Año: 2012. Duración: 123′. País: EE.UU. Director: Ridley Scott. Guión: Damon Lindelof, John Spaihts. Música: Marc Streitenfeld. Fotografía: Dariusz Wolski. Reparto: Noomi Rapace, Michael Fassbender, Charlize Theron, Idris Elba, Guy Pearce, Logan Marshall-Green, Sean Harris, Rafe Spall, Emun Elliott, Benedict Wong, Kate Dickie, Patrick Wilson, Lucy Hutchinson, Giannina Facio.

LA GESTACIÓN DEL ¿XENOMORFO?

A diferencia de otras sagas, los cuatro títulos que hasta la fecha componían la franquicia de Alien se caracterizaron por ser completamente diferentes uno de otro. El equipo responsable de cada entrega imprimió un sello diferente en su trabajo, creando un poliedro biomecánico de caras irregulares que iba provocando la ira de muchos fans a medida que se iban sucediendo los estrenos. Otros seguidores, sin embargo, se regocijaban en la variedad de estilos y puntos de vista que la saga iba ofreciendo en sus más de veinte años de andadura. Si franquicias como la de Harry Potter ofrecían títulos con una producción casi idéntica y un argumento lineal y fácil de seguir, la saga Alien daba al aficionado todo lo contrario, nada tiene que ver el original Alien (1979) firmado por Ridley Scott, con la continuación de James Cameron Aliens (1986), aun siendo la primera secuela que retomaría el universo xenomorfo creado por Dan O´Bannon. Esta diversidad de tono sería la consecuencia de los cuantiosos problemas de producción de cada una de las cintas de la saga, pasando por la estéticamente inmejorable Alien3 (1992), hasta su finiquito en Alien Resurrection (1997), la entrega más comic de todas ellas –salvando el crossover Alien Vs. Predator, que contó con dos producciones adicionales-.

Ha tenido que pasar mucho tiempo desde el estreno de Alien para que Ridley Scott vuelva al universo xenomorfo, y esta vez lo hace a lo grande; enormes medios, rodaje en 3D, para crear la precuela de una de las franquicias más reputadas del mundo fantástico, si no la que más, el rodaje de Prometheus (2012). La gestación del proyecto Prometheus parte de antiguo. En la mente de los productores y en la de Ridley Scott siempre estuvo la realización de una precuela en la que se contaría el origen de los xenomorfos y de una extraña figura que aparecía en el film de 1978, el space-jockey (en la versión española se le nombra como “ingeniero”), que yacía con el abdomen reventado en el puente de mando de la nave espacial donde son encontrados por primera vez los huevos de los xenomorfos.  El film del entonces joven Ridley Scott es paradigmático en cuanto a su diseño de producción y la mezcla del space opera con un argumento claramente enmarcado en el terror gótico. Aunque hay antecedentes fílmicos de Alien (It! The terror beyond space, 1958 de Edward L. Cahn, y Terror nello espacio, 1965 de Mario Bava) que pudieron augurar la llegada de una película de rasgos similares, nadie como Scott  y su guionista Dan O´Bannon pudieron dar forma a una obra tan sólida, terrorífica y atmosférica como Alien. Y aunque en ella muchas preguntas quedan sin respuesta -tras el prólogo en el que la tripulación del Nostromo encuentra la nave del space-jocker la acción de pasa a ubicarse en la nave espacial humana sin más vuelta atrás-, el film funciona como una obra sólida y autónoma; no obstante las cuestiones previas que planteaba el incidente de la Nostromo han sido el acicate para retomar una saga que ya parecía destinada a ser objeto de infinitas ediciones domésticas, sin solución de continuidad.

Y para no variar, la producción de Prometheus, que arranca en el año 2008, fue también una fuente de problemas interminable hasta que Ridley Scott se hace cargo del proyecto y llega a un acuerdo con la productora Fox: él dirigiría la película, que contaría con un ajustado presupuesto de 130 millones de dólares, con posibilidad de una secuela de mayor envergadura. Asimismo la cinta contaría con grandes dosis de violencia, nada camuflada, aunque la calificación impuesta por los censores norteamericanos fuera la más restrictiva. Y tras el cierre del acuerdo, en verano de 2009, la precuela de Alien, Prometheus –para cuyo título se barajó en un principio Paradise– se pone en marcha.

