Crítica de Mads, dirigida por David Moreau
Mads (2024). Duración: 95’. País: Francia. Director: David Moreau. Guion: David Moreau. Música: Nathaniel Mechaly. Reparto: Milton Riche, Laurie Pavy, Yovel Lekowski, Xiomara Melissa.
Mads (2024) es la vuelta detrás de las cámaras de David Moreau con un título de terror, género que le lanzó al candelero en el año 2006 durante la llamada Nueva Ola de Cine de Terror Francés a principios de s. XXI. El resto de la carrera de David Moreau, quitando la oportunidad del anodino remake de la película hongkonesa, The Eye (2008), ha estado dedicado a la realización de títulos más bien ligeros. Moreau no llegó a ser un realizador tan respetado como Xavier Gens o Alexandre Aja, pero la buena recepción de su primer título, Ills (2006) le procuró un hueco dentro de los realizadores de aquella corriente de cine de horror francés. La noticia de su vuelta al género había causado una gran expectación.
Y aquí tenemos a la esperada Mads, una película realizada en formato plano secuencia y cuya temática no podía ser menos suculenta, el cine de zombis. Mads arranca de forma frenética, a toda velocidad -nunca mejor dicho- y su guion comienza lanzando el principio de la mitología de la historia. Un buen comienzo, buen arranque y buenas perspectivas para una cinta que se anticipa energética y agobiante, donde los sucesos se vuelcan unos sobre otros y el crescendo sube y sube. Mads juega con el chute de adrenalina, con el subidón, con la incertidumbre y con las señales que ofrece una noche apocalíptica como nunca se había vivido en el cine de zombis.
Pero sin duda alguna, el cine francés tiende a intelectualizar todo lo que toca, Mads no podría ser menos y el guion está impregnado de cierto nihilismo, aquel de una generación de veinteañeros que consumen droga a raudales y están mal criados por sus padres de clase burguesa. El exagerado consumo de drogas de los protagonistas aporta un gran valor a la atmósfera de la película, entre lo alucinado y lo orgánico, entre la realidad de los sucesos o los desvaríos de una droga experimental que consumen continuamente. Mads también juega a la fábula social criticando los excesos fascistas de las fuerzas de seguridad al más puro estilo de El amanecer de los muertos (1978), de George A. Romero, ofreciendo como final un grito desesperado, Wake up!, que bien nos puede hablar del fenómeno Woke o del esfuerzo de la protagonista por despertar de una pesadilla infernal provocada por las drogas.
Es de recibo destacar el apartado musical, con el score compuesto por Nathaniel Mechaly, responsable de gran cantidad de bandas sonoras de entre las cuales al público le sonarán con fuerza las de la trilodía Venganza (Taken). Para Mads, Nathaniel Mechaly crea una dinámica partitura de música electrónica en la que deja entrever en algún momento un homenaje a una de las referencias deudoras de Mads, la película de Danny Boyle, 28 días después (2002).
En el apartado técnico, el buen hacer de todo el equipo marca de principio a fin la película, de primeras difícil de rodar, todo un plano secuencia en plena noche, iluminado únicamente con luz natural. Y en la factura Mads encontramos uno de los dos inconvenientes principales. La película de David Moreau se la juega al ritmo, que por frenético no debe ser menos espectacular, y es que Mads debería contener más espectáculo; por ejemplo, mostrar la aniquilación de los zombis y prescindir del off visual; detalle este que empobrece los mimbres de una película hecha para ofrecer al público una buena dosis de acción y cine de género. Esta falta se le perdona hasta cierto punto, cada espectador deberá juzgar si lo que le ofrece David Moreau es suficiente para saciar su apetito de adrenalina o no.
Mads también juega mucho a la indefinición, lo frenético de su acción quiere hacernos dudar sobre si lo que ocurre es cierto o no lo es. Hemos mencionado el grito desesperado del final como un intento de despertar de una pesadilla, pero no sabemos a ciencia cierta si eso es lo que el realizador ha querido decir. Todo lo que está ocurriendo, ¿es una alucinación o es realidad?, una pregunta demasiado abierta que juega en contra del resultado final del filme.
Pese a un resultado que no está a la altura de lo esperado, Mads es una correcta incursión en el cine de género y representa el retorno de un director que tiene mucho que decir en este terreno. Ojalá no tarde demasiado en volver a dirigir y pronto nos traiga otra estimulante propuesta.