La Casa del fin de los tiempos

Crítica: La Casa del Fin de los Tiempos

Título: La Casa del Fin de los Tiempos. Año: 2013. País: Venezuela. Director: Alejandro Hidalgo. Guión: Alejandro Hidalgo. Música: Yoncarlos Medina. Fotografía: Cezary Jaworski. Reparto: Ruddy Rodríguez, Gonzalo Cubero, Rosmel Bustamante, Guillermo García, Adriana Calzadilla, José León, Héctor Mercado, Yucemar Morales.

El movimiento romántico situó a la casa, el caserón, el castillo, la abadía, o cualquier recinto con cierta carga histórica o emocional en el punto de mira de los sucesos paranormales. La impregnación de los muros de un casa solariega por energías producto de sucesos del pasado dio lugar a un sinfín de fenomenología que iba desde la aparición fantasmagórica hasta la rememoración de los crímenes o acontecimientos que sucedieron «in illo tempore». A los románticos les gustaba vivir en esos sitios y sentir las sensaciones y el escalofrío de lo paranormal, de ahí las historias que narraban con gran estilismo literario y puntual descripción en primera persona de las experiencias paranormales de sus protagonistas. La «casa gótica» se convierte así en un icono de la literatura fantástica como cubículo en el que se condensan los vapores del Bien y del Mal, de lo desconocido y de lo atormentado. Con algo más de sofisticación, y avanzado el siglo XX, algunos autores de relatos fantásticos consideran que la casa gótica debe reinventarse a sí misma y ser algo más que el contenedor de unos cuantos espectros extraviados entre dos mundos, la casa puede vivir como entidad, respirar y no necesitar de sus vaporosos inquilinos para asustar a sus residentes; la casa puede tener vida propia mediante la implementación de una arquitectura «mágica» y la ubicación de la misma en terrenos que se han dado por llamar -entre otros muchos nombres- vórtices de poder. La idea de la casa como actante y catalizador de los sucesos paranormales no es nueva, las culturas más antiguas consideraban el arte de la construcción como sagrado y las dimensiones, arquitectura y ubicación de una casa, templo o recinto, debían estar regidos por normas muy estrictas de construcción -numerológicas, geománticas, astrológicas- si se deseaba que la casa cumpliera la misión específica para la que se había construido.

La Casa del Fin de los Tiempos, con Rudy Rodríguez

Esta introducción, aunque parezca superflua en un principio, nos va a dar una de las claves más importantes para comprender La Casa del Fin de los Tiempos (2013), película de terror venezolana del novel Alejandro Hidalgo, en lo que parece ser, y esto lo dice el propio director, la primera película de género de terror venezolana, afirmación que no podemos corroborar al sernos completamente ajena la filmografía de este país latinoamericano. Si bien la protagonista en la sombra de esta película es una casa y el título de la película nos suena a aquella obra literaria La Casa en el Confín de la Tierra (1908), de William Hope Hodgson, hemos de señalar que nada tienen que ver la novela de horror cósmico con la película de Alejandro Hidalgo; la primera se centra en la vicisitudes del habitante de una casa a través de la cuál descubrirá una extraña cosmogonía del universo, mientras que en la película de Hidalgo, la historia coquetea entre el relato de fantasmas, el drama y la paradoja espacio-temporal; quedan avisados los que se acerquen a La Casa del Fin de los Tiempos pensando que se trata de una adaptación de la notable novela de Hodgson. Así, la película venezolana debe verse sin presunciones, preparados para ser sorprendidos con un argumento cuya resolución debe aguardar hasta los últimos quince minutos para ser aprehendido en su verdadera dimensión.

La Casa del Fin de los Tiempos, bucle temporal

Poco sabemos del realizador de La Casa del Fin de los Tiempos. Alejandro Hidalgo es un joven director venezolano que se estrena en el largo con esta película, realizando un interesante ejercicio de técnica y control de la narración. El guión firmado por el mismo es a priori interesante, más cuando las historias de terror que están llegando de Latinoamérica son dignas de admiración aunque no cuenten con los medios de producción que merecen: La Casa Muda (2010), Somos lo que Hay (2010) o La Segunda Muerte (2012) son títulos que merecen ser considerados por los aficionados al cine de terror como una muestra de lo que la incipiente industria de género latinoamericana es capaz de hacer; a estos títulos hemos de añadirle necesariamente La Casa del Fin de los Tiempos.