Ya había advertido Ridley Scott que Prometheus hablaría del universo xenomorfo sin los xenomorfos, y aunque el aficionado no terminase de creer estas palabras, así ha sido. La precuela de Alien cuenta una historia que en absoluto tiene el carácter retroactivo que hemos visto en la precuela de otro de los títulos de ciencia-ficción y terror imprescindibles de los 80, La Cosa (The Thing, 1982). La nueva película de Ridley Scott no plantea la busqueda del origen de los xenomorfos sino el de nuestra humanidad. El argumento de Prometheus se centra en la figura del space-jockey que aparece en la introducción del título de 1979, perteneciente a una raza de ingenieros genéticos de aspecto humanoide que serían los responsables de la creación de los xenomorfos y también de la especie humana.

PROMETHEUS, UN NUEVO COMIENZO PARA LA FRANQUICIA

La película comienza con unos espectaculares planos aéreos de un planeta virgen, de exuberante y salvaje naturaleza –Ridley Scott rodó gran parte de los exteriores en Islandia- en la que dominan unas impresionantes montañas recorridas por furiosos torrentes de agua. De pronto se distingue una figura encapuchada recorriendo un paraje. La figura se detiene, es un ser antropomorfo, muy parecido a un humano, es un space-jockey, un ingeniero. Saca un pequeño tarro y toma su contenido; al instante, su cuerpo se descompone y cae al agua. La secuencia termina con una didáctica imagen en la que el ADN deshecho del ingeniero muta y se convierte en un ADN distinto. Más tarde comprenderemos que se trata de nuestro ADN. Acabamos de contemplar el origen de nuestra especie.

En la siguiente secuencia, los antropólogos Charlie Holloway y Elizabeth Saw excavan en un yacimiento arqueológico de la edad de piedra y descubren la enésima prueba de la existencia de un demiurgo responsable de la creación de la especie humana, y su posible ubicación allá en el espacio exterior; es el arranque de la expedición que llevará a la nave Prometheus en busca de la civilización que creó a los humanos.

El visionado de Prometheus “promete” una de cal y otra de arena. Se trata de una cinta que aporta una gran cantidad de material, de excelente calidad, al imaginario Alien, pero que está empañada por carecer del empaque y la coherencia narrativa que hicieron de la película de 1978 el clásico indiscutible que hoy es. Sin duda es una precuela más rica y sólida que el casi descarado plagio de la precuela de La Cosa (The Thing, 2011), pero comparte con este título irregularidades en su guión que le hacen desmerecer, aunque al mismo tiempo se abra un gran abanico de público más amplio, en detrimento del fan más recalcitrante.

El elenco cuenta en sus papeles principales con la presencia de Noomi Rapace (Elizabeth Saw), Logan Marshall-Green (Charlie Halloway), Charlize Theron (la capitana Vicks) y Michael Fassbender (el androide David), como componentes del núcleo principal del reparto que llevará prácticamente todo el peso de la cinta, y orbitando alrededor de ellos, una serie de personajes cuyo carácter de prescindible, en algunos casos, ensombrece sobremanera la posición de los anteriores en la cinta. Destaca la presencia de Guy Pierce como Peter Wayland, el fundador de la Weyland Corporation, al que se le ha maquillado de manera horrible para dar la apariencia de un anciano de noventa años. Es imposible pasar por el alto este detalle, el de caracterizar a una persona joven como un anciano de avanzada edad; los efectos de maquillaje, a pesar del celo con el que han sido aplicados, no son para nada efectivos, redundando en la credibilidad del personaje –recordamos otro caso de horrible maquillaje en el film El Extraño Caso de Benjamin Button (The Curious Case of Benjamin Button, 2008), curiosamente dirigido por David Fincher, el realizador de Alien 3-. La aparición explícita del fundador de la compañía –que en las secuelas de Alien aparecería fusionada con la compañía Yutani- apuntala la distopía futurista que ha sobrevolado siempre en la saga Alien: Interminables viajes espaciales con misiones comerciales, tripulaciones prescindibles, biotecnología industrial, cárceles privadas en mitad del espacio, el ejército puesto al servicio de las megacorporaciones, y otros detalles distópicos han marcado el background donde se han desarrollado todos los capítulos de la franquicia.

