Sucio reventándole la cabeza a Adolf de un disparo es sencillamente brutal y esperanzadora.
No sé cómo es posible pero en Los Surfistas Nazis deben morir todo el mundo parece desganado actuando (¿Sera que lo hacían gratis?) y le echan tanto sentimiento como las lecturas de guion diarias de Rutger Hauer. Y mira que a mí me fascinan las películas de La Troma, pero es que esta es una gigantesca piscina de lefa, en la que te puedas ahogar sin remedio. Ya cuando empecé a verla hace 18 años por primera vez, no tenia nada claro por donde iban a ir los tiros, porque un título tan fantasioso como Los Surfistas nazis deben morir no es que de muchas pistas de por donde va a ir la historia de Los Surfistas Nazis deben morir, pero eso en realidad no es un problema, puesto que aquí prescinden totalmente del guión (el cual usan de papel higiénico), y se dedicaron a rodar unas cuantas escenas de manera random con diálogos absurdos, regado a su vez con las peores escenas de acción de la historia del cine y unas cuantas escenas de surf (¡Que para algo lleva la palabra surfistas en el título joder!, aunque estas sean de archivo) y dijeron “Ya está, ya tenemos metraje suficiente para presumir con los amigos de que somos capaces de rodar una película cuando vamos colocados hasta las trancas”. Joder tampoco es que sea duro, pero es que semejante vomito satánico no puede ser tratado de otra forma y mira que sólo dura una hora y veinte minutos, pero parece durante el metraje que te están untando los pezones con ácido sulfúrico, porque no pasa nunca nada. No hay sangre ni vísceras, no hay escenas brutales como en otras películas de La Troma, ni hay tías buenas por ningún lado (y mira que es raro en una playa de California, o puestos a ser sinceros en una película de La Troma), vamos que parece que sera un cañonazo directo a la cara y se acaba quedando en un pedo de mariposa. Y lo más sorprendente y alucinante en Los Surfistas Nazis deben morir es lo de la abuela “nigger” en el mundo apocalíptico de gomaespuma de andar por casa este. ¿Cómo una sexagenaria con unos cuantos kilos de más, es capaz de con una granada, una luger comprada en un sitio de segunda mano de poca confianza y una lancha robada, pueda reventarle el culo a una banda de jóvenes cuando se supone que están entrenados en el combate nazi (supongo digo, por lo ciclados que están) y encima acabe completamente indemne? Vamos que no me convence. Aparte que me alucina que el líder de los Los Surfistas Nazis deben morir se convierta en el capitán cobarde cuando aparece la abuela a rajarlo de arriba abajo, pero sin embargo no muestre ningún temor cuando tiene a tres ninjas delante (si, ninjas en medio de una playa -mas bien son surfistas samurais cudeiros- y haciendo surf, otra cosa no, pero frikadas de este calibre si que hay a patadas) atizándoles un + 6 hit combo con sus espaditas de plástico barato del, valga la redundancia, chino.
Qué esa es otra, el resto de las bandas que aparecen en Los Surfistas Nazis deben morir, solo parece que están por allí de relleno cual ninjas de Naruto, porque sólo salen para recibir palizas rastreras por parte de los nazis. En este aspecto el que más me sorprendió fue el jefe de la banda de los motoristas de Los Surfistas Nazis deben morir que parece que va a ser alguien así un poco importante y luego aparece en una escena y ya no se supo nada mas de él, y como él tropecientos personajes: el joven rubio que parece el protagonista y se queda en anécdota, los niños de las juventudes nazis hitlerianas del principio, vamos que había que añadir minutos y no supieron hacerlo más que añadiendo gente porque si.
Como muchas otras películas de esta época, en Los Surfistas Nazis deben morir se refleja el miedo a la catástrofe (en este caso natural, en otras películas es provocada por el ser humano) que acaba con el orden y las instituciones publicas dando lugar a un escenario de caos y desorden que es aprovechado por algunos (malos malísimos de opereta como no) para cometer todo tipo de vejaciones a la población local, dando lugar a un mundo puramente apocalíptico en el que los más fuertes se hacen con el poder y sojuzgan por la violencia al resto de la ciudadanía, que se encuentra indefensa y a la que sólo podrá librar de la nueva tiranía un héroe solitario y justiciero (no es Charles Bronson si no la abuela negra anteriormente citada). Los surfistas nazis deben morir es, en gran medida, una parodia de este subgénero popularizado por la Cannon Films, aunque sea un peñazo de cágate lorito.
Ahora bien, ¿por qué siempre en cualquier escenario post-apocalíptico se instaura un régimen mucho peor que el anterior? ¿Incapacidad para imaginar que si el capitalismo cae pueda llegar algo distinto? ¿Postura realista ante las condiciones en las que se impondría ese nuevo escenario? ¿Defensa del mundo presente que, a pesar de ser una puta mierda, es mucho mejor que la “anarquía” que puede venir? Postura conservadora en todo caso, muy del gusto de los liberales y amantes de Ayn Rand, pero poco realista en conjunto. Lo cierto es que, quitando las exageraciones típicas de este tipo de cine y dejando un escenario más sobrio (sin bandas de Mad Maxs de palo, ni mutantes, ni demás clichés de este tipo de cine) podemos llegar a pensar que la base sobre la que se cimenta este tipo de cine no es tan irreal como parece y, en algunos casos, hasta la realidad puede superar a la ficción en algunos aspectos, y si no, pensemos en cualquier país en guerra, ¿no es un escenario tan demencial como el presentado en cualquier película del género apocalíptico? Y es la realidad, una realidad cada vez más demencial y que se expande superando a la ficción, pues un zombie acojona bastante menos que un marine puesto de coca hasta el culo y con órdenes de matar a todo ser vivo que sangre y llore o que un yihadista cargado de Sem-tex se te plante delante de la face.
Sólo a La Troma se le puede ocurrir algo así y sólo ellos pueden conseguir que alguien pueda tragarse hora y pico de película sobre tan bizarro tema y no sufrir efectos secundarios, Los Surfistas Nazis deben morir. O al menos eso espero, porque me noto algo raro en la mente.
Como regalo final os dejo el enlace de youtube del canal gratuito de La Troma Films (Canal Troma, y Los Surfistas Nazis deben morir, la película entera de la que os he hablado. Disfrutad si podéis.