Año: 2010. Duración: 144′ País: Corea del Sur. Director: Kim Jee-Won. Guión: Park Hoon-jung. Música: Mowg. Fotografía: Lee Mo-gae. Reparto: Lee Byung-hun, Choi Min-sik, Jeon Kuk-hwan, Oh San-ha, Kim Yun-seo, Choi Moo-sung, Kim In-seo.
Dado el caótico panorama que rige la distribución cinematográfica española actual a nivel de salas de exhibición, deberíamos agradecer la edición íntegra en DVD y Bluray realizada por CAMEO de un filme que, de haber llegado a nuestras pantallas, probablemente lo habría hecho sufriendo mutilaciones en su metraje. Encontré al diablo (I Saw the Devil, 2010) es otro brillante ejercicio de uno de los grandes malabaristas del cine de género contemporáneo, Kim Jee-Won, que fusiona los influjos del torture porn, la comedia -omnipresente en su filmografía-, el neo-slasher francés -la escena del invernadero está claramente inspirada en Alta Tensión, de Alexandre Ajá- y cierta modalidad del thriller moderno inaugurada por David Fincher con Se7en (1995) y ampliada en Zodiac (2007), dos de las películas más sugestivas e inteligentes hechas nunca sobre el miedo como enfermedad social. Frente al flagrante fracaso de los Estados posmodernos y gracias (incluso) a su influjo, serán tenebrosas pulsiones subterráneas las que tomen el relevo, asumiendo su papel de secretos motores de la Humanidad.
En relación con su coyuntura cinematográfica, la surcoreana, plagada de historias de venganza, Encontré al diablo surge como incisiva réplica a la trilogía sobre la venganza de su coetáneo Park Chan-wook, Simpathy for Mr. Vengeance (Boksuneun naui geot, 2002), Simpathy for Lady Vengeance (Chinjeolhan geumjassi, 2005) y, muy especialmente, Oldboy (2003). No por casualidad, el psicópata que interpreta Choi Min-sik -protagonista también de esos dos últimos títulos- tiene una clara preferencia por los martillos a la hora de dejar inconscientes a sus víctimas. Si Chan-wook hablaba de las propiedades balsámicas y catárticas de la ficción vengativa, Jee-woon nos dice que no hay un sentido purificador en el afán de destruir a quien nos ha causado daño; a lo sumo, iniciar ese tránsito al reino de las sombras nos lleva a asomarnos a nuestras cavernas interiores para (re)conocer un paisaje emocional devastado que se extiende desde la conciencia individual a la colectiva.
Encontré al Diablo no utiliza el género como plataforma para discurrir acerca de la venganza —aunque esta sea, indudablemente, uno de los asuntos medulares de la película—, sino que, más bien, emplea el duelo entre asesino y némesis con el fin de hablarnos de la interrelación entre el sufrimiento del cuerpo y el de la mente. Soo-hyun -un hierático Lee Byung-hun-, agente del servicio secreto surcoreano, no puede evitar la muerte de su novia a manos de un psicópata sin atisbos de empatía por ningún otro ser vivo; de ésta forma, el atribulado joven iniciará una gesta vindicadora que no tiene tanto que ver con equilibrar la balanza eliminando al criminal, sino con tratar de igualar, a través de la tortura física, el sufrimiento indescriptible que ha convertido al protagonista en un maldito, en una sombra errabunda.
El primerizo Park Hoon-jung estructura el guión en una serie de vibrantes set-pieces, compactas bombas de relojería que estallan en una sucesión de sórdida violencia y apabullantes vueltas de tuerca insertas en una espiral narrativa que se dirige hacia un abrasivo, irrevocable y terrible final. El público occidental tiene una seria desventaja respecto al oriental a la hora de digerir estas piezas como parte de un cuerpo narrativo compacto, toda vez que los momentos de explosión de acción (o violencia) son en ocasiones de un tono humorístico que raya el surrealismo. El público oriental está acostumbrado a este tipo de excesos narrativos y visuales, mientras que nosotros lo vemos como un exotismo más que añadir a la película. Quizás el punto medio sería la situación perfecta, pero claro, entonces no estaríamos viendo Encontré al Diablo de Kim Jee-Won.
