Vamos con la tercera jornada en el Festival de Cinema Fantástic de Catalunya, con un resultado bastante penoso en cuanto a la calidad de los títulos. Mucho nos tememos que si esto no se enmenda, la cosecha fantástica de este año será de todo menos fantástica.
Distopía, catastrofismo y denuncia social en la endeble Rich Flu
El director de la premiada El Hoyo, Galder Gaztelu-Urrutia, nos trae una de las películas más esperadas del festival y también de las más decepcionantes, una distopía en la que una extraña enfermedad se ceba con los ricos y les ayuda a comprender ciertas cosas de la vida a modo de moraleja.
Con reparto internacional y un comienzo prometedor, Rich Flu avanza hacia escenarios de denuncia social tan evidentes y manidos que hacen que la narración se pierda por completo en un universo de denuncias y escenas que parecen sacadas de un telediario, sin que visualmente sean interesantes. El realizador vasco debió tener en mente a la película de Alfonso Cuarón, Hijos de los Hombres, pero lamentablemente abandonó la narración distópica para darnos una lección de moral en las narices que hecho naufragar su película.
A different man enfrente a un hombre consigo mismo tras un radical cambio de vida
Aunque tenga algunos elementos fantásticos, estos solo le sirven de excusa para lanzar el drama que cuestiona nuestra personalidad frente a los cambios que nos trae la vida. Si debemos mostrar lo que somos, le guste o no los demás o si debemos vivir en la apariencia, aunque esta nos traiga éxito y reconocimiento, es el dilema del protagonista de A different man, una película de gran hondura dramática que se salda con un buen resultado aunque sin duda abusa de un metraje estirado en exceso.
Como la edición del festival este año está dedicada al mundo freak y A different manb está incluida en la Sección Oficial a Competición solo por ello ya auguramos algún premio, aunque, repetimos, este título no tiene apenas nada de componente fantástico.
Spirit of the blood, clon de Cuénta conmigo sin interés alguno
Noves Visions
A pesar del título tan rimbombante de esta película, no es más que un clon trasnochado y para ser proyectado en el horario de tarde de una televisión generalista. De nulo interés por lo manido y lo conocido del argumento, sin garra ninguna y con un reparto de adolescentes que hace lo que puede (o lo que sabe) ante un guion sin gracia alguna, esto es Spirit of the blood, un título de relleno para la sección Noves Visions que lejos e revisar al legendario título de Rob Reiner, lo plagia y lo transforma en un telefilme.
A estas alturas del festival creíamos que no podíamos ir peor, pero sí, Spirit of the Blood es una muestra de ello.
Bookworm, cuento de magia y esperanza del director de Come to daddy
Debemos decir que la selección de Bookworm para su visionado ha estado motivada por la anterior pelicula de su director, el neozelandés Ant Tipson, Come to daddy. El realizador tiene un afilado sentido del humor y una gran sensibilidad para la dirección de actores, aspectos que volvemos a constatar en Bookworm.
La historia no tiene nada que ver ni en tono ni en temática con su título antecesor, Bookworm es una película familiar, pero realizada con mucha inteligencia y sensibilidad. Elijah Wood repite en el papel protagonista, pero también Richard Smiley, un actor con una extraordinaria bis cómica que lucía con luz propia en Come to daddy.
Elijah Wood interpreta a un mago estadounidense que debe acompañar a su hija biológica y practicamente desconocida para él en una extraordinaria aventura por los bellos paisajes de Nueva Zelanda. Tanto el entorno como la relación paterno filial entre los protagonistas, crearán una atmósfera tan entrañable como única.
No creemos que Bookworm tenga muchas posibilidades de premio pero nos hemos dado al fin el gustazo de ver una obra hecha con inteligencia, coherencia y sentido del humor; dada la racha que llevamos, no está mal.
A desert, un modesto neonoir inundado de polvo y arena
Noves visions
Joshua Erckman dirige A desert, una cinta que se enmarca en el llamado neonoir, cine policíaco de nuevas hechuras que busca nuevos horizontes al noir tradicional. En esta ocasión, y siguiendo los pasos de David Lynch y otros cineastas que usaron las carreteras polvorientas y los moteles cochambrosos como escenarios de luctuosos crímenes, A desert nos coloca en un terreno pedregoso y sin vida, solo habitado por peligrosos personajes que no son quienes dicen ser.
Tanto la estética del filme como el aprovechamiento de los paisajes es sencillamente excelente. El punto negativo es la falta de dinamismo en el guion, una práctica habitual del cine con ínfulas de autor en el que el metraje transcurre sin pase nada realmente notable. Al menos, en su acto final hemos visto algo de acción y unos cuantos litros de sangre derramados con cierto sentido.
