Año: 2008. Duración: 105’ País: Reino Unido. Director: Neil Marshall. Guión: Neil Marshall. Música: Tyler Bates. Fotografía: Sam McCurdy. Reparto: Rhona Mitra, Malcolm McDowell, Bob Hoskins, Alexander Siddig, Nora-Jane Noone, Sean Pertwee, Rick Warden, David O’Hara, Adrian Lester, Martin Compston.

A pesar de que el público en general no sepa quién es Neil Marshall y el aficionado al fantástico lo tenga presente como un director menor, ha llegado la hora de poner el nombre de este británico en el sitio que le corresponde. No se puede dudar, a estas alturas, de su maestría ante las cámaras o de su capacidad para emprender proyectos de cierta magnitud –hablando en términos europeos, no hollywoodienses-. Su carrera en el largometraje comienza con la irregular Dog Soldiers (2002), cinta que mezcla el manido argumento del pelotón perdido y la licantropía para ofrecernos, en definitiva, una sesión de horror sazonada con un montón de tiros pero cuyos resultados se pierden entre la parodia al género y el localismo escocés. The Descent (2005) es su segundo film, mucho más logrado, repleto de acción y aventura, con grandes dosis de gore y excelentes maquillajes, que hizo que todo el mundo se preguntase quién era este realizador que con tan buen pulso había realizado un historia tan claustrofóbica y con medios tan ajustados. Esta película tendría una secuela, The Descent 2 (2009), de carácter continuista, que únicamente contó con Marshall en la producción. Después de The Descent le llegó el turno a Doomsday (2008), que hasta la fecha es su obra más aclamada y sin duda la más interesante. Centurión (2010) es su última película, un sangriento péplum search & find con el omnipresente Michael Fassbender a la cabeza, en el que unos cuantos soldados romanos se las tienen que ver con una tribu de beligerantes pictos –¿o los beligerantes fueron los romanos que invadieron sus tierras?-.

Doomsday no sólo es su mejor película, también es la más completa y compleja en cuanto a guión, plantel actoral y técnico, y referencias visuales y temáticas. Neil Marshall pretende realizar un sonoro homenaje al cine fantástico de los años 80 (y algo más) mediante un guión que contiene un popurrí de guiños, secuencias, estéticas y temas fácilmente identificables, pero que conforman una película sólida y estilosa, sin que los diferentes actos que la compongan, por distintos que sean, se pisen unos a otros o haya algo que chirríe en el conjunto. A esto favorece el buen ritmo que tiene la película. Cada momento contiene el thrill suficiente como para hacernos olvidar que realmente estamos viendo muchas películas diferentes dentro de una sola.

Un peligroso virus llamado Reaper se extiende por el norte de Reino Unido. Para frenar la epidemia se levanta un muro de hormigón y acero donde una vez el emperador Adriano puso el suyo, aislándose la parte norte del sur de la isla. Años más tarde, la aparición de una incipiente civilización de supervivientes y de un nuevo brote en el centro de Londres llevará a un equipo de operaciones especiales a cruzar el muro buscando la cura.

La película comienza con una introducción en la que, ante el desbordamiento de la epidemia, se cierra el muro dejando a millones de personas a su suerte. La propagación queda perfectamente metaforizada cuando un soldado dispara a un infectado y salpica de sangre a varias personas. La infección no se puede parar y el destino del país está sellado si no se cierra el muro. Primera referencia de la película, a la saga del compatriota de Marshall, Danny Boyle, 28 Días Después (28 Days Later, 2002), con la que comparte incluso una pieza de la banda sonora que se nos antoja sospechosamente similar.

Como veremos, Doomsday da saltos continuos entre un futuro, el de Londres del año 2035, donde el Apocalípsis está a punto de estallar, y una serie de escenarios existentes en la mitad norte de la isla, que nada tienen que ver con la civilización que los políticos británicos neofascistas pretenden proteger. A la altura de la ciudad de Glasgow el muro se abre para dejar pasar a las fuerzas especiales que deben volver con el antídoto. En la no-civilización del norte de la isla se encontrarán con un infierno de bandas con aspecto neopunk que masacrarán a los soldados con armas caseras. Eden Sinclair (Rhona Mitra), la comandante del grupo de operaciones especiales, quedará aislada de su grupo y combatirá a muerte a todos aquellos que se interpongan en su camino. Esto ya nos va sonando a la referencia más importante de Doomsday, la del díptico dirigido por John Carpenter y en el que por Kurt Russel encarna al anárquico mercenario Serpiente Plissken –Eden Sinclair es su transunto en Doomsday, e incluso es tuerta como Plissken-: 1997 Rescate en Nueva York (Escape from New York, 1981) y su secuela 2013 Escape en L.A. (Escape from L.A. 1996); y antes de que hagan aparición los primeros punks del film, un guiño a Aliens (1986), con tanquetas, soldados haciendo chistes malos y una emboscada en los pasillos de un hospital fotografiada en tonos azules.