El director oriental inyecta potentes dosis de humor negro que, lejos de frivolizar o banalizar el discurso, enriquecen el alcance de unas imágenes que perturban por su carácter híbrido. Algunos instantes de vigoroso sentido dramático obtienen la forma del gag puro y duro: la cabeza de la joven que, debido a la torpeza del personal forense, rueda frente los ojos vidriosos del aturdido novio. El público —auténtico objeto de estudio de este experimento— aguanta la respiración, se cubre los ojos, suspira y ríe; el hecho de que la violencia sea recibida con regocijo o con malestar no depende de la intensidad o explicitud de la misma, sino más bien de qué cuerpo reciba las agresiones.
El star system surcoreano copa el elenco de esta película, concebida como un ensayo sobre la aplicación de la violencia en uno y otro sentido. Frente a la desnaturalización de la misma por parte de una secta familiar de psicópatas caníbales, hasta el ejercicio de ésta de la mano del novio y nuero ejemplar. El hecho de que la película sea concebida como un título de horror pero también como un blockbuster, nos lleva a terrenos muy resbaladizos y un poco complicados de ollar. Por una parte, las explícitas escenas de gore y torture porn vuelcan por momentos la balanza al lado de la recreación genérica más genuina, por otra, la presencia de nombres del cine comercial surcoreana tan consagrado nos lleva a maravillarnos de esta hibridación, imposible en el cine comercial europeo o norteamericano. Otro tanto que se apunta Encontré al Diablo, un relato brutal sobre la desorientación ética del mundo contemporáneo, que a la par satisface los estómagos más suculentos de los aficionados con un aparataje visual sin parangón, impactante y necesariamente brutal, y como no, sumamente entretenido.
Encontré al Diablo se suma al catálogo de CAMEO y MEDIATRES, en lo que supone un nuevo acercamiento del público español a la filmografía surcoreana. También lo han sido títulos como The Yellow Sea (2011) o Nameless Gangster (2012), y a buen seguro en los próximos meses nos encontremos con más e interesantes lanzamientos.
Digna de aplauso la selección de Cameo, su cuidado por el producto que ofrecen y el respeto por el espectador. ‘Encontré al diablo’ es una de las cintas coreanas que más me han entusiasmado recientemente. Choi Min-sik de nuevo con el martillo en ristre. Dos horas de adrenalina pura, humor bufonesco y negro como solo lo hacen los surcoreanos, excesos perfectamente integrados en la dinámica de la película y un juego del ratón y el gato que te agarra de la pechera y no te suelta en ningún momento.
Yo la vi en Sitges por primera vez en 2010 a las 8 de la mañana, me quedé estupefacto ante tamaña exhibición de violencia y humor negro. Con el tiempo la veo más intelectual que cuando la vi por primera vez.
Es curioso lo distinto que es el cine coreano frente al occidental. Aquí no se podrían hacer cosas así.
Un saludo amigo!!
Concuerdo, película muy interesante y edición en BD dignísima. Hace relativamente poco la recuperé y confirmé que no pierde impacto aunque el tiempo pase. Lo que no me acabo de creer es que la escena que menciona la crítica esté inspirada en Alta tensión. Si se inspira, no creo que sea consciente..
Hace poco los realizadores de The Endless nos dijeron en una entrevista que cuando se les dice si se han inspirado en una u otra película, y ellos no la han visto, es que ocurre de forma no premeditada ya que no las han visto. El lenguaje cinematográfico, en ocasiones, tiene estas casualidades. No hace mucho que también la echamos un vistazo también, como un par de meses, y sigue siendo brutal, un clásico del thriller coreano.
Entre las películas que citas para situar y la crítica en si, me la anoto muy mucho.
Gracias amigo, espero que te guste 🙂