Ficha Artística

Año: 2012
Duración: 82 min.
País: Estados Unidos
Director: Marcus Dunstan
Guión: Marcus Dunstan, Patrick Melton
Música: Charlie Clouser
Fotografía: Sam McCurdy
Reparto: Emma Fitzpatrick, Josh Stewart, Lee Tergesen, Christopher McDonald, Erin Way, Daniel Sharman, Johanna Braddy, Navi Rawat, Andre Royo, Brandon Molale, Justin Mortelliti, Eaddy Mays, Shannon Kane, William Peltz, Tim Griffin, Robert Pralgo

Torture Porn y diversión

El término acuñado allá en los «states» como «sleeper» se refiere a aquellos títulos en los que nadie confía en un principio pero que en el momento de su estreno se desvelan como un éxito bien de taquilla o de crítica. Obviamente, a la industria del entretenimiento lo que le importa es la recaudación, y si viene acompañada de buenas críticas, aún mejor. El caso de The Collector, cinta dirigida por Marcus Dunstan en 2009, no se puede considerar un taquillazo en toda regla; el reponsable de la cinta, que también lo fue del guión de algunas entregas de la saga Saw, sólo lleva recaudados 8 millones de dólares desde su estreno (estreno en salas y mercado doméstico) frente a los 27  millones que lleva Saw VI, la entrega de la saga que peor ha funcionado. A pesar de la disparidad de cifras, The Collector sí se puede considerar un sleeper porque superó con creces su exiguo presupuesto de apenas un millón de dólares y, más importante, ha logrado hacerse un hueco y una saga propia en el difícil terreno del subgénero bautizado como torture porn -para los neófitos en subgéneros cinematográficos de terror les explicaremos brevemente que el torture porn consiste en la recreación gráfica de asesinatos, desmembraciones y torturas varias hilvanadas con una trama a veces detectivesca, a veces a lo «giallo» pero normalmente endeble-, del que la saga Saw es reina y señora, sin desmerecer a otros títulos más marginales pero igual de interesantes como A Serbian Film (2010).

Los relativamente buenos resultados de la The Collector y sobre todo el guión abierto a una continuidad escrito por el propio Dunstan, daban el pistoletazo de salida para una continuación, secuela en la que volvería a intervenir el protagonista de la primera entrega, Josh Stewart, repitiendo el papel de antagonista del brutal y desmedido asesino coleccionista. Stewart tuvo un papel muy importante en la cinta de 2009; no sólo era el protagonista de aquel título, su personaje aportaba el contrapeso necesario para compensar la brutalidad y el nihilismo de los crímenes del coleccionista y aportaba un toque de humor y sarcasmo a la película que se echa de menos en la saga Saw. En la nueva entrega el protagonismo de Josh se diluye tan ampliamente que apenas quedan dibujadas unas cuantas pinceladas de lo que un día fue este intrépido ladrón de cajas fuertes que eligió la casa equivocada para saquear.

The Collection (2012) es el título de la secuela que vuelve a dirigir Marcus Dunstan. Consciente de que el listón queda alto de cara a los miles de fans que The Collector tiene alrededor del mundo, no se plantea repetir el esquema que tan bien le funcionó en la primera entrega, decide dar una vuelta de tuerca al personaje del coleccionista y ofrecer más sangre y brutalidad al espectador. Por supuesto hay mucho sentido del humor, ningún espectador mínimamente avezado podrá obviar los defectos del libreto, dirigidos más a provocarnos sonrisas que sorpresas, y como muestra tenemos la secuencia de entrada en la discoteca, una masacre difícil de olvidar por la cantidad de hemoglobina falsa que vemos en pantalla y por la macarrada que se marca el coleccionista aplastando y despedazando con sendos ingenios mecánicos a los jóvenes de un fiesta rave.

Aparecen nuevos personajes con un peso más o menos importante en la película. Obviamos al comando de mercenarios, supuestamente gente dura que se come sus pelotas para desayunar -como decían de John Rambo- pero que luego son lo más inútil empuñando un arma o sopesando las posibilidades de asalto al hotel abandonado que escenifica la casa de los horrores del coleccionista. Obviamente, caen uno por uno despedazados y sin apenas posibilidad de defensa ante un asesino rápido e ingenioso. Otra cosa es el personaje de Emma Fitzpatrick, joven «final girl» que presenta un ánimo más combativo y sagaz que aquellos inútiles mercenarios pero cuyo rol se desaprovecha en el momento de plantar cara al asesino.

The Collection reúne un buen puñado de secuencias interesantes, sangrientas y a veces incluso absurdas, pero antes de que la primera parte de esta afirmación levante ampollas  hay que tener en cuenta que The Collection no pretende ser un título para pasar a la historia, es una secuela con la que Dunstan pretende crear una rentable franquicia ofreciendo al público aficionado al terror gore lo que quiere: sangre y diversión -por desgracia el erotismo reluce por su ausencia-. En este contexto, los setenta minutos efectivos que dura la película  -la parte final y los títulos de crédito son puro relleno- funcionan como un engranaje de relojería destinado a marcar las horas en punto a la llamada de la masacre, sucediéndose los sets de acción de manera continuada y efectiva. Frente al nihilismo y la despersonalización de los crímenes que exhibe la saga Saw, The Collector y su continuación, siendo menos brutal, funciona mejor como espectáculo de acción gore y abre el abanico del público al que puede llegar, proponiendo, como hemos dicho, mucha diversión bañada en litros de sangre de pega.

Las referencias que encontramos en este nuevo título son evidentes para un aficionado al cine de terror, no tanto, y hasta pueden parecer absurdas, para el espectador más común: Más Allá (L´Aldila, 1981), de Lucio Fulci, El Silencio de los Corderos (Silence of the Lambs, 1991), Maniac (1980), El Sótano del Miedo (People Under the Stairs, 1991), e incluso la interesante y menos preciada Doom (2005) -puesta en celuloide del famoso videojuego- están presentes en The Collection; queda un poco lejos la interesante referencia que había en su cinta predecesora a la hoy extraña y políticamente incorrecta The Collector (1965), de William Wilder, una película que trataba sobre el secuestro de una chica por parte de un solitario aficionado entomólogo y el posterior síndrome de Estocolmo que ella sufre.

El final de la película, abandonada y reducida a cenizas la casa de los horrores donde el coleccionista se lo pasa en grande con sus víctimas, nos presenta al personaje de Josh Stewart como posible sucesor de El Coleccionista. Nos quedamos con la incógnita de si realmente en la próxima entrega Dunstan seguirá con este hilo argumental o realizará una precuela, tal y como apuntan los rumores en la red. De cualquier manera la tercera parte de la saga no se hará esperar y volveremos a disfrutar -esperemos- con una buena ración de torture porn sazonada con el imprescindible humor negro que marca la identidad de la saga, amén de la característica máscara del asesino que ya se ha hecho un hueco entre los rostros de psicópatas del cine de serie B de terror.

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