Crítica: Martyrs, de Pascal Laugier
Título original: Martyrs. Año: 2008. Duración: 97 min. País: Francia. Director: Pascal Laugier. Guión: Pascal Laugier. Música: Alex Cortés, Willie Cortés. Fotografía: Stéphane Martin, Nathalie Moliavko-Visotzky. Reparto: Mylène Jampanoï, Morjana Alaoui, Catherine Bégin, Robert Toupin, Patricia Tulasne, Juliette Gosselin, Xavier Dolan.
Martyrs: El género o la nada
No es casual que una película como Martyrs (2008) haya sido objeto de críticas y comentarios en esta web en numerosas ocasiones. El extraordinario trabajo técnico, su explícito contenido violento y la feria mediática desarrollada en torno a este film justifica más que de sobra que pase a los anales de la historia del fantástico contemporáneo, aunque el en futuro, ya veremos si es que llegamos a él o una plaga o desastre natural no nos sume a era postapocalíptica con la que tanto nos deleitamos en la pantalla. Martyrs no habla precisamente de eras postapocalípticas, ni de nuevas religiones, tampoco es un thriller en el que los buenos acaban con los malos y restaurarán el orden. Todas esas referencias convencionales quedan muy lejos de esta cinta. Martyrs es un film que trata sobre el ejercicio de la violencia hasta sus últimas consecuencias. En este caso la violencia pretende ser justificada por la accesibilidad a un conocimiento proporcionado por los que, sometidos a un régimen de tortura extrema, llegan a un estado de conciencia tal que permiten ser mensajeros de lo que hay en el otro lado. En definitiva, un martirio. Este fue un proyecto largamente acariciado por Pascal Laugier, su director, quien tras el espaldarazo recibido a su mediocre El internado (Saint Ange, 2004) vio el cielo abierto para hacer cine con algunas de sus obsesiones e ideas más originales.
En los pases proyectados dentro de los festivales especializados se produjeron acalorados debates en torno a lo que el director quería significar mediante este brutal despliegue de torturas y profanaciones del cuerpo humano. Se buscaban las claves que el realizador oculta en la película para que los espectadores se fueran con una idea cristalina del mensaje que Laugier quería transmitir; mensaje de inusual transcendencia en el cine fantástico pues los protagonistas, convertidos en magullada, vapuleada y finalmente desollada, y por fin liberados de todas sus ataduras carnales, debían alcanzar el paraíso y transmitir tal gozo a los miembros de la secta que les había hecho el favor del martirio. Tales objetivos, inspirados en las historias de mártires elevados a los altares e incluso otros anónimos que fueron cultivados por la secta suponen el punto seminal de la película, si bien esta parte de la historia es desvelada en el tercer acto de la misma. La originalidad de dicho punto de partida remite a algunos de nuestros miedos conscientes, a nivel personal y social: el trauma violento, la culpa, el secuestro, la vejación, la anulación de la identidad y por último la violación del cuerpo a nivel casi biológico, son cartas que el director galo juega con habilidad, produciendo una angustia que viene arropada por impresionantes efectos de maquillaje. No en vano, Laugier fue reclamado por Hollywood para hacer el remake de Hellraiser, los que traen el infierno (Hellraiser, 1987) aunque finalmente fue desechada su participación.
Sin embargo, y dejando aparte los numerosos méritos que tiene la cinta y reguero de acólitos que dejará tras suyo, el problema surge en ese mismo punto de partida que plantea interrogantes trascendentes a la lógica humana, y que nos llevan en el mundo de la mística, del cual renegamos todos hasta que ciertas preguntas aparecen delante de nosotros, sin darnos oportunidad a eludirlas pues, en definitiva, se trata de las eternas cuestiones del ser humano: qué somos, de dónde venimos, adónde vamos.
