J.J. Abrams, director de star wars VII

J.J. Abrams, genio y cinefilia para todos los públicos

La cultura popular (pop) está por todas partes, nos rodea e interactúa con nosotros de una forma orgánica, modificando nuestros hábitos de comportamiento, de consumo, e incluso de creencias. Nadie podría imaginar un mundo como el que vivimos hoy sin la música de Star Trek, los lanzamientos anuales de discos recopilatorios de The Beatles, o pocos llegan a una playa llena de gente y no se imaginan la aleta de un gran tiburón blanco acosando a los veraneantes. Obviamente la cultura pop nos ha sumergido en un mundo de ficción, en una realidad falsa imaginada por la música, el cine o el diseño, realidad que no pudo ser mejor descrita por Andy Warhol durante su etapa de experiencias fílmicas-experimentales: «Me encanta Hollywood, todo es de plástico, yo también quiero ser de plástico.» La televisión ha tenido mucho que ver en la creación de una nueva conciencia nuestras que vive en un perpetuo mundo de hadas. Encendemos la televisión y vamos al cine para ensoñar, a veces para evadirnos de una realidad aciaga, o simplemente para divetirnos.

El prolífico guionista-productor-realizador-músico-áctor J.J. Abrams (Jeffrey Jacobs Abrams) es para el siglo XXI ese paradigma de persona consagrada a la perpetuación de la cultura pop, a la creación de nuevos iconos y sagas televisivas a las que hacerse adicto. Los orígenes del neoyorkino (nacido el 27 de junio de 1966) en el mundo audiovisual no revelaron ningún signo de la bestia mediática en la que se convertiría años más tarde, la escritura de guiones como Millonario al Instante, A Propósito de Henry, Eternamente Joven o Dos Chiflados en Remojo, fueron trabajos de encargo asépticos, encuadrados en la corrección comercial que Hollywood reclamaba para que las cifras de la taquilla engrosaran los enormes beneficios de los estudios. Finalizando esa época de éxito como escritor para la gran pantalla, J.J. Abrams comenzó a realizar una de las labores menos agradecidas del arte audiovisual, la de productor. El trabajo como productor, siempre moviéndose tras los decorados, involucrándose en los presupuestos, en el casting, y hasta en las promociones de sus productos, ha sido hasta la fecha el perfil que más reputación le ha procurado a J.J. Abrams, y fue el estreno en televisión de su primera serie, Felicity, la rampa de lanzamiento para una carrera con nombre propio, una estela profesional que ha marcado un antes y un después en la forma de entender fenómenos como el fandom televisivo o el concepto del filme blockbuster reescrito desde la cinefilia.

star trek into-darkness J.J. Abrams y chris pine

La serie Felicity, protagonizada por la actriz Keri Russell, fue todo un acierto en cuanto a proponer otra forma de ver su ciudad natal, New York, desde la óptica de una chica de provincias que debe hacerse un hueco en la ciudad de los rascacielos mientras enfila el camino a su madurez. La serie constó de cuatro temporadas con 22 episodios en cada una de ellas, alargándose desde el año 1998 hasta el 2001. Durante el comienzo de Felicity, J.J. Abrams tuvo la osadía de embarcarse en un proyecto cinematográfico del que no saldría bien parado, la escritura del guión de Armageddon, dirigido por Michael Bay. Manipuladora y enquencle, la película le hizo merecedor de un premio Razzie como guionista (el Oscar de las películas más malas) pero es indudable que más para mal que para bien Armageddon ha quedado ya impresa en esa conciencia nuestra inseparable del mundo pop que nos rodea por todas partes.

Menos famosa pero que también cuenta con numerosos fans, la serie Alias (2001) le debe gran parte de su éxito al carisma de su protagonista, la especialista en acción Jennifer Garner. Concebida como una especie de Nikita bessoniana, su personaje, Sidney Bristow, se las tiene que ver con terroristas, ladrones, servicios secretos en mitad de ensaladas de tiros y cuchilladas. Alias siguió el formato estandarizado que J.J. Abrams marcó en Felicity, otorgando a la serie una vida de cuatro temporadas con sus 22 episodios cada una de ellas. Si Alias fue un notable ejercicio en el ámbito de las series televisivas de acción, no alcanzó la notoriedad de Perdidos (2004), el buque insignia de sus producciones para la pequeña pantalla. El punto de partida del argumento de Perdidos -un grupo de supervivientes de un accidente de avión llega a una isla aparentemente desierta en la que ocurren fenómenos muy extraños- supone el despliegue de una imaginería fantástica sin precedentes: legiones de cientos de miles de fans debatían sobre las soluciones narrativas y conceptuales de los enigmas que Perdidos iba soltando en cada episodio, como miguitas de pan. La serie terminó de forma decepcionante para sus fans, sin ofrecer una conclusión plausible a las propuestas paranormales y metafísicas a un guión, que en conjunto no dejó de ser fragmentado y derivativo. El