El mundo creado por Marshall para el Glasgow postpunk, y la última parte del film, una persecución a toda velocidad en una carretera secundaria, contiene los elementos estéticos y temáticos de la otra gran referencia de Doomsday, la saga Mad Max. Las tres películas de la saga aparecen fotografiadas con más o menos intensidad, aunque es la segunda parte Mad Max 2, el Guerrero de la Carretera (Mad Max 2: The Road Warrior, 1981) la que se lleva más tiempo y dedicación en la mencionada persecución; todo un homenaje, con autobús incluido a aquel segundo capítulo de la saga. Aparece también un patrullero, guiño al Interceptor de Mad Max, los salvajes del autopista (Mad Max, 1979), y el líder punk Sol (Craig Conway) organiza una suerte de juegos con los prisioneros que recuerdan a los que hemos visto en las citadas películas de Carpenter o en la pésima tercera entrega del loco Max, Mad Max, más allá de la Cúpula del Trueno (Mad Max, beyond the Thunderdome, 1985). Señalar que Glasgow no ha sido una ciudad elegida al azar, esta urbe fue uno de los núcleos de la movida punk de los años 80.

Cada uno de los bloques en los que se divide la película está separado por un escenario de transición (túnel, tren, o paseo por el bosque) que nos llevará al siguiente mundo temático, recordándonos a la legendaria Almas de Metal Westworld (1973). Una elípsis demasiado sencilla que sirve de excusa para desarrollar con fuerza el siguiente escenario. El último mundillo que nos queda por visitar es el medieval, donde Marshall nos muestra planos que parecen sacados de Inmortales (Highlander, 1986), y en el que Rhona Mitra volverá a demostrar su excelente forma física en un combate cuerpo a cuerpo con un enorme caballero negro, escena que se plasma con una fotografía más cruda y quemada que los tonos oscuros que han predominado en el mundillo punk. Tras el viaje al Medievo…un Bentley Continental GT, uno de los coches de James Bond (otra referencia cinéfila) conducirá a los supervivientes a la consabida persecución en la carretera, donde los macarras de turno serán quemados, atropellados, aseteados y, en definitiva, vapuleados por Eden Sinclair. Entre tanto, Londres es víctima del virus Reaper y la ley marcial se recrudece. Los soldados tiran a matar y los políticos deciden aislar la ciudad aunque ello signifique el sacrificio de la población: otra referencia más a la saga de infectados Danny Boyle, concretamente a 28 Semanas Después (28 Weeks Later, 2007).

No cabe duda de que el diseño de producción tiene un nivel más que notable y el resultado es una cinta de aventuras y acción donde el gore tiene un tratamiento muy medido pero presente de una forma explícita. Marshall no ha querido renunciar a ninguna de sus marcas de fábrica: la primera es el localismo de las historias que cuenta; la segunda la profusión de hemoglobina y la explicitud de la violencia, aún más exaltada que en las cintas ochenteras. También tiene detalles de humor mezclados con mucha acción, como es el personaje de Sol, rey de las bandas punk con muy mala leche pero al que todo parece salirle mal: atención a la escena en la que su novia decapitada y vuelta a recomponer recibe un flechazo en la cabeza para horror del caudillo caníbal.

Echamos algo en falta a la película para que quede redonda. Hay referencias muy bien aprovechadas, mucha acción, una buena producción, un soporte de actores veteranos (como Bo Hoskins, Malcolm McDowell o David O´Hara), pero el revival de Marshall queda insuficiente ante la necesidad de un discurso narrativo, una motivación que sí estaba presente de forma en las películas usadas como inspiración por el británico. Parece como si ya estuviera dicho todo para ese doomsday que está por llegar en el no-futuro próximo que Marshall plantea, sin que el film emita lectura apocalíptica alguna, ya sea anticapitalista, postindustrial, o biotecnológica. No obstante, Doomsday es buena, muy buena, un entretenimiento de calidad para los fans del fantástico más recalcitrantes.

Finalizamos con un apunte. La edición del DVD, si bien contiene unos extras deliciosos, la parte de los subtítulos ha quedado francamente mal. Tanto en inglés como en español, no todos los diálogos están traducidos y los que lo están presentan muchas deficiencias. Así que habrá que verla en inglés “a pelo” o doblada al castellano. Es lo que hay hasta que la distribuidora se anime a hacer una buena reedición de la película.

3 COMENTARIOS

  1. Doomsday, la he visto y me parecio mala de narices, pero bueno. Me gusto mas Dog soldiers, una muy interesante pelicula que si no es realmente buena es sencillamente por falta de presupuesto. Con algo mas de dinero habria sido una gran pelicula….. Cuidate

    • Doomsday tiene el mérito de recrear esos títulos de los 80 aunque es poco original en cuanto a argumento y tal…no hay trasfondo, pero como peli de acción funciona. Ufff…dog soliders…esos hombres lobos a lo teleñecos…

      Plared, estoy deseando leer tu próxima reseña que hace tiempo que no publicas!! de qué será: western, drama, cine negro…?

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