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Crítica de Electric Boogaloo: La loca historia de Cannon Films

 

Título: Electric Boogaloo. Año: 2014. Duración: 105 min. País: Australia. Director: Mark Hartley. Guión: Mark Hartley. Música: Jamie Blanks. Fotografía: Garry Richards. Reparto: Documentary, Molly Ringwald, Tobe Hooper, Dolph Lundgren, Richard Chamberlain, Elliot Gould, Just Jaeckin, Franco Nero, Bo Derek, Franco Zeffirelli.

Electric Boogaloo: La loca historia de Cannon Films o como hacer cine a saco con tan mal gusto

 

Al igual que el logotipo de la Orion Pictures que hace nada ha vuelto a la vida, probablemente recordareis el emblema de la Cannon Films. Puede que lo vieseis en una película de esas que echan a las tantas de la madrugada, o peor aun, pagando una entrada de cine, o aun peor, la confundisteis con la película porno VHS de vuestros padres y en realidad os tragasteis un no se, Delta Force y por eso vuestro refinamiento sexual es tan confuso a día de hoy, vamos que no os resultara ajeno. Tampoco lo de la cinta porno. Pero a diferencia de la Orión, que hizo nueve películas con Woody Allen, clásicos del género intachables como Robocop o Terminator y tuvo a cuatro ganadores de los Oscars de Hollywood entre sus filas (Con Platoon por ejemplo), la Cannon Films se definió inmediatamente por su paupérrima calidad, su falta de buen gusto, su oportunismo y sus grandes delirios.

Que soy fan de la Cannon Films, a estas alturas del juego todos os lo sabéis. Es imposible no ser fan de esta productora y de sus más que conocidos productores Menahem Golan y Yoram Globus, creadores de la mayor colección de despropósitos de la historia del séptimo arte. Hablar de ellos es hablar de America 3000, el Ultimo Americano Virgen, Yo el Halcón, La saga metafascista de Charles Bronson Death Wish, del Teniente Coronel James Braddock ¿Interpretado? Por Chuck Norris, Masters del Universo o Superman IV. También es hablar de la increíble vergüenza ajena que pasaron numerosos creativos por esos lares como Tobe Hooper y su puraco sempiterno, entre otros.

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Si, el puro también pasaba lo suyo mientras lo iba chupando el bueno de Tobe.

Hablar de la Cannon Films es por supuesto también recordar con nostalgia adolescente aquellos desnudos gratuitos, los personajes planos, las interpretaciones fuera de lugar, los FX de becario sin remunerar (como si hubiese otro tipo de becario), los escenarios acartonados, los monstruos de goma de andar por casa e historias sobre temas tan apasionantes como el Break Dance o la Lambada. Esta Legendaria productora también fue la encargada de dar a conocer al mundo y al Universo (Espero que si alguna raza alienigena belicosa ve películas de la Cannon, no nos juzguen y decidan aniquilarnos) figuras conocidas de la farándula del séptimo arte como Chuck Norris, Jean Claude Van Damme, Michael Dudikoff o Dolph Lundgred. En definitiva, Cannon Films es sinónimo de cutrez, de sordidez, de serie B (o Serie Z, que era lo que parecía realmente), de desvergüenza y de vulgaridad, sí; pero también de amor por el cine, de pasión y de trabajo. En su catalogo hay más de 180 películas, realizadas entre 1979 y 1990. Una media de casi dieciocho películas al año. Un ritmo de producción impropio de un estudio que surgió de la nada y que alcanzó el mayor de los éxitos durante la década de los ochenta de la mano de Menahem Golan y Yoram Globus, dos productores que amaban al cine por encima de cualquier otra cosa, pero que tenían la misma intuición artística que una langosta iraquí.

