La_maldicion_del_altar_rojo-poster

Año: 1968. Duración: 89’. País: Reino Unido. Director: Vernon Sewell. Guión: Jerry Sohl, Mervyn Haisman, Gerry Levy, Henry Lincoln (Historia: H.P. Lovecraft). Música: Peter Knight.  Fotografía: John Coquillon. Reparto: Boris Karloff, Christopher Lee, Mark Eden, Barbara Steele, Michael Gough, Virginia Wetherell, Rosemarie Reede, Derek Tansley, Michael Warren

«Un anticuario llamado Robert Manning, llega hasta la siniestra mansión de un pequeño pueblo británico, buscando a su hermano Peter, que ha desaparecido y que tiene pistas de que pudiera haber estado allí. En la mansión, descubre la historia de la bruja Lavinia, que fue quemada hace 300 años, y que los habitantes del pueblo celebran cada año el acontecimoento como una especie de fiesta pagana. Esa misma noche sufre un extraño sueño donde aparece la bruja y una serie de macabros seres realizando un ritual.»

La Maldición del Altar Rojo (Crimson Cult, 1968) es una película peculiar, una cinta de esas que han quedado enterradas en la intrahistoria del cine fantástico debido a la falta de carisma de su propuesta, a pesar de contar con varios pesos pesados con los que la productora Hammer solía acompañar a sus mejores lanzamientos. Christopher Lee (Morley), Boris Karloff (Dr. Marsh) y Barbara Stelle (Lavinia) son las estrellas que encabezan el elenco de una película irregular y confusa, y a la que estos nombres del terror clásico no consiguen sacar a flote, a pesar de lo carismático de su presencia.

La repercusión que esta cinta ha tenido en lanzamientos posteriores ha sido prácticamente nula; todo lo contrario, es ella la que ha bebido de fuentes anteriores, experimentando una suerte de exploit narrativo que procede casi en su totalidad de dos fuentes, una literaria y otra cinematográfica. Oficialmente, la película es una adaptación del relato de H.P. Lovecraft, Sueños en la Casa de la Bruja (Three Dreams in the Witch House). La adaptación del cuento del “solitario de Providence” es muy libre y apenas se conserva el esqueleto argumental del relato original, en el que una bruja transgrede las coordenadas dimensionales para seducir a un joven estudiante, elementos narrativos que Lovecraft manejaba gran talento, y que aquí quedan reducidos a un mero truco de puertas secretas y pasillos con telarañas; el episodio de la serie Masters of Horrors, Tras las paredes (Beyond the Walls, 2007) fue una aproximación más fidedigna al relato de Lovecraft. Por otro lado, la sobrevalorada película City of the Dead (1960) es la referencia de celuloide para  esbozar el argumento del pueblo maldito por una cruel bruja. El protagonista de City of the Dead era el propio Christopher Lee, que en La Maldición del Altar Rojo interpreta un papel muy parecido.

Pasada la efervescencia de terror clásico con etiqueta british, la productora Hammer se asoció con Tigon British Film Productions para sacar adelante La Maldición del Altar Rojo, dando lugar a una película menos gótica, repleta de tintes costumbristas –como la inacabable escena de los bomberos apagando el incendio de la mansión- más en la línea de las producciones Amicus. El erotismo hammeriano de transparencias y escotes se sustituye por vestidos ye-ye, minifaldas de vértigo y algún desnudo trasero de otra de las protagonistas femeninas, Eve (la escultural Virginia Wetherell); el protagonismo de la mujer y del cuerpo femenino queda subrayado de forma patente pero desde una óptica moderna. El contexto temporal de la película se sitúa en plena época de la contracultura y el auge de los movimientos musicales europeos, con sociedad más moderna y menos folclórica, dedicada de lleno al hedonismo democratizado. En ese aspecto la escena de la fiesta es la recreación descreída de una celebración pagana, donde el alcohol y el sexo corren a raudales, desprovistos ya cualquier seña de contenido religioso.

Sin duda, lo más destacable de esta película es el tono hipnótico y colorista de la puesta en escena, machaconamente kitsch (y ahí incluimos lo hortera del look de Lavinia y sus adeptos) y remarcada por el buen hacer en la fotografía de John Coquillon, a lo que acompaña la partitura de Peter Knight, con registros que van desde el drama folletinesco hasta el tremendismo gótico, pasando por piezas bailables y dinámicas. Por lo demás hay poco que salvar de la cinta: un realizador con poco carisma, unos intérpretes que están esperando a que el director les diga qué hacer, y un argumento insulso y tópico con un final apresurado y poco esclarecedor.

La Maldición del Altar Rojo es una cinta que no cuenta ni contará con el beneplácito de la gran mayoría de los aficionados –no digamos ya público en general-. Quizás vale la pena tenerla en mente y saber que un día el trío de ases Karloff-Steel-Lee se reunieron para hacer una película de terror que no daba miedo, y que obedeció más a una necesidad industrial, la de mantener engrasada la maquinaria de las productoras de terror británico, ya entradas en decadencia, y pronto se verían desplazadas por la aparición del visceral american gothic al otro lado del océano.

 

3 COMENTARIOS

  1. Pues seré un tipo raro. Pero a mi este desproposito de pelicula me resulta agradable……..Es mas la estética cutre que respira, me parece hasta conseguida. Eso si, no es una pelicula para ver entera, pero un ratito, entretiene y resulta que te evadas viendo esos decorados imposibles y esas mascaras y maquillaje dignas del delirio de un travelo de provincias

  2. Pues seré un tipo raro. Pero a mi este desproposito de pelicula me resulta agradable……..Es mas la estética cutre que respira, me parece hasta conseguida. Eso si, no es una pelicula para ver entera, pero un ratito, entretiene y resulta que te pierdes viendo esos decorados imposibles y esas mascaras y maquillaje dignas del delirio de un travelo de provincias

    • jajajaja, muy bueno eso del travelo de provincias. Es que es totalmente cierto. Estoy contigo en que para un ratito vale, pero mucho más no.

      La escena del fraile y el tío de los cuernos de ciervo jugando a las cartas es impagable.

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