Pocas son las mujeres que se han atrevido a dirigir películas de terror o de ciencia ficción. Debe ser por eso que cuando aparece en Sitges algo relacionado con la figura de Jennifer Lynch, público y jurado se interesan de inmediato. El hecho de ser la hija del maestro del cine onírico le suma puntos inevitablemente, consiguiendo que los seguidores de su padre le concedamos una atención especial, curiosos por ver lo que hace. Pero su trabajo habla por sí mismo, pues ya en 2008 ganó el premio a la Mejor Película en el Festival de Cine Fantástico y de Terror de Sitges con Surveillance (2008).
“Cuando recibí la noticia fue algo alucinante. ¡Nunca había ganado nada! Fue como si toda la oscuridad que arrastraba desde “Mi obsesión por Helena” se desvaneciera por fin y la gente empezase a apreciar lo que yo hacía. El premio me hizo ver que valía la pena seguir haciendo películas, sin importar lo negras que pudieran ponerse las cosas.“
Y así cuatro años después, en 2012, Jennifer reaparece en el Festival de Sitges para presentar Chained, una propuesta perturbadora sobre un taxista (Vincent D´Onofrio) que tiene a un niño encadenado en su casa, obligándole a limpiar cada vez que él termina con una nueva víctima. Pasan los años y el chico, apodado Rabbit, se hace mayor: es el momento de presenciar en qué se ha convertido tras tantos años de violencia. Chained (2012) tiene puntos en común con Surveillance (2008): esa elegancia tan difícil de encontrar en el cine de género, la incomprensión, el misterio, la inquietud… Todos estos elementos se han unido para crear una atmósfera terroríficamente acogedora en la que el miedo va más allá de lo físico y el espectador tiene mucho que decir al respecto.
“Cogí el proyecto de Chained cuando estaba prácticamente arruinada y la idea inicial era hacer algo del estilo torture porn, pero eso no me interesaba. Lo que me atraía de la historia era la relación entre el psicópata y el niño. Para mí es más turbador si se reconoce el perfil humano del asesino, y al mismo tiempo, uno se pregunta si el chico acabaría igual que él.”
El trabajo de Jennifer Lynch se ve recompensado por segunda vez en la edición del Festival de Sitges de 2012 con el Premio Especial del Jurado, donde tuvimos la oportunidad de charlar con ella sobre el estreno de Chained. Al igual que su primera película, Mi obsesión por Helena (Packing Helena, 1993), Chained se ha prohibido a menores de 18 años en Estados Unidos, limitando así cualquier posibilidad de ser exhibida en las salas comerciales.
“No logro entender por qué mi cinta es peor que Hostel o Saw. Según el comité es “demasiado real y perturbadora”. ¡Claro que lo es! Aunque casi toda la violencia ocurra fuera de campo, sigue siendo desasosegante. Tiene que hacer sentir mal. En definitiva, ellos creían que había hecho una gran película, pero no pensaban que fuera adecuado que la gente viera. Los cines no van a proyectarla, así que se estrenará directamente en DVD. Me sabe muy mal, porque la había concebido para ser vista en pantalla grande. Casi todo el diseño de sonido va a perderse en el televisor y la Academia no verá el trabajo de los actores, que es genial. Les pregunté si habrían sido más flexibles de haber tenido a Brad Pitt interpretando al asesino y me dijeron que sí, porque entonces nadie pensaría que podía ser real.”
La visita de Jennifer Lynch aquel año al festival era casi obligada, puesto que además de Chained, también presentó Despite the Gods (2012), documental que ella misma protagoniza y que se enmarcó en la sección Noves Visions. Esta cinta narra sus aventuras en la India durante el rodaje de la película Hiss (2010), una extraña coproducción con Estados Unidos basada en la leyenda de una serpiente que se convierte en una mujer para volver a convertir en serpiente. Penny Vozniak era la encargada de cuidar de la hija de Jennifer durante el rodaje, pero lo que ocurría a su alrededor pronto empezó a despertar su interés. Poco tenía que ver aquello de Bollywood con las producciones americanas: el choque cultural, las huelgas de empleados de luminotecnia, los extraños rituales al comenzar el rodaje, los desmayos en el set, la falta de organización… Así que Penny comenzó a filmar todo lo que ocurría a su alrededor y el resultado es una cinta divertida, emotiva y sorprendente en la que vemos cómo Jennifer Lynch trata de salir ilesa de esa aventura en el otro lado del mundo. Asistimos a la simpática relación que comparte con su hija, y con toda sinceridad, Jennifer se abre ante la cámara para contar sus preocupaciones, para recordar conversaciones con su padre… Finalmente el productor de Hiss decidió realizar un montaje alternativo al que ella propuso, convirtiendo la película en el mayor fracaso de su carrera.
“Sigo sin haber visto “Hiss” y quienes sí lo han hecho me dicen que no lo haga, porque querría cortarme las venas.”