VÍCTIMAS Y VERDUGOS EN PROMETHEUS

El núcleo duro del elenco resiste desde su trinchera los envites de un guión que se muestra inseguro e incapaz de sostener la tensión in crescendo, volcando su peso en los efectos visuales y en las dudas metafísicas de los protagonistas. Así, se consiguen algunos momentos melodramáticos que se han metido con calzador en mitad del metraje (la esterilidad de Elizabeth  justo antes de ser infectada o la relación entre Vicks y Wayland, tan melodramática como forzada). Queda para la el olvido la presencia de otros personajes como el de Fifield (Sean Harris) y Millburn (Rafe Spall) cuya única función es hacer unos cuantos chistes absurdos que restan credibilidad al relato (el juego de éstos con un organismo procedente de las vasijas de ADN), y convertirse en los primeros afectados por los hallazgos en el recinto de los ingenieros; eso sí, impagable la escena en la que un organismo penetra en el cuerpo de Millburn a través de su brazo partido.

Y frente a lo más flojo de la película, su guión, los cimientos que harán de este film un clásico de la ciencia ficción residen en el aspecto visual. Si Alien 1978 tomaba la idea del caserón gótico para convertirlo en una gran nave que vagaba en mitad del espacio y que se convertiría en la tumba de sus tripulantes -los interiores de la nave Prometheus recuerdan enormemente al diseño de la Nostromo-, en la nueva película, ese émulo de recinto gótico será la instalación militar de los ingenieros. Es ahí donde el espectador queda completamente apabullado, con el diseño de producción realizado por Arthur Max que da, no una, sino varias vueltas de tuerca a los diseños originales de H. R. Giger, creando un sinfín de espacios donde se redunda en la idea del espacio gótico reconvertido a laberíntico biomecánico lleno de detalles, introdudiéndonos en una concepción del universo Alien aún más barroca que la plasmada por James Cameron en la segunda entrega de la saga. Y es sin duda el diseño del puente de mando de la nave de los ingenieros el set que se lleva la palma en este apartado, todo un prodigio de imaginería biomecánica.

Además del diseño de producción, los efectos visuales de Prometheus alcanzan las cotas de espectacularidad más altas jamás vistas en una película de ciencia ficción. Comenzando por el aterrizaje de la nave en el planeta y pasando por la tormenta de arena hasta el clímax final en el que despega la nave de los space-jockers, los efectos visuales utilizados quedan a día de hoy como los más completos, creíbles y sofisticados que se puedan ver en una producción de este tipo. Recordar como detalle que Ridley Scott pretendía rodar dos partes de la precuela simultáneamente al coste de 300 millones de dólares (se dice pronto) y los estudios Fox sólo le autorizó a rodar una película con un presupuesto de 130 millones. Si Fox hubiera consentido el capricho a Scott los resultados hubieran sido mucho mejores, aunque hablamos de un futurible del que, a tenor de los actuales resultados, cabe poca mejora.

Quedó dicho por activa y por pasiva, y en labios del propio realizador: Prometheus no contaría con el xenomorfo como principal protagonista del film, es más, no aparecería. Y aunque el público creía que esta afirmación era un farol, no lo es. Prometheus es una historia distinta que pretende acercarse al universo Alien desde un punto de vista más existencial. Los protagonistas buscan las respuestas al origen de la humanidad en supuestos demiurgos que habitan en algún lugar del espacio -tesis de autores especulativos como Erich Von Daniken que siempre han pretendido ver nuestro origen en civilizaciones extraterrestres, siguiendo las pruebas dejadas por un sinnúmero de inquietantes hallazgos paleoastronómicos reales-. Es en este terreno donde las creencias religiosas ordinarias, como el cristinanismo que profesa Elizabeth, resbalan irremisiblemente al no aportar pruebas concluyentes de la existencia de un ente creador sobrenatural o una supuesta redención y vida ultraterrena. Así, las benevolentes creencias de Elizabeth quedarán muy entredicho cuando ésta es infectada y debe quitarse mediante cirujía un engendro que parece más salido de la mente de un dios primigenio lovecraftiano que del generoso del Creador judeocristiano, y donde la figura del sacrificial del chivo expiatorio que representa Jesucristo para nuestra humanidad es sustituido por un ingeniero infectado de ADN en el prólogo del film. Como detalle adicional recordemos que ya hubo una aproximación al tema de la religión y la redención en Alien 3.

