Crítica de la película coreana Confession of Murder, dirigida por Byung-gil Jung
Título: Naega Salinbeomida (Confession of Murder). Año: 2012. Duración: 119′. País: Corea del Sur. Dirección: Byung-gil Jung. Guion: Byung-gil Jung. Reparto: Jeong Jae-yeong, Shi-Hoo Park, Hae-Kyun Jung, Kim Yeong-Ae, Choi Won-Young, Eun-ji Jo.
Hace poco tiempo publicamos una entrevista que hicimos a Byeong-gil Jeong, director del título que nos ocupa, Confession of Murder (2012), y de su nuevo lanzamiento, The Villainess (2017), un remake más que confeso de la hoy devaluada Nikita (1990), dirigida por Luc Besson. Byeong-gil Jeong dejó una cosa meridianamente clara en la entrevista, su prioridad era el aspecto visual de las películas, factor que prima muy por encima del desarrollo narrativo y sus posibles cambios de tono. Confession of Murder es mucho mejor que The Villainess, a pesar de que su objetivo es más modesto, más local, si se quiere ver así. En The Villainess los personajes -muchos más que en el filme de Besson- se enredan en una maraña argumental que poco aporta al original, quedando, eso sí, para posteridad, unas escenas de acción apabullantes, de merecida ovación. Confession of Murder también contiene inolvidables escenas de acción pero el peso de la historia es mayor y hace que, dentro de la inverosimilitud de la misma, el espectador empatice más con los protagonistas, aparte de no ser un actioner puro y duro, y modular con más acierto los distintos tonos de la narración.
El comienzo de Confession of Murder es una espectacular persecución por unos callejones húmedos y sombríos. El detective Choi (Jae-yeong Jeong) y un asesino enmascarado golpean la cristalera de un bar; es la continuación de una lucha que finalizarla dramáticamente con el detective herido de gravedad, el asesino huido y una mujer asesinada a modo de baja colateral. Quince años después, cuando los crímenes del asesino han prescrito, el atractivo Lee Du-sok (Shi-hoo Park) aparece ante los medios anunciando la publicación de sus memorias (Confession of Murder) y arrogándose ser él el asesino. La prescripción de los crímenes no será ningún impedimento para que el detective Choi persiga al asesino saltándose las barreras legales.
La historia contiene giros interesantes, inesperados unos y más previsibles otros, con sub-argumentos metidos un poco «a calzador», con los que se impregna una pátina de comicidad a algunas situaciones, como la que se da cuando un grupo de vengadores decide secuestrar al presunto asesino del hospital. Los quiebros argumentales de Confession of Murder van superándose a sí mismos a medida que avanza el metraje y tienen a los medios de masas como modernos comunicadores que logran aúpar a la fama de Shi-hoo Park, ya convertido en un ídolo de adolescentes, un asesino mutado a celebridad que ya no hace el mal con el cuchillo sino con su presencia ante las cámaras, ahora desde la impunidad. El papel de los medios es el de hacerse eco de todos los avatares de la historia para sacar el mayor jugo posible para su audiencia, como buenos carroñeros que son, sin importar las consecuencias éticas y personales que puedan tener el dar eco y notoriedad a un asesino en serie confeso.
En Confession of Murder hay cierto tufillo a buddy-movie, una comicidad contenida en muchos de los encontronazos entre cazador y presa que se sublima en algunas de las escenas de acción de alto voltaje que protagonizan los propios actores. Byeong-gil Jeong huye del realismo y la imaginería barroca, centrándose en la peripecia de los protagonistas y en lo que ésta puede dar de sí en lo visual, y es que Byeong-gil Jeong no solo es director, también es especialista (stunt) y socio fundador de una escuela de especialistas, y eso explica el gran interés que tiene en el desarrollo visual de las escenas en Confession of Murder, no renuncia a su dramatismo pero las convierte en un constante duelo físico entre los protagonistas.
Hay importantes diferencias entre Confession of Murder y otros thrillers coreanos realizados al anísono. Frente a la crudeza y desgarradora lectura social de The Yellow Sea (2010), el exceso de Encontré al Diablo (2010) o la acción sin pausa de El Objetivo (2014), Confession of Murder se muestra como una cinta que aglutina todas estas sensibilidades, dando pausa al espectador para que disfrute, para que se sienta identificado con todos los personajes y para que, finalmente, adopte una postura maniquea separando a los malos de los buenos, al grano de la paja, dejando atrás las zonas grises que Confession of Murder postula en muchos momentos. El tour de force entre Shi-hoo Park y Jae-yeong Jeong se resuelve favorablemente para el espectador, sin acritud pero poniendo los puntos sobre las íes en una inesperada resolución. Confession of Murder no es el mejor thriller coreano pero quizás es de los más divertidos y en el que podemos encontrar todos los elementos que han hecho de este género -hasta podemos otorgarle esa categoría por el extenso número de producciones con que cuenta- un referente para el cine de