El hoyo 2 póster

Crítica de El Hoyo 2, de Galder Gaztelu-Urrutia

El Hoyo 2. Año: 2024. Duración: 99 min. País: España. Dirección: Galder Gaztelu-Urrutia. Guion: Pedro Rivero, Galder Gaztelu-Urrutia, Egoitz Moreno, David Desola. Reparto: Milena Smit, Hovik Keuchkerian, Natalia Tena, Óscar Jaenada, Zorion Eguileor.

Llega la secuela de una de las películas sorpresa de cine fantástico de los últimos años, El Hoyo 2 (2024). Su director, Galder Gaztelu-Urrutia, también responsable de la primera entrega (2019), nos regala un poco más de lo mismo pero mucho más vitaminado y cargado de metafísica. La apuesta de Netflix por esta producción ha sido muy acertada ya que ambas películas se mueven con eficiencia en las coordenadas del formato televisivo para plataformas.

La premisa de El Hoyo 2 es la misma que su predecesora y bebe de forma evidente de un clásico del cine fantástico, la película Cube (1997), de Vicenzo Natali. Aquí, unos desconocidos despiertan en una estancia en forma de cubo; no saben qué hacen allí ni qué se espera de ellos, el resto de las estancia que rodean al cubo son nuevas habitaciones iguales a la que dejan atrás. El Hoyo 2 repite el mismo escenario que su título matriz, dos desconocidos despiertan en un módulo de hormigón, arriba y abajo hay más módulos exactamente iguales. 

Aunque las películas de Galder Gaztelu-Urrutia aclaren los motivos por los que los personajes están dentro de ese complejo llamado “El Hoyo”, poco más se sabe acerca de las motivaciones de sus creadores. Es ahí donde el realizador introduce unas generosas dosis de metafísica de andar por casa para llenar los vacíos y las interrogaciones que inevitablemente le surgen al espectador. Las soluciones que plantea Galder Gaztelu-Urrutia generan aún más preguntas y si el director pretendía allanar el camino al espectador, no lo ha conseguido. Si por el contrario prevé seguir realizando secuelas, el oscurantismo podría estar justificado hasta cierto punto.

En el Hoyo 2 el actor principal de El Hoyo, Iván Massagué, es sustituido por la también efectiva Milena Smit, repitiendo en un rol secundario el siniestro Zorion Eguileor, una de las presencias imprescindibles de la primera entrega. Junto al resto de intérpretes, el plantel de El Hoyo 2 es más que correcto y las actuaciones, y no solo en los momentos más dramáticos, incluso en los más físicos, son muy acertadas.

En la puesta en escena de El Hoyo 2, poco ha cambiado, el escenario es el mismo, el vestuario es el mismo y lo único que cabe es subir de tono la crudeza y la violencia de algunas de las escenas. El tono dominante de pesimismo también sube de volumen y, a sabiendas de la imposibilidad de escape de los personajes, los matices viran a terrenos más oscuros y desasosegantes. Las escenas de violencia rebosan de gore y visceralidad, una apuesta que Galder Gaztelu-Urrutia realiza en El Hoyo 2 por sacar más partido al reducido sentido del espectáculo que ofrece la producción.

El resultado de El Hoyo 2 es correcto, no hay nada nefasto en la película, pero tampoco hay elementos sobresalientes excepto la interpretación de Milena Smit y la buena planificación de la escena más subida de tono sanguinolento. El problema de El Hoyo 2 es su falta de pretensión para ir un poco más allá de su película predecesora; aunque lo intenta, las respuestas no llegan, ni siquiera se plantean preguntas nuevas. Habrá espectadores que simplemente se conformen con disfrutar de un rato de distopía hecha en España pero artísticamente El Hoyo 2 es una secuela coja que deja el terreno abonado (casi con toda seguridad) para ulteriores entregas.