Crítica de Speak no evil, dirigida por Christian Tafdrup
Speak no evil (Gæsterne). Año: 2022. Duración: 97 min. País: Dinamarca. Dirección: Christian Tafdrup. Guion: Christian Tafdrup, Mads Tafdrup. Fotografía: Erik Molberg Hansen. Reparto :Morten Burian, Sidsel Siem Koch, Fedja van Huêt, Karina Smulders, Liva Forsberg, Marius Damslev, Hichem Yacoubi.
Speak no evil tira un poco para atrás cuando leemos en las críticas que se asemeja al cine de Michael Haneke. El realizador alemán ha hecho suyo un estilo de rodar frío y matemático, con enormes cargas de pesimismo, decepción y frustración, casi podríamos hablar de un cine nihilista pero que en realidad no lo es porque sus películas esconden en su intimidad un buen puñado de lecciones morales que el ciudadano europeo acomodado debería tener muy en cuenta. Dicho esto, nos tenemos que referir a Speak no evil como una película de género, y trasladar, con toda la precaución del mundo, el estilo de Michael Haneke al género.
El estilo de Speak no evil, dirigida por otro realizador del norte de Europa, el danés Christian Tafdrup, también ahonda en el cuestionamiento de los códigos morales del europeo burgués, pero lo hace de una manera diferente. Aunque en lo formal, los estilos de Tafdrup y Haneke tienen muchos puntos de conexión, para Haneke la sociedad tiene una honda herida moral que hace aguas y nos provocará una disolución absoluta, Tafdrup se fija únicamente en la debilidad de ese europeo acomodado, en lo domesticado de su carácter y en lo dulcificado de su existencia, ignorante y anestesiada por los placeres mundanos.
La película pone en contraste a dos parejas con hijos cuyos caracteres son radicalmente diferentes aunque ambas compartan ese espacio común de comodidad burguesa de la clase media europea. El civismo de una, Bjørn (Morten Burian) y Louise (Sidsel Siem Koch), y lo impulsivo (y hasta salvaje) de la otra, Patrick (Fedja van Huêt) y Karin (Karina Smulders) terminarán provocando choques que nos llevarán a un sorprendente punto de inflexión donde podremos aplicarnos esa máxima de “mejor ser lobo que no cordero”. El desenlace de la película se hace esperar, pero todo el metraje, a partir del primer punto de giro, está rodeado de presentimientos extraños; la pareja que practica el civismo extremo no deja de sentir y presentir la irregularidad de una situación en la que deben aplicar estrategias para evitar la confrontación. Y no obstante, estas estrategias se manifiestan estériles en tanto que el guion propone una escalada en el abuso y el desencuentro por parte de la otra familia.
Los niños también son los protagonistas de Speak no evil. Bjørn y Louise son los padres de la joven Agnes (Liva Forsberg) y Patrick y Karin son los padres del tranquilo y callado Abel (Marius Damslev). Entre ambos niños se establecerá una curiosa dinámica muy ajena a la de los mayores hasta que se produzca un desencuentro que marque otro de los giros de guion más importantes de la película. También un extraño personaje aparecerá en escena como canguro de los niños, un hombre de rasgos árabes pondrá el foco en los prejuicios buenistas con los que el hombre europeo ha sido educado.
Speak no evil es una película de género con lectura social, un drama de cuarentones y una reflexión sobre la docilidad y el conformismo de nuestras sociedades ante los abusos. Habla también de la ilusión con la que la burguesía y la buena educación recibe al desconocido y el mortal buenismo instalado en nuestro código moral que nos impide tener pensamiento crítico. Si nos ceñimos únicamente a una lectura como cine de género, Speak no evil es una de esas obras que cautivan al aficionado al horror, un ejercicio de mal rollo y de conclusión demoledora como no se ha visto en muchos años. Speak no evil es una muñeca rusa que va revelando sus capas una y otra vez, nos hace ser confiados, desconfiar nuevamente, y desvelar su interior nos producirá dolor, a buen seguro porque nosotros somos ellos, la luz y la sombra, lo cívico y educado y la pulsión reprimida.