Cuando Stanley Kubrick plantea a Arthur C. Clarke la escritura de la novela 2001, una Odisea en el espacio (2001, A Space Odyssey, 1968) pide al escritor de ciencia ficción que visualice lo que sería un viaje ultradimensional y un encuentro con una entidad inteligente. Lejos de presentar a un ser humanoide, director y escritor manejan una hipótesis más atrevida y menos entendible por el espectador, que es la de plantear estéticamente dicho viaje mediante un caleidoscopio de colores, brillos y sensaciones que acabarán con el astronauta Bowman en una aséptica habitación donde el tiempo y el espacio son convencionalismos rotos por la naturaleza incognoscible del supuesto que persiguen los creadores del film. Gran parte del público no estuvo de acuerdo en esta visión del viaje ultradimensional y la película es hoy una de las grandes incomprendidas y a la vez admiradas del cine fantástico, pero eso a Kubrick y a Clarke les dio igual. Ellos se arriesgaron y se apartaron de la complacencia para ofrecernos una visión personal, y ahí quedará para siempre, nos guste o no, el camino que escogieron. El camino de Laugier no tiene nada que ver con el de Kubrick. Es el contrario, es el de la cobardía.
En los minutos finales de Martyrs, la protagonista, en pleno éxtasis, describe al oído a la jefa de la secta todo aquello que ve, comunicándole un mensaje o revelación del más allá. Es en este momento donde toda la película se desploma. Laugier es un buen técnico y planificador, pero como cineasta le queda mucho ya que no sabe rescatar al espectador del laberinto de horror y violencia donde le ha sumergido durante dos horas de metraje. El suicidio de la jefa de secta no responde al egoísmo de ésta para no compartir con sus discípulos el mensaje de la mártir, toda vez que ese mensaje permanece oculto al espectador. Más bien responde a la incapacidad de Laugier para mojarse en un tema tan trascendental, un escaqueo consciente de dar una opinión personal sobre el otro mundo y la relación de los humanos con él, y esto convierte a la película en un simple entretenimiento hiperviolento y gratuito.
Las polémicas a pie de butaca suscitadas por la cinta y los debates que han tenido lugar tras su proyección son sólo callejones sin salida que dan lugar a multitud especulaciones, todas ellas sin sentido, ya que el cineasta no cumple con su responsabilidad de cerrar el círculo que ha abierto. Esto difícilmente se puede hacer sin honestidad consigo mismo, entrega y cariño al espectador, cosas de las que Laugier, de momento carece.
Al igual que he hecho yo y otros, la cinta dará mucho de sí y correrán ríos de tinta durante años. Con suerte, en el futuro algún exegeta dé con las claves del film, si es que las hay. De momento el prestigio como enfant terrible de Laugier va en aumento y los comentarios, críticas y loas le seguirán lloviendo y engrandeciendo su carrera. Esperemos que al menos toda esta polvareda sirva de algo y, de cara al futuro, tengamos un Laugier sincero, formado y atrevido, aunque ahora tiene a otro gran enemigo que vencer: su ego, inflamado por ésta y cientos de otras reseñas sobre él y su película que ya se han escrito y se escribirán. Su nuevo film The Tall Man (2012), tiene también ese componente un tanto nihilista en un entorno de sectas y drama ¿se está empezando a repetir?
Tengo varias cosas que decir respecto a tu visión del film:
1- «El suicidio de la jefa de secta no responde al egoísmo de ésta para no compartir con sus discípulos el mensaje de la mártir, toda vez que ese mensaje permanece oculto al espectador. Más bien responde a la incapacidad de Laugier para mojarse en un tema tan trascendental, un escaqueo consciente de dar una opinión personal sobre el otro mundo y la relación de los humanos con él, y esto convierte a la película en un simple entretenimiento hiperviolento y gratuito.» Para nada comparto esta visión que tienes del film, yo creo que Laugier utilizó precisamente esta imagen para empujarnos a nosotros como espectadores a pensar: «Se ha suicidado porque no hay más allá» o «se ha suicidado porque hay un más allá y ella se va a él» o «etc. etc.» (vi el film hace bastante, y no me acuerdo exactamente de lo que me atormento tras su visión) pero recuerdo que me tuvo bastante entretenido en dicho tema, y no puede parar de darle vueltas, es decir, el director consiguió quizás lo que buscaba, que yo mismo me hiciera esas preguntas, y me las hiciera con respecto a la cabeza mandante de la secta.
