incubus-poster

Año: 1981. Duración: 93’ País: Canadá. Director: John Hough. Guión: George Franklin (Novela: Ray Russell). Música: Stanley Myers. Fotografía: Albert J. Dunk. Reparto: John Cassavetes, John Ireland, Kerrie Keane, Helen Hughes, Erin Noble, Duncan McIntosh.

Sin entrar en la discusión etimológica de la palabra latina incubus, un íncubo (en castellano) es una suerte de demonio de género masculino capaz de corporeizarse en determinadas circunstancias –ritos satánicos, etc.- para tener trato carnal con sus invocadores o para, simplemente, causar el mal violando con suma bestialidad a virtuosas damas cristianas, cuanto más pías y virginales mejor, para regocijo de Satanás, mentor de estas maléficas criaturas. Los íncubos y sus trasuntos femeninos, los súcubos (sucubus), están presentes en los libros sagrados más antiguos y a día de hoy se pueden confundir con los peligrosos visitantes de dormitorio que pueblan la extensa bibliografía sobre el fenómeno ovni. De hecho, la medicina moderna asocia las alucinaciones en los que aparecen estas criaturas con trastornos del sueño graves. Pero es en la Edad Media y en las postrimerías de la Edad Moderna, durante la caza de brujas que tuvo lugar en toda Europa, cuando estos diablos lascivos están más presentes en el imaginario popular, recopilándose innumerables descripciones de su aspecto y sus delitos sexuales, que al final terminaban pagando en la hoguera sus presuntas víctimas humanas. Algo más tarde, en 1782, en la pintura llamada “La pesadilla” el pintor prerromántico Johann Heinrich Füssil, retrataba a un íncubo inclinándose sobre el pecho de una joven.

Folclore o  no (véase la reseña La Cuarta Fase), en el judeocristianismo el mito del íncubo/súcubo se sustenta en el inconsciente humano como producto la represión sexual a la que es sometido el creyente, que da rienda suelta a sus fantasías más vergonzantes, personificadas por monstruos (anticristianos) con exagerados órganos sexuales y cuyo fruto, en el caso de la relación con un íncubo, suele ser el nacimiento de un ser deforme o con habilidades mágicas adquiridas, como sucede en el ciclo artúrico.

Y en referencia a la vertiente cinematográfica de este mito, ha habido interesantes visiones del mismo, salvando el océano espacio temporal que separa los manuscritos del siglo XVII de las modernas propuestas de género. La primera de todas fue la película Incubus (1965) de Leslie Stevens, dialogada completamente en esperanto. Una de los últimos y atractivos acercamientos a este icono satánico (en versión sucubus) ha sido la película protagonizada por la sabrosa Megan Fox, Jeniffer´s Body (2009), película menospreciada por la crítica pero que resulta un buen entretenimiento de terror menos teen de lo que parece. En las antípodas de ese film está La Semilla del Diablo (Rosemary´s baby, 1969) aunque la figura del íncubo es sustituida aquí por la del propio Satanás, violentando a la reprimida Rosemary. Sin embargo es el británico John Hough con su película El Íncubo (Incubus, 1981), quien logra un resultado más acertado combinando la mitología medieval con una violencia moderna, bastante explícita y morbosa.

La trayectoria profesional de John Hough ya ha sido estudiada anteriormente en esta web, en la que se han analizado dos de sus títulos más señeros, La Leyenda de la Casa del Infierno (The Legend of the Hell House, 1973) y American Gothic (1988), aunque su paroxismo gótico y obra cumbre es la producción hammeriana Drácula y las Mellizas (Twins of Evil, 1971); y es en esta cinta y en la citada American Gothic donde encontramos los extremos de un ensayo genérico sobre el cine gótico que evolucionará desde los cánones de la productora británica hasta un freestyle emparentado tardíamente con el american gothic de la década de los 70. El punto medio de ambos formalismos es Incubus.

Galen, una pequeña ciudad de Nueva Inglaterra, es escenario de brutales violaciones y asesinatos de mujeres de la ciudad. El Doctor Sam Cordell (John Cassavettes) junto al sheriff local (Harvey Atkin) investigarán los sucesos, vinculados a una maldición existente en la población. Dicha maldición, como indica el nombre de la película, incluye a un íncubo. El Doctor Cordell temerá por la vida de su hija Jenny (Erin Noble) que empieza a salir con uno de los sospechosos de las agresiones, descendiente de un linaje brujeril.

La principal pega que presenta la película es un increíble desfase cronológico entre los escenarios temporales del film. Por una parte, los flashbacks del siglo XVII en los que el íncubo hace su primera aparición, y donde se origina la maldición, y por otra, los años ochenta, perfectamente identificables mediante el vestuario de los personajes, el video clip inserto del grupo Sansom, y el descarado anuncio de Coca-Cola hacia el final del metraje. No se comprende cómo el guión no cuidó mejor este aspecto buscando una elipsis que resolviese mejor la narración de la violación de la bruja con la continuidad de la estirpe satánica en la época actual, toda vez que uno de los protagonistas parece ser hijo de la misma bruja que parece en los citados flashbacks.

