Longlegs, crítica de la película protagonizada por Maika Monroe y Nicolas Cage
Longlegs (2024). País: Estados Unidos. Director: Osgood Perkins. Guion: Osgood Perkins. Reparto: Maika Monroe, Nicolas Cage, Alicia Witt, Blair Underwood, Dakota Daulby.
Longlegs (2024) está dirigida por Osgood Perkins, nada menos que el hijo de Anthony Perkins; es este un detalle que añade morbo una producción que, tras su visionado, no deja indiferente al espectador, sobre todo si se nos viene a la cabeza la tormentosa y atormentada vida personal y artística de su padre. Dependiendo de los ojos con los que se vea Longlegs nos puede parecer una cinta salida del caos de una mente cuyos pensamientos están más allá de lo convencional, en la búsqueda de texturas insanas y planteamientos que, por arcaicos, nos parecen sumidos en oscuros y olvidados sumideros de desorden e insanidad. Valga esta declaración de principios como un decálogo de sensaciones y sentimientos y, por tanto, valoraciones subjetivas de un filme que nada a contracorriente de la escena actual.
En el comienzo de la película una pantalla cuadrada con bordes redondeados y fondo rojo nos pone en alerta, no es un formato muy habitual en las producciones actuales. Osgood Perkins llama a estéticas y texturas de los años 70 para crear la memoria fílmica de Longlegs, acontecimientos que ocurrieron en aquella época y que alternan más adelante con otra más actual, moviéndose entre la década de los 70 y los 90 con omnipresentes retratos de los presidentes USA de aquellos años, Richard Nixon y Bill Clinton.
Maika Monroe se pone en la piel de una novata agente del FBI que se ve envuelta en un caso de asesinatos múltiples de los que el (estrafalario) personaje de Nicolas Cage parece el responsable. El periplo de la agente se topará con mensajes encriptados y referencias a cultos satánicos de dos décadas antes, precisamente una época en la que la parte de la Contracultura norteamericana asimiló los códigos del satanismo como revulsivo contra la política conservadora que mandaba a los jóvenes norteamericanos al matadero de Vietnam. Longlegs tiene vocación de ser una película de horror elevado, de terror satánico ubicado geográficamente en el entorno rural del American Gothic, pero dispersa sus ideas y no logra crear un relato lo suficientemente cohesionado como para conseguir la “elevación” de la historia hacia terrenos más eruditos, quedándose en el terreno del cine de género.
Longlegs usa varias referencias (con muy poco disimulo) y que ayudarán al aficionado a encajar el título dentro del género, principalmente El Silencio de los Corderos, Millennium (la serie creada por Chris Carter) y la también serie True Detective. Pero Ozgood Perkins también logra crear una síntesis y revival de los códigos del cine de asesinos en serie (que nadie hasta ahora había hecho) con un horror más sobrenatural y metafísico. Los resultados en este aspecto son dos; por una parte nos encontramos ante una colección de las mejores atmósferas de terror de los últimos años, pero por otra nos sentimos un poco estafados ante la falta de concreción del guion, que no sabe como salir del embrollo en el que se mete y nos regala un largo flashback con el que pretende disipar todas sus dudas argumentales.
El final de Longlegs está en la línea de ese embrollo provocado por la deriva de un guion que difícilmente se sostiene por querer abarcar mucho más de lo que puede. Se persigue con inquina querer convertir Longlegs en un clásico del cine de terror, y además hacerlo desde un tono elevado, y su libreto no da para eso. Maika Monroe se deja la piel en el papel protagonista y consigue una sólida y creíble interpretación, la estética retro y granulada funciona como un imán para la retina del espectador pero finalmente, en el momento de la conmoción, del shock, Longlegs se queda a medias. Y no obstante, ha sido un notable intento.