2- «Las polémicas a pie de butaca suscitadas por la cinta y los debates que han tenido lugar tras su proyección son sólo callejones sin salida que dan lugar a multitud especulaciones, todas ellas sin sentido, ya que el cineasta no cumple con su responsabilidad de cerrar el círculo que ha abierto. Esto difícilmente se puede hacer sin honestidad consigo mismo, entrega y cariño al espectador, cosas de las que Laugier, de momento carece.» No entiendo exactamente que quieres decir con esto, para mi, este director cumplió plenamente con su función como director: me mostró un mensaje, en ningún momento mi interés por dicho mensaje disminuyó, y para mi gusto, hizo lo mejor que pudo hacer, no cerrar el círculo, puesto que no era misión de dicho mensaje cerrar el círculo, sino precisamente insertarlo en nosotros para que nosotros busquemos cómo cerrar dicho círculo; ¿es posible cerrarlo?, eso sí que sería un debate intenso, en mi opinión no, para nada, pero ojo, esto para mi es lo mejor que pudo hacer, no cerrar algo que no puede ser cerrado, creo que fue lo más honesto que pudo hacer el director, si él no sabe cómo cerrar el círculo, ¿por qué ha de cerrarlo? Simplemente nos ha mostrado lo que tenía en su cabeza, y ahora es cosa nuestra, del espectador el decidir hacer este mensaje propio, o meterla en el saco de una película más.
Manuel, tus comentarios me parecen muy interesantes, y ciertamente están en el otro punto de vista opuesto al mío. Coincido contigo -y lo apunto en la crítica- en que al final el director nos hace pensar, reflexionar sobre el más allá o el más acá, pues al final no sabemos si la «nueva carne» creada, ese martir semiológico de la era posmoderna sabe aportarnos las respuestas que buscamos, Pero incido una vez más, y esto es una cuestión de opinión en que Laugier muestra su incapacidad para, no ofrecer, sino siquiera atisbar un indicio que nos dé luz al final del túnel.
Martyrs es un compendio de buenas escenas, brutales, que hacen las delicias de cualquier espectador al fantástico, y podemos pensar que lo que nos quiere mostrar es precisamente ese nihilismo subyacente en la violencia y maceración de la carne viva. Pero en mi opinión, tal planteamiento sigue estando despojado de fondo, sólo veo forma. Que me machaquen durante hora y media con una brutalidad sin límites para al final ni siquiera indicar una posible salida del laberinto, no me parece ético, más bien un ejercicio de estilo -estilo perteneciente a la nouvelle vague del cine de terror francés, que, créetelo, admiro mucho-. En las antípodas de este razonamiento nos encontramos a directores como Fabrice Du Weltz.
Y al final Laugier ha conseguido lo que pretende, que se hable de él. Que sea el espectador el que busque las respuestas a la brutalidad que él plantea, lo cual no me parece, ni desde lejos, un ejercicio de responsabilidad. El nihilismo es eso…vacío.
Y releyendo las últimas líneas de tu comentario, lo que te expongo no está tan lejos de lo que tú indicas:
«Simplemente nos ha mostrado lo que tenía en su cabeza, y ahora es cosa nuestra, del espectador el decidir hacer este mensaje propio, o meterla en el saco de una película más.»
Estoy de acuerdo contigo, pero a mí, como espectador, eso no me sirve, por mi parte esta película va al saco 🙂
Ok, me parece muy bien todo lo expuesto por tu parte, y creo que estarás de acuerdo conmigo, en que llegados a este punto no tenemos más nada que decirnos. Es decir, no me malinterpretes por favor, me gusta la forma en que explicas tu visión de la película, pero diferimos en el punto final de nuestras visiones, como muy bien has dicho, estamos en las antípodas. Por lo que creo que ya todo lo que podamos decir no sea más que nuestro punto de vista sin poder comprendernos el uno al otro en el resultado final, pues creo que tienes tus buenas razones para creer lo que crees (y yo tengo las mías) y no quiero ni creo que pueda convencerte de lo contrario.
Pero ha sido todo un placer leer tu post y tu respuesta a mi comentario, me muestra que no todo el mundo vivió la película como yo, y quizás tenga que volver a verla a ver si tu planteamiento tiene más sentido del que yo puedo darle.
Gracias.
Manuel, te agradezco mucho tu participación en el blog, y concretamente en esta entrada. Las opiniones son distintas en cada persona, si no la vida sería un rollo. Aunque tengamos putnos de vsita diferentes, lo importante es que disfrutamos con este tipo de películas, así que con est filosofía espero que podamos seguir charlando sobre cine.
Un saludo, y aquí me tienes para lo que quieras compartir/debatir.