Salvando este importante escollo, no apto para cualquier estómago cinéfilo, la película de Hough pone en liza interesantes valores y referencias del cine gótico de ambos lados del charco, que cruza con otros géneros terroríficos muy en boga en los años ochenta. En el comienzo del film una pareja es masacrada a la orilla de un lago, clara referencia al Crystal Lake de Viernes 13 (Friday the 13th, 1980), lo que da la sensación de encontrarnos de primeras con un slasher. Sin embargo, es sólo una impresión pues tras el comienzo la película se dirige hacia el rico terreno del cine gótico sin olvidar influencias de esos nuevos géneros que estaban arrasando por aquel entonces en las taquillas.

Los protagonistas, padre (John Cassavettes) e hija (Erin Noble), comparten una relación de posesión/evasión. Hay un miedo implícito del padre por el paso de su hija de la adolescencia a la madurez y lo que supone esto de liberación de la tutela paterna y de la inminente pérdida de la virginidad. En numerosos momentos de la cinta parece que Cordell ha sustituido a la figura de su difunta mujer por la de su hija. Este sentimiento se sublima en escenas de amor paternal de dudosa inocuidad sexual. En este sentido, el personaje de Cassavettes parece ser la personificación de un íncubo incestuoso que desea inconscientemente arrebatar la virginidad a su propia hija, una suerte de cristiano (agnóstico) reprimido que también se deleita con lascivia cuando mira los cuerpos de las mujeres que llegan a la morgue.

En el apartado formal se mezclan dos tendencias de forma clara y casi homogénea. Los retazos del gótico clásico europeo se muestran claramente en escenas como la de la biblioteca –fría, de piedra, repleta de libros, utensilios medievales y un inquietante óleo que recuerda a la obra de Füssil- filmada con  los insistentes monocromatismos puestos en práctica en La Leyenda de la Casa del Infierno, los interiores de la casa de los Cordell, con paredes y buhardillas anguladas, empapeladas con motivos sospechosamente victorianos o los flashbacks en los que el íncubo irrumpe en la sala de tortura. Por otra parte, la aparición de salas de autopsia modernas, comisarías de policía o de escenarios típicamente carpenter gothic como casas de campo o graneros nos transporta a un estilo que estaba dando sus últimos coletazos en el momento de la producción del film, el american gothic. Por ello, Incubus es el vínculo de la filmografía de John Hough que une ambas tendencias, separadas por el océano Atlántico, la británica y la americana, fundidas no sólo en los aspectos estéticos sino también en la utilización de ángulos de cámara y profundidad de campo que sugieren la alteración de la percepción de los personajes. En definitiva, un revelador ejercicio East meets West.

La cinta también expone sin tapujos la violencia explícita y gráfica que los británicos siempre evitaron mostrar o lo hicieron de manera muy artesanal y poco aparatosa, pero que sus colegas americanos explotaron sin complejos. Las violaciones son siempre en off visual, pero no exentas de una violencia extrema y morbosa. Quedan en nuestra retina dos escenas impagables: la violación de la chica paralítica, tras la brutal agresión que también sufre su hermana en la ducha, y la violación de Jenny Cordell, de la sólo asistimos al aftermath, un primer plano en el que aparece semidesnuda y aparentemente muerta, dejando escapar un reguero de sangre espesa por su entrepierna.

Quizás esta cinta deba ser examinada con detenimiento y puesta en valor. Tiene cosas muy discutibles pero, sin ser lo mejor de Hough, también contiene elementos valiosos, más para el aficionado al horror que para el público común. El primero disfrutará con el análisis de una obra violenta y morbosa, no exenta de la elegancia atmosférica del gótico hammeriano. El segundo sólo verá una aberrante película sobre un monstruo violador verde y peludo digna de ser expurgada de cualquier colección decente. Naturalmente, nosotros nos quedamos en el primer supuesto.

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9 COMENTARIOS

  1. Me quedaria mas bien con el segundo, pero bueno. Cuestión de gustos. Lo que si tengo claro es que en cierto tipo de cine, este sitio es el mejor que conozco y por el que me suelo pasar semanalmente ….Saludos

  2. Macho, como me sigas picando de esta manera se me va a acumular el trabajo cosa mala… ¡Para ya, cabrito!

    Aunque no sé yo si en ésta veré un monstruo verde sin más, jejeje.

    Ah, y un día de estos me tienes que contar de qué oscuro rincón inconfesable sacas toda la documentación para escribir de estas cosas tan raras. 😉

    • Pararé pararé, ya me voy agotando un poco con tantas cosas empezadas. Acabo de pasarme por vadecine (por cierto, me tienes que enviar el banner) y echar un vistazo a la crítica de Santi, con la que coincido bastante.

      Seguro que has estado en el cumple en plan íncubus jaja, y le has tirado los trastos a todas las titis.

      Lo del rincón oscuro cuando quieras, te paso bibliografía prohibida cuando te apetezca!! A ver si nos hacemos una sesión estos días :9

      • Sí claro, me pasé toda la noche tirándole los trastos a todas las titis… con Marta alrededor. Estás apañao tú, campeón.

        Me apunto lo del banner. 😉

      • Saludos. Interesante análisis con una intro para los mas neófitos, como es micaso. Me gustaria preguntarte ante la duda que me dejo la película de quien resulta ser el incubus. Es el padre de la chica?

        • Hola, pues entendemos que el Incubus no es el padre puesto que es el que descubre el cadáver de la hija ya violada por el monstruo. El íncubo sería la otra chica protagonista…esto lo comentamos con la distancia desde que vimos la película ya hace mucho tiempo.

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