Crítica de Smile, una película de Parker Finn
Smile. Año: 2022. 115′. País: Estados Unidos. Dirección: Parker Finn. Guion: Parker Finn. Música: Cristobal Tapia de Veer. Reparto: Sosie Bacon, Jessie T. Usher, Kyle Gallner, Caitlin Stasey.
Smile (2022), firmada por el debutante Parker Finn, y basada en su corto Laura hasn’t slept (2022) se ha convertido en la sensación de cine de terror de la temporada. A priori, la película se ha presentado en las salas comerciales como una extensión del cine creepypasta al que la industria nos tiene acostumbrados periódicamente y que tan bien funciona como opción de género para el gran público. Con esta premisa, nos enfrentamos a Smile sin muchas esperanzas de que nos mostrase algo novedoso, o siquiera que nos emocionase especialmente. Pero, a veces, ir con las esperanzas desinfladas a una sala de cine nos puede traer una grata sorpresa, y esa sorpresa ha sido que Smile es, con todo derecho, una de las películas -si no la más- terroríficas de 2022.
Echando la vista atrás en este año, y en lo que a cine de género se refiere y que apuesta por el terror, por la atmósfera, por el susto y el amedrentamiento del espectador, quizás sea la parte final de La Abuela (Paco Plaza, 2022), lo que podríamos asimilar a un horror canónico, como remate a una lectura que habla del trauma del envejecimiento. Pero La Abuela no es una película de terror tan completa como lo es Smile, en absoluto. Smile también usa el trauma como catalizador de un hecho sobrenatural, este acontecimiento sobrenatural es una maldición que, como buena historia creepypasta, va propagándose de unos a otros al modo de propuestas como The Ring (Gore Verbitsky, 2002), La Maldición (Takashi Shimizu, 2002) o la más reciente It Follows (David Robert Michel, 2014), como una especie de slasher sobrenatural. Smile tiene puntos de contacto con otro de los mejores filmes de terror de los últimos años, Sinister (Scott Derrickson, 2012), no ya tanto por la historia como por un más que efectivo uso de la música y el sonido. En el apartado del sonido y la banda sonora hay que quitarse el sombrero ante el trabajo de Cristobal Tapia de Veer, creador de un espectral score que mantiene la atmósfera de terror aún en los títulos de crédito.
Smile también juega con el concepto de terror envolvente, no solamente como atmósfera, si no como presencia ubicua que trastorna hasta los cimientos la vida de la protagonista, la psicóloga Rosa (Sosie Bacon). El poder de la maldición es potente y su acción es envolvente y rápida, no hay lugar para el respiro de la protagonista, pero tampoco para el espectador -a pesar de las limitaciones interpretativas del elenco en general, y de Sosie Bacon en particular-; Parker Finn, un director que va a dar que hablar en el futuro, logra una absoluta empatía del público con la tragedia del personaje, viviendo el miedo en primera persona. El trauma psicológico, como hilo conductor de la maldición, sitúa al espectador en la primera línea de la afectación y la materialización de ese trauma en una tragedia hereditaria que nos sobrecoge y nos hace vulnerables. En el plano esotérico, la lectura de la película no es tan profunda y en esa capa narrativa también podemos ver las similitudes y los paralelismos de Smile con aquellos títulos que hemos mencionado anteriormente y menos con La Abuela.
En estos tiempos en los que el terror elevado ha copado la práctica totalidad de la lista de títulos de género de las carteleras y de la programación de los festivales, una película como Smile vuelve a demostrar que no hace falta transmitir ningún mensaje trascendental para lograr asustar al público, y que el horror es algo inaprensible que nos conecta con las partes más profundas de nuestra conciencia. Las más de las veces el horror no se puede razonar y, en todo caso, su comprensión pasaría primero por un examen psicoanalítico. Y así es Smile, nos aterroriza con la consecuencia de un trauma que puede ser vívido o lejano pero que ataca directamente a nuestro inconsciente.
