Crítica de El Silencio de un Hombre, de Jean Pierre Melville, con Alain Delon
Título: El Silencio de un Hombre (Le Samurai). Año: 1967. Duración: 105 minutos. País: Francia. Director: Jean-Pierre Melville. Guión: Jean-Pierre Melville (Novela: Joan McLeod). Reparto: Alain Delon, Nathalie Delon, Caty Rosier, François Périer, Michel Boisrond, Jacques Leroy, Catherine Jourdan, Jean-Pierre Posier.El Silencio de un hombre (Le Samuraï, 1967) es una de esas películas tan brillantemente realizadas que nos percatamos del daño que la dictadura franquista hizo al arte español, concretamente al cine. Mientras que en España, a finales de los 70, tímidamente empezaba a despegar un cine con cierto aliento social, aparte de las numerosas producciones de destape -olvidando el incipiente cine negro que se gestó en la década de los años 50- Francia ofrecía un cine de género que trascendía los esquemas en los que éste se cimentaba, introduciendo antihéroes que se mueven en coordenadas existenciales poco cómodas para la censura patria, pero que la vanguardia francesa usaba como homenaje y renovación del cine negro americano de los años 50. En este marco, el cine negro francés ha ofrecido interesantes obras, de las cuales, por su calidad como película y por los precedentes que sentó, debemos rescatar del olvido la impresionante y existencial El Silencio de un hombre.
Nuevamente, otro atentado al título original. El Silencio de un hombre es el título español define muy explícitamente el carácter del personaje protagonista, un hombre callado, solitario y amargo; pero no acierta en la dimensión que su título original le quiso dar –Le Samuraï-, toda vez que en los años 60 o 70, el nivel cultural medio de los españoles, a buen seguro que no acertaría a saber qué es un samurai. A pesar de que películas de Kurosawa y otros maestros japoneses del cine de samurais llevaran estrenadas bastante tiempo en el resto del mundo occidental, en España se pudieron ver muy tardíamente, y en muchos casos en circuitos muy restringidos. La película arranca con una cita del código de honor de los samurais, el Bushido –que en realidad fue escrita ad hoc por su director-, dándonos a entender la existencia solitaria y entregada del protagonista Jeff Costello (Alain Delon) al oficio de las armas. El recurso de la referencia oriental del samurai a la soledad de aquellos que se dedican a vender sus servicios como mercenarios sería explotado posteriormente por John Frankenheimer en Ronin (1998) y Jim Jarmusch en Ghost Dog, the way of the samurai (1999).
El silencio de un hombre, inspirada en el libro de Joan MacLeod, The Ronin, y dirigida y coescrita por Jean-Pierre Melville, fue protagonizada por Alain Delon, interpretando a Jeff Costello, un asesino a sueldo del hampa parisina. Traicionado por sus patrones y acosado por la policía, el asesino pasa a la acción sabiendo que sus días están contados, terminando el film con una romántica y apoteósica escena de autosacrificio.
El Silencio de un Hombre comienza con una escena de diez minutos de duración en la cual no se pronuncia palabra. Al principio, el único escenario es el apartamento mohoso de Costello, con un pajarillo cantando como único compañero del taciturno y hermético asesino. El silencio es uno de los protagonistas de la cinta, ocupando grandes extensiones del metraje. Pero tampoco nos encontramos ante el existencialismo desgarrador de un Bergman. El film tiene otro gran protagonista, la ciudad de París. Vamos a contemplar como era París en los años 60. Lejos del bullicio turístico en que se ha convertido la ciudad, observamos como en aquella década los barrios, hoy esplendorosos, eran poco recomendables para andar por la noche e incluso por el día, los edificios señeros aún no habían sido restaurados y eran poco menos que moles grises de paredes desconchadas y apartamentos grisáceos. Asimismo, se nos muestra la cara más amable de la ciudad: night clubs, salas de fiesta, apartamentos de gente adinerada; claroscuros por los que nuestro héroe noir arrastrará su lánguida existencia, transitando entre timbas de póker, apartamentos de citas, lujosas coctelerías y comisarías de policía aquejadas de falta de mobiliario, todo mediante los travellings, planos secuencia y planificaciones de escenas que el director realiza con gran disimulo y maestría, lejos del efectismo, sirviendo al propósito de la historia.
