Año: 1969
Duración: 88 min
País: Italia.
Director: Mario Bava
Guión: Mario di Nardo.
Música:Piero Umiliani.
Fotografía: Antonio Rinaldi, Mario Bava
Reparto: Teodoro Corrà, Ira von Fürstenberg, Maurice Poli, Edwige Fenech, William Berger, Howard Ross, Edith Melon, Helena Ronée, Justine Gall, Mauro Bosco.
Al «exhumador» de títulos de la década de los 70 no dejarán de sorprenderle la cantidad de películas que se produjeron en Europa en aquella época, colocándose en cabeza la factoría italiana, amparada a la sombra del «miraccolo economico», etapa de bonanza económica gracias a la cual pudo haber cientos de producciones al año. Esta desmesura en el volumen de producciones provocó una eclosión del cine de género; el consabido cine de terror italiano o giallo no sólo fue uno de los más prolíficos, también uno de los más considerados y admirados por los aficionados para todos los fans del fantástico en Europa. Los giallo llamaron a nombres de peso del cine italiano a participar en las orgías de misterio y asesinato propuestas por sus guiones, entre los realizadores que se dedicaron de lleno al misterio y al giallo, el de Mario Bava reluce con luz propia, no sólo fue el más conocido internacionalmente -hasta el lanzamiento de Dario Argento como gran esperanza blanca del terror italiano-, también poseía un gusto estético que estaba muy por encima de los estándares de las demás películas creadas en su contexto creativo. Bava dirigió un buen puñado de títulos que alternaban desde la serie Z cartón-piedra de Terror en el Espacio (1965), el spaguetti-western de Rancho Maldito (1966), el terror gótico italiano de Operazione Paura (1966) o La Frusta e il Corpo (1963), hasta ese precursor del slasher que fue Bahía de Sangre (1971).
¿Fue el giallo el punto fuerte de este director de estética rallana en lo kitsch y visualmente poderosa? Sin poder afirmar o negar esta pregunta, pues más bien depende de a qué aficionado le interroguen, está meridianamente claro que Mario Bava realizó los giallo más interesantes e inimitables por más que les pese a sus más jóvenes coetáneos como Argento o Sergio di Martino. La Muchacha que Sabía Demasiado (1962), obra fundacional del giallo, su vuelta de tuerca al cine hitchckoniano en 9 Mujeres para el Asesino(1964), o la cumbre de su carrera como director de giallo, Bahía de Sangre, acreditan a Bava como un referente y una autoridad en asuntos de asesinos enmascarados y hachazos en mitad de la cara. También realizó algún título al que hay que mirar con condescendencia pero al tiempo con mucha atención, un giallo menor que es 5 Muñecas para la Luna de Agosto (1969). Rodada después de la brutal Un Hacha para la Luna de Miel (1969) y antes de Bahía de Sangre, 5 Muñecas para la Luna de Agosto parece el fruto de un divertimento del que saldría reforzado para ejecutar su magna obra. La línea argumental es un whodunnit que pretende recrear de una forma muy libre la novela de Agatha Christie, Los Diez Negritos -novela considerada como una referencia fundacional del giallo-, extrapolando la historia a una reunión de personajes en la casa solariega de una isla, donde irán siendo masacrados por un asesino que se encuentra en el grupo. El mcguffin argumental es una fórmula secreta que provocará la codicia de todos los implicados en ese fin de semana de conspiraciones, despendole y borracheras de JB -bebida por cierto, patrocinadora de gran parte de las películas giallo.
Siguiendo los cánones del género, los personajes son tan sumamente deleznables que el público siente una sincera empatía con el asesino. A tal punto llegan estos libertinos que cada vez que se produce un asesinato ellos se reúnen a deliberar en la mesa del salón y a beber chupitos de whisky para después darse un paseo por la playa y tirarse los trastos. A tal frivolidad, y siguiendo las normas estrictas del giallo, los personajes deben morir de forma horrible y gráfica: he aquí el primer cambio que introduce Bava sobre el giallo tradicional y que contrasta con el grafismo de Bahía de Sangre, las muertes siempre son fuera de plano, el director italiano parece no querer que el público se deleite en los asesinatos y sí en las consecuencias que los mismos ejercen sobre la psicología decadente y disoluta de los supervivientes; aparte de las citadas reuniones a beber después de cada asesinato, los protagonistas cuelgan a los finados en la cámara frigorífica, junto a los costillares de las reses, donde se balancean al ritmo del tema leitmotiv de la película, compuesto por el psicodélico Piero Umiliani; el humor negro es pues el terreno adonde Mario Bava quiere llevar su giallo 5 Muñecas para la Luna de Agosto. Olvidado el mcguffin a los veinte minutos de película, el body count y la actitud entre conspirativa y cínica que adoptan los personajes son los triunfos de Bava, ases de la baraja que harán sonreír al espectador avezado y llevarle a otro terreno donde el respeto al giallo se ha perdido por completo. La música de Umiliani, sugerente sobremanera, acompaña al espectador a un absurdo cluedo de socarronería y vestidos ajustados.
Para acercarse a 5 Muñecas para la Luna de Agosto hay hacerlo sin demasiados prejuicios, esperando violentar los estándares del género y con ganas de disfrutar de más humor negro que otra cosa; ver como una sex simbol como Edwige Feneche cuelga del gancho de una cámara frigorífica y se balancea al son de una chirriante melodía es algo que no tiene precio, al menos para los aficionados al giallo. Se promete no sólo diversión, también una buena lección de cine de la mano de Mario Bava, culteranismo de calidad para quien lo sepa apreciar porque a Bava se le podrán echar en cara otras cosas -tampoco muchas- pero no que no ofrezca un espectáculo visual único y particular.