El mundo ignoto y oscuro engendrado por la mente de H.P. Lovecraft ha servido de inspiración a muchas obras del terror y ciencia ficción al plantear un universo anejo al nuestro, donde las coordenadas existenciales se miden en eones de tiempo, lejos del estrecho margen temporal donde habita un ser humano. En este universo los seres humanos somos sólo hormigas que se estremecen ante los pasos de los gigantes, los dioses antiguos y primigenios, abandonando la lógica antropocéntrica que nos ha marcado a hierro nuestra herencia cultural. Si la tetralogía Alien era una continúa pugna por la supervivencia entre humanos y xenomorfos, y el reto de arrancar a éstos últimos todos sus secretos en beneficio de las todopoderosas corporaciones industriales humanas, Prometheus señala a los humanos como un producto industrial de otros seres que intelectualmente están por encima de nosotros, cuyas motivaciones adivinamos a la inversa en aquella charla en la que David pregunta a Charlie el motivo de su existencia: David ¿Por qué crees que tu gente me hizo a mí? Charlie Te hicimos porque podíamos D. Puedes imaginarte cuán decepcionante sería para ti escuchar lo mismo de tu creador. Esta breve conversación ejemplifica el cambio de concepción cosmogónica que ofrece Prometheus, un film que se mueve en el pantanoso terreno de uno de los subgéneros menos explotados y más difíciles de abordar, el horror cósmico.

Las referencias lovecraftianas no sólo están presentes en el esquema argumental del film. El diseño de producción ofrece un rosario de criaturas fungosas y mutantes. Las vasijas contenedoras del ADN son como las papeletas de una tómbola, no se sabe lo que va a tocar hasta que no se abren. El ataque de una criatura en forma de serpiente y boca de ano a los geólogos Fifield y Millburn produce en el primero una mutación que le convierte en un híbrido entre humano y arácnido muy cercano a la imaginería de La Cosa. La infección de Charlie convierte su cuerpo en saco pustulento poblado por entes minúsculos y autónomos, como él aprecia asustado al mirarse al espejo y contemplar una pequeña larva que se mueve en el iris de su ojo. Una de las mejores secuencias de la película –seguramente la mejor- es aquella en la que el personaje de Noomi Rapace, al verse “embarazada”, y con visos de convertirse en conejillo de indias de la Weyland Corporation, decide extirpar al ser que lleva dentro con la ayuda de una sofisticada máquina; la escena logra una gran tensión y es resuelta con una maestría inigualable, extirpando un ser con aspecto de calamar –guiño a la gestación y nacimiento de los xenomorfos- cuyo ciclo vital quedará concluido al final del film cuando este ente, de enorme tamaño y de apariencia inequívocamente fungosa y lovecraftiana, inocule un nuevo embrión y origine a su vez una criatura completamente distinta, aparentemente mezcla de su ADN y de el de su huésped. Estas criaturas de biología imposible quedan ahí como parte de ese universo al que pertenecen los xenomorfos, sin solución de exclusividad. A la vista del hombre arácnido y de ese monstruo con forma de calamar nos viene a la cabeza la caterva de criaturas cambiantes y tentaculadas de La Cosa, cuyo origen también es extraterrestre y que fácilmente podemos asimilar a esta novedosa mitología de horror cósmico del universo Alien.

TO BE CONTINUED…

Prometheus debe tener una continuación. La razón no es tanto por la resolución de la película y su final abierto, como por la mitología que deja incompleta. Prometheus abre la caja de los truenos de un mundo que está por descubrir y que puede alargarse hasta donde la ambición de la franquicia quiera llegar. El descubrimiento de nuevas biologías extraterrestres o de las razones por las cuales los ingenieros nos crearon dan alas a la creatividad de guionistas y realizadores para emprender nuevas y emocionantes aventuras, siempre y cuando el espíritu de la franquicia siga estando presente. Esperemos que sea así porque si no Prometheus quedará incompleta, es una obra que cojea al faltarle el apoyo de los pilares narrativos que deben llegar tras el film de Ridley Scott, y sus imperfecciones dejarán un profunda huella en la cinta cuando transcurra el tiempo. Si ello llegase a ocurrir Prometheus será sin duda una de las películas malditas de su director y sobre todo de la historia del cine fantástico.

