Ficha Artística
Año: 2012
Duración108′
País. Estados Unidos
Director: Jennifer Chambers Lynch
Guión: Damian O’Donnell
Música: Climax Golden Twins
Fotografía: Shane Daly
Reparto: Vincent D’Onofrio, Eamon Farren, Julia Ormond, Gina Philips, Jake Weber, Conor Leslie, Evan Bird.
Parece que poco a poco Jennifer Chambers Lynch, hija del susodicho, empieza a despegarse del nombre de su padre. Cuatro proyectos ha tenido que emprender la directora norteamericana para que su estilo narrativo y visual tenga una personalidad propia y sea admirado o denostado por los espectadores, sin que medie la odiosa comparación. Tras la bizarra Boxing Helena (1993), Surviellance (2008) fue el film que más se ha aproximado al universo surrealista de su padre, una película sobre asesinos en serie que, formalmente, recoge muchas sugerencias del cine lynchiano.
Dejando aparte la aún inédita en España Hisss (2011) -una película de producción india y que tiene pinta de alejar aún más el fantasma de David Lynch-, Chained (2012) supone la consagración definitiva de Jennifer Lynch; un film en el que la realizadora se desenvuelve con buena garra narrativa para poner sobre la mesa una obsesiva historia carcelero-prisionero. Este planteamiento no es nuevo en la carrera de Jennifer Lynch, el hilo argumental de Boxing Helena era precisamente eso, aunque con resolución distinta a la de Chained: Boxing Helena era la historia de una prisionera y de una carcelera cuya relación de dependencia invertía sus roles con el paso de los años. En Chained tal relación no se invierte sino que se convierte en un vínculo paterno filial.
Los protagonistas son Bob (Vincent D´Onofrio) y Tim (Evan Bird) en el papel de carcelero y prisionero respectivamente. La edad en la que Tim se convierte en prisionero y sirviente de los desmanes psicopáticos de Bob es tan temprana que con el paso de los años deberá aprender de Bob las cosas más sencillas, pero también las más complicadas, y en entre esas últimas se encuentra la de matar. Se produce así un duelo interpretativo entre los dos actores que lleva al espectador a extremos de auténtico thrill, amplificado mediante una adecuada dosificación de la acción y de una puesta en escena sobria, y con una fotografía sucia.
Los asesinatos son mostrados en off, dentro de una habitación que esconde un secreto aún más oscuro -recurso lynchiano por excelencia el de mostrar un mundo dentro de otro-, un purgatorio y un infierno tras él, que en este caso le es obligado traspasar a Tim si quiere recobrar su libertad. Tanto este concepto como el del determinismo son puestos en liza por el guión de Chained. Cabe lugar a la reflexión sobre el sentido y rumbo de nuestras vidas, reflejadas en las peripecias de estos personajes atormentados, productos del sistema tanto como lo podamos ser cualquiera que comparta sus mismas circunstancias.
Sin ofrecer más detalles sobre un guión que hay que degustar escena a escena, el final de la película tiene un inesperado giro que ofrece una estimulante sorpresa y rinde una sonora concesión al género, lo que enriquece aún más a la película y la saca de la catacumba existencialista donde parecía que se iba a quedar en el último tercio del metraje. Chained es una película de autor, pero también es un título de género, e igual que otros films como La Angustia del Miedo (Angst, 1983) o Henry, retrato de un asesino (Henry, portrait of a killer, 1986), quiere penetrar en la mente del asesino y mostrar lo que hay dentro. No sabemos de cierto si lo consigue -si lo supiéramos es que somos unos serial killers, cuidado-, pero el infierno narrado en Chained se parece demasiado al de esas otras películas, y nuestra intuición nos dice que Chained no va muy desencaminada en su objetivo.