La influencia de esta película en producciones posteriores como las ya citadas de Jim Jarmusch y John Frankenheimer, se dejó notar sobradamente en el film The Killer (The Killer, 1989) del hongkonés John Woo. A partir del guión de El silencio de un hombre, John Woo mueve ciertas piezas del rompecabezas y cambia otras por unas nuevas, salpicándolo en todo momento de escenas de acción coreografiadas en las que se mezclan las artes marciales y la estética de las armas de fuego, consiguiendo uno de los films de acción más importantes del cine contemporáneo. Pero dejando aparte la gran cantidad de acción que contiene la película, el personaje taciturno del asesino de John Woo es el mismo que el de Melville. Hay escenas prácticamente calcadas en las que lo único que se diferencia es su desarrollo, como por ejemplo, la de la timba de póker, que en el film de Woo termina con una ensalada de tiros. Woo utiliza los personajes periféricos a su antojo creando relaciones que en el original no existen pero está claro que las referencias del cineasta oriental en su filmografía son más que evidentes y poco disimuladas, y no sólo en The Killer, también en los sicarios que visten con gabardina a lo Delon y se autosacrifican en el díptico A better tomorrow (1986 y 1987), cuya producción puso en bandeja esa otra obra más célebre del director oriental.
Anton Corbijn, en su película El Americano (The American, 2010) utiliza un personaje similar al de Jeff Costello de El Silencio de un Hombre para narrar el particular retiro de un sicario norteamericano en un pequeño pueblo de Italia mientras construye un arma de encargo. George Clooney que interpreta al asesino inmerso en el mismo silencio que utiliza Melville para recalcar la soledad, la entrega y la redención de su personaje.
Aparte de todo lo que se ha dicho sobre El silencio de un hombre, uno de sus principales méritos es que la narrativa de la historia se superpone al género, sin que éste, en ningún momento, carezca de los rasgos esenciales que clasifican la cinta como noir. No obstante, la fría visión que ofrece Melville de Jeff Costello en los planos secuencias, la soledad autoimpuesta del asesino, la redención final en el night club seguida del plano en solitario de la pianista, la historia romántica con la prostituta, las cuitas que proporciona al pajarillo, su único compañero, todo resulta ser un retrato existencialista del olvido de la identidad humana y del sacrificio necesario para recuperarla. Está claro que hay puestas en escena como las del night club o la persecución en el metro de París que se nos figuran desfasadas, pero hemos de pensar que son un retrato fidedigno del París de los años 60, con la suciedad y la emergente tecnología existente entonces, pero el personaje de Delon y la historia creada por Melville son todo un referente para el cine noir y una muestra de la densidad que una historia puede llegar a alcanzar cuando se trascienden los encorsetados esquemas del género.
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Una pelicula que bien merece el titulo de culto. Claro exponente del genero negro frances, que en muchas ocasiones como esta, compite tranquilamente con las nombradas americanas. Bella en su silencio y con un retrato de un espectral paris impresionante. Una huida hacia adelante de alguien perseguido por todos. Obra maestra en mi opinion. Saludos
Estoy contigo plared. El silencio y París (sombrío y decadente en esa época) son los grandes protagonistas de esta película, junto a Delon. París ha cambiado mucho desde entonces, y ahora es un parque temático para turistas. Menos mal que pelis como estas nos meten en la máquina del tiempo. Saludos.
Melville sitúa al protagonista como en una cárcel, siempre encerrado, en su cuarto, en el coche robado-siempre un Tiburón-, en las calles donde hay siempre una valla o una reja, en la pasarela de la esttación…pero si hay algo en esta película es puertas que se abren y se cierran y mueven el hilo argumental del film hasta
Buena observación. Las puertas, verjas, pasillos, pasarelas…juegan un papel importante en el lenguaje iconográfico de la película. La propia habitacion del protagonista es una pequeña cárcel en sí misma, donde vive su pajarillo, también enjaulado.
Saludos!!