19 COMENTARIOS

  1. Esta claro que tus textos no van dirigidos a no iniciados, y aunque entiendo prácticamente todo lo que dices creo que todo se reduce en el problema de siempre : el dinero.

    Tanto la Fox como Scott semhanmquerido apuntar al carro de las películas en varias entregas y lo han hecho sin coherencia y desarrollando un film que no funciona de forma independiente.

    Por cierto todo el mundo dice que los decepcionados son aquellos que esperábamos ver xenomorfos, y al final nos regalan uno poco desarrollado. ¿ No quedamos en que esto no era el origen de alíen ? En fin… Esperemos que con la secuela lo arreglen.

    • Yo también espero que con la secuela se arregle un poco el semidesaguisado que han hecho aquí. Por cierto, ayer vi en filmaffinity que la tienen prevista para estreno en 2015 y el director será Ridley Scott.

      ¡Un poco de xenomorfo camarero!

      • Pues a mí no me hacen falta xenomorfos, y de hecho el plano final creo que es innecesario, pero entiendo que lo haya puesto ahí porque si no, cara al público, esto no sería Alien…

        Prolijo texto (te has quedado a gusto, desde luego) con el que coincido en bastantes conclusiones en el mío (http://vadecine.es/vadecine2/estrenos-mainmenu-45/3303-prometheus); y si bien harán una nueva peli para seguir ganando pasta (y no para otra cosa, no vayáis a creer), para mí esta tiene la entidad y el engarce suficiente con la original de la saga como para valer por sí misma. Pero claro, el público lo quiere mascado… y se lo darán, y estoy casi seguro de que entonces se perderá el grado de misterio y desconocimiento que tenemos aquí.

        Saludos cósmicos.

        • Me afirmo en el aspecto de que la peli necesita una continuación, que si no en cuatro o cinco años nos la van a vender por 6 euros en cualquier quiosco (no es desprecio, sino deprecio).

          Sobre el final no me pronuncio pero estoy de acuerdo contigo, es un guiño al público menos «hard» pero bueno, ahí queda, para engañar a la audiencia y hacerles pensar que en la próxima sí habrá xenomorfos.

          Saludos fungosos!

  2. Vaya gran crítica! Reconozco que a mi me dejó un poco frío la película al salir de la sala, pero con el paso de los días y de los debates creo que me ha ido ganando más. Así que espero también con ganas la continuación. Puede que al guión le falte algo, y que haga más preguntas que respuestas da, pero hay que reconocer que es adictiva y que visualmente es impresionante. Coincido en recomendarla en 3D, de los mejores 3D que he visto en una sala de cine, sutil en todo momento y cazurro cuando tiene que serlo. Además se nota que es de los buenos, porque los ojos no sufren.

  3. Caray, qué gran crítica! La verdad es que a mi me dejó bastante frío al salir de la sala, pero con el paso de los días (y de los debates) me ha acabado gustando bastante, hasta el punto de esperar con ganas la segunda parte. Visualmente es increíble, desde la escena inicial, impresionante, con esa teoría de la panspermia como inicio de la vida, hasta esos parajes desolados de la luna a la que viajan. Puede que al guión le falte cierto pulido y que deje más preguntas que respuestas da, pero es también parte del misterioso encanto que propone la mitología Alien. Fassbender y Rapace geniales. Y yo también recomiendo verla en 3D, porque es de los mejores 3D que he visto en una sala de cine, sutil en todo momento (la entrada en esa sala de cápsulas con la niebla prácticamente frente a nuestros ojos denota una profundidad casi palpable) como eficaz, cuando tiene que serlo (la escena del parto es bastante cazurra) y además se nota que es un buen 3D cuando no notas su aparición con un profundo dolor de córneas, jeje.

    • Todo el mundo está criticando el guión, y encima le echan la culpa del relativo fracaso de la película al guionista, cuando en realidad ha sido una imposición de los ejecutivos del estudio. Visualmente es la caña, pero espero que para la próxima se atengan a algo más serio porque si no va a ser el fiasco del siglo. La saga Alien se ha caracterizado -excepto la última entrega- por tener un tono muy «hard»…Ya veremos.

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