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En mi cabeza tengo entre mis películas de cabecera, demasiada caspa de la Cannon. Este hecho se debe sin ningún genero de duda a que este era el cine típico que se ponía por la televisión en mis años mozos, o porque asfixiaba todos los videoclub del barrio con su olor a fermentación Kosher y sus portadas molonas. Para bien o para mal, la Cannon Films ha marcado una época desde sus orígenes a finales de los sesenta (pero sobre todo principios de los setenta, que fue cuando desembarcó oficialmente en Hollywood el séquito israelita) hasta el cierre de la productora en el 94, con un par de películas en la recámara para estrenar de cualquier manera hasta 1996. Todo esto acaba siendo siempre más de lo mismo y nada nuevo bajo el Sol de la compañía. Esto es, películas de serie B, exploit y sexploitations (Que harían vomitar al mismísimo Roger Corman desde su cama), cuchufletas que en su momento se veían desde la inconsciencia y ahora se recuerdan con cariño pese a ser sirope del bueno. Gracias al estudio que se montaron los joviales primos del bar mitzvah, conocemos todos esos conceptos que, no, no fueron inventados por ellos ni mucho menos, pero sí puestos en primerísima plana para adueñarse de la cultura pop de todo un país.

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Cannon es una golosina irresistible para Hartley, que en sus documentales anteriores «Not Quite Hollywood» (2008) y «Machete Maidens de Unleashed!» (2010) ya demuestra su conocimiento sobre el genero de películas de explotación en Filipinas o Australia igual que Charles Bronson sabe que los niggers de su barrio son gentuza y que acabara metiendoles un tiro en la cabeza con su fiel Willie. La propuesta de Mark Hartley no es que se pueda tildar de poesía romántica ñoña, oda a la caspa, ni nada por el estilo. Su recorrido abarca los estrenos más cañeros del estudio (de alguno debió quedarse sin derechos, como el Templo del oro o Megaforce), y lo más normal es que se acuda a ellos mediante declaraciones esclarecedoras y poco halagadoras de alguno de sus implicados. Bo Dereck, Richard Chamberlain, Tobe Hooper o Franco Nero (amen de montones de montadores, guionistas y demás peña) explican lo desubicados que se encontraban cuando trabajaban con los “judíos de las malas noticias”; comerciantes de rastrillo hippie que compraban derechos y pre-vendían películas a ritmos de velocidad del dragon Khan (con posters falsos de películas que jamas realizarían por ejemplo), produciendo, escribiendo, dirigiendo o montando mil y una veces plagios, autoplagios, infraproductos secuelas o meros subproductos de presupuestos famélicos al principio, desorbitados después, e infumables en la recta final. Películas desastrosas en la mayoría de casos, con algún éxito de público por aquí, y algún acierto (pocos) cinematográfico genuino por allá, pero por lo general impresentables por los motivos de siempre, que son los que Hartley intenta rescatar para su documental Electric Boogaloo: la loca historia de la Cannon Films.  Su otro objetivo son los seres humanos detrás de esta defectuosa maquinaria: dos excéntricos, locos por alcanzar su sueño a toda costa, que no es otro que hacer cine. Pero no de calidad por lo visto. Conforme se va desglosando la loca historia de la Cannon Films, te encuentras expuesto a un constante dualismo: ¿Genios o locos? ¿Visionarios o inútiles? ¿Soñadores o ebrios de poder? Juzgad vosotros mismos, estamos en Electric Boogaloo: la loca historia de la Cannon Films.

