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Crítica: Thanatomorphose, de Éric Falardeau

Thanatomorphose. Año: 2012. País: Canadá. Duración: 100′. Director: Éric Falardeau. Guión: Éric Falardeau. Fotografía: Benoît Lemire. Reparto: Émile Beaudry, Kayden Rose, David Tousignant, Érika L. Cantieri, Karine Picard,Roch Denis Gagnon.

Tras atraer la atención de la crítica con numerosos cortometrajes exhibidos en festivales de todo el mundo (Francia, España, Italia, Eslovaquia, Alemania, Sudáfrica, Reino Unido, EE.UU., Brasil y Canadá), Éric Falardeau  se lanza al largometraje con Thanatomorphose (2012),  una película de producción canadiense, de vocación claramente independiente y de bajo presupuesto, protagonizada por la actriz y modelo Kayden Rose.

Desde el inicio de Thanatomorphose, la desnudez y el sexo privado  de erotismo hace acto de presencia advirtiéndonos de una mirada sin artificios, cruda y transparente. El cuerpo no es más que un mero lienzo para expresar un estado psicológico, lienzo  del que también es parte un espacio hábilmente delimitado, claustrofóbico y opresivo, que funcionará como una extensión o espejo de la figura de su propia dueña, engulléndonos en el laberinto de estancias cargadas de abandono, caos, y hastío en el que se encuentra, y que se transformarán sucesivamente asistiendo a los cambios producidos en su cuerpo. Una tumba creada por ella misma, que incluso de forma simbólica cubre con sábanas, aceptando su destino, idea que se nos muestra más directa y en forma de ataúd en una de las escasas escenas con cambio cromático a modo de pista que podemos ver a lo largo de la película.thanatomorphose-con-kayden-roseEn esta  hermética estancia, su protagonista (a la que no podemos identificar con un nombre, recurso utilizado de forma acertada por el autor, que ayuda a reflejar esa carencia de identidad que ella misma acepta) busca una salida desesperada en el onanismo y el sexo como única vía para hallar placer dentro de ese tedio en el que se encuentra sin lograr siquiera esa satisfacción. A esta degradación contribuye el maltrato tanto sexual como psicológico al que le somete su pareja, en la que no se aprecia ningún sentimiento hacia a ella más allá de lo físico, y a la que podemos ver en una escena junto a un amigo de la protagonista pelear por su “carne” (literalmente).

Las texturas sonoras -que junto a las visuales son otro de los puntos fuertes de esta película, y con las que su director experimenta-, son utilizadas de forma muy acertada despertando no solo nuestra  atención con explicitas imágenes sino la mayoría de nuestros sentidos, ya que el olor es intuido en este caso gracias al uso del sonido que nos hace imaginar  la putrefacción y descomposición de la carne, el deterioro interno de la protagonista que presenta una respiración afónica y cansada, y el zumbido y sonido de insectos deslizándose de forma viscosa en una atmósfera cargada de podredumbre. Hay que señalar que Éric Falardeau concibió la película mientras trabajaba en una tesis sobre fluidos corporales.­­thanatomorphose-2

Junto a esto , contemplamos un trabajo de fotografía excelente, que juega con los contrastes cromáticos de forma muy efectista y que podemos ver en películas como Antiviral (2012),  haciendo uso de un desenfoque “in crescendo” y un movimiento fragoso de la cámara, que consigue que enfaticemos con un estado cercano a la locura y que nos indica que el fin está llegando.

Con ritmo pausado, planos largos y fotogramas aparentemente desprovistos de interés, esta cinta kafkiana y con reminiscencias (reconocidas por el propio autor) al cine de David Cronenberg, nos muestra sin adornos la intimidad y la monotonía en la que está sumida la protagonista, consiguiendo una  fatiga  visual que pudiera resultar desesperante para muchos  amantes del género, pero que está más que justificado aquí, ya que su director no pretende ofrecernos el  filme de entretenimiento, gore  y ritmo trepidante al que estamos acostumbrados, sino algo más contemplativo y reflexivo, con apenas diálogos , narrado desde la cotidianidad y el silencio, que deja claro con un plano final cargado de simbolismo que invita a la introspección. Thanatomorphose es una cinta controvertida, que provoca amor y rechazo a partes iguales,  no apta para estómagos sensibles, a lo  que hay que sumar su ritmo lento, y que cuenta con algunas escenas incongruentes y otras a las que se puede atribuir una violencia innecesaria quizás, pero  que pertenece a ese cine que bajo un ajustado presupuesto, propone e indaga en  ideas más arriesgadas que transfieren lo convencional.

 

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