Un comienzo desconcertante…una mujer, Dulce (Ruddy Rodriguez) aparece herida en el suelo, al lado suyo se encuentra el cadáver apuñalado de su marido. Segundos después su hijo desaparece en el sótano, arrastrado desde la oscuridad por manos de rostro invisible. La mujer es culpada de la muerte de su marido y de la desaparición de su hijo y condenada a 30 años de cárcel, tras los cuales vuelve a la misma casa donde todo sucedió, encontrándose con que la misteriosa presencia de un anciano empuñando un cuchillo reclama su atención.

La Casa del Fin de los Tiempos, de Alejandro Hidalgo

Con un final redentor más cercano a los últimos éxitos de cine de terror más comerciales que a las películas de fantasmas vengativos llegados de Oriente, La Casa del Fin de los Tiempos propone un juego de horror y fantasmas a dos bandas; por una parte, Dulce siendo una mujer joven y siendo protagonista ella y su familia de los luctuosos hechos que llevarán a la descomposición del núcleo familiar, con una acertada dosificación del misterio y con escenas realmente aterradoras que nos recuerdan a unos cuantos títulos señeros del terror contemporáneo (la escena del niño cubierto por una sábana tiene ese a El Sexto Sentido) muy bien hilvanadas en el contexto de la situación paranormal que acosa a la familia. En la otra parte de la narración Dulce ya es una persona mayor y vuelve a su casa para purgar sus pecados, especialmente el sentirse responsable de la desaparición de su único hijo con vida, segmentos éstos con menos fuerza que los primeros pero que también tienen momentos muy interesantes que insuflan mucha potencia al conjunto de la historia, como las apariciones de ese fantasma con el cuchillo en la mano, secas y concisas, y a la par efectivas y terroríficas.

La planificación de la acción es muy correcta; a pesar de que se desarrolla en dos planos temporales distintos no se encuentran problemas de continuidad en las secuencias. El plato fuerte de la película es la secuencia en la que ambos planos temporales se funden dando lugar a la situación más climática de la cinta; ahí todo vuelve a funcionar como un engranaje bien engrasado.

La Casa del Fin de los Tiempos, terror venezolano

En esta historia de fantasmas que se mueven en bucles temporales destacan varios signos de autoafirmación del cine fantástico latinoamericano, cliches que en el cine occidental ya hace tiempo que se desecharon y que la industria fantástica del cono sur recupera para engranar sus guiones. Nos referimos a la presencia de un factor religioso, católico en la mayoría de los casos, como fuerza que se contrapone a la maldad de los fenómenos paranormales que en este caso acosan a la familia de Dulce. La Casa del Fin de los Tiempo no sólo tira de la ayuda de los asalariados vaticanos, también recurre a un medium y a remedios de santería para obtener la verdad sobre lo que está ocurriendo en esa casa maldita y una referencia a la Masonería que se queda poco

Hemos comentado al principio que la orientación de la película es redentora, alineándose con las producciones de terror comerciales tipo El Orfanato (2007), Los Otros (2001) o El Sexto Sentido (The Sixth Sense, 1999) más que con las cintas clásicas de terror con fantasmas cabroncetes y vengativos. Muy lejos estos títulos y de La Casa del Fin de los Tiempos quedan propuestas como Al Final de la Escalera (The Chalenging, 1980) o La Leyenda de la Casa del Infierno (The Legend of Hell House, 1973), parece que este tipo de películas haya pasado a la historia en favor de propuestas más soft y digeribles, abiertas a un público más amplio. Es esa forma de enfocar el nuevo cine de fantasmas lo que finalmente hace perderse en parte a La Casa del Fin de los Tiempos; hubiésemos preferido un final un poco más contundente. La conclusión del libreto de Hidalgo es harto complaciente con los personajes y sobre todo destroza la paradoja espacio-temporal que se había propuesto, muy lejos del enloquecido y diabólico bucle propuesto por Triangle (2009). Cuestión de gustos sin duda, y de exigencias de una industria que quiere llevar los títulos de terror al ámbito de la popularidad y de la excelencia técnica, aún a costa de derivaciones menos terroríficas de las esperadas. Aún con todo el batiburrillo que Hidalgo forma en la última parte de la película, La Casa del Fin de los Tiempos no desmerece para nada considerarse ya un clásico del horror latinoamericano y un título imprescindible para conocer las tendencias del cine fantástico de este año.

La Casa del Fin de los Tiempos está disponible en edición Bluray y DVD, lanzadas ambas ediciones por CAMEO y REDRUM.

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