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Hartley consigue que todo el documental de Electric Boogaloo: la loca historia de la Cannon Films tenga el mismo rollo ochentero que tenían las películas de la productora; y consigue además que sea un auténtico deleite asistir al repaso de la historia de Cannon Films seas un principiante en cuanto a conocimiento de la productora, o pirados que se saben hasta la ultima mierda de la compañía como yo. Me llamó especialmente la atención escuchar el tono nostálgico y a la vez jocoso de todos los entrevistados cuando hablan del gran número de chapuzas perpetradas por Golan y Globus, o como hablaban por ejemplo. Y es que, pese a la dudosa calidad y procedencia de sus películas, es inevitable sentir cierta simpatía por su ingenua forma de concebir el cine. Y es que ellos creían en todo momento estar haciendo los blockbuster de la década, y no eran conscientes de su extraña habilidad para convertir en basura todo aquello que tocaban. Además, Golan y Globus utilizaban más que discutibles métodos para promocionar su propiedad intelectual, y en cierta medida imponían su visión comercial a los responsables creativos, enmierdando su trabajo. Su afán por ser económicamente rentables era proporcional a la ingenuidad y al delirio que mostraban. Pero todas sus acciones, controvertidas y discutibles, tenían un denominador común: el amor por hacer cine y por trincar pasta, por eso de que son de Israel, ya sabéis.

Electric Boogaloo: la loca historia de la Cannon Films es, en principio, un documental sobre películas retro frikis que podría asustar a los desconocedores del submundo por el que se mueven Bolero, El baile prohibido o Cobra, pero en verdad, es una película sobre el ser humano mucho más profunda de lo que cabria imaginar, de empatía total e inmediata y con un mensaje a su vez positivo y totalmente descorazonador.

dvd electric boogaloo la loca historia de cannon filmsA su vez, 39 Escalones edita COMO LOS CANONES MANDAN una película de estas características. Esto es: con un aspecto visual glorioso (la caja tiene forma de VHS añejo), un libreto de Applehead Team en el que hablan básicamente de los films que salen en el documental, y extras de vicio masturbatorio: de entrada, un trailer, como en los viejos tiempos y nada más y nada menos que el de Yo el halcón. Después, rótulos retro con las advertencias antipiratería de toda la vida, y un menú en forma de televisor de antaño, al que ir a parar al inicio del film, a los idiomas (inglés y castellano, con subtítulos en castellano. Aunque recomiendo NO verla doblada), y al material añadido que incluye Electric Boogaloo: la loca historia de la Cannon Films  es de hasta nueve escenas eliminadas y 55 minutos de trailers de todas las películas que aparecen en la cinta. Vamos, la “Hoxtiaputajoder!”.

 

Y ahora para rellenar y porque tengo que llegar a un mínimo de palabras por articulo, directamente cojo de la Wiki unas cuantas frases que sueltan por Electric Boogaloo: la loca historia de la Cannon Films para que veáis el rollo que lleva:

“Cannon Films. Lo máximo en entretenimiento cinematográfico de alto poder y alto voltaje. Llevamos la emoción hasta el límite, y la taquilla a lo más alto.”

“Menahem Golan y Yoram Globus eran dos pesos pesados. Fueron los George Foreman y Mohammed Ali del cine independiente. “

“El piloto despegaba y aterrizaba, una y otra vez. Dijo: “No puedo trabajar más, estoy cansado.” Menahem quería seguir rodando. No soportaba que alguien le interrumpiera. Agarró una Uzi. Apuntó a la cabeza del piloto y le dijo: “Será mejor que vuelvas a la cabina y hagas lo que te mande”.

Hay una escena en la que el protagonista va a regalar a la chica, después de su operación para abortar, un árbol de navidad y una bolsa de naranjas. Yo no lo entendí. Debe ser alguna costumbre israelí”

“Cada película que hacían, creían que iban a recaudar 100 millones.”

“Les pregunté cuánto dinero pensaban gastarse, y me dijeron que diez millones de dólares. Creo que acabaron gastando tres dólares y 75 centavos.”

“No te preocupes Michael, no te preocupes. Es el principio” . Menahem Golan a Michael Dudikoff actor desaparecido en combate.

“Pensaba con el corazón. No puedes odiar a alguien que piensa con el corazón”

“Menahem dijo: esto es top secret. Dos palabras: lambada desnuda”

“Tocaron el cielo, y todo terminó. Pero el legado permanece.“

 

¡¡¡¡LARGA VIDA A LA CANNON FILMS Y A SU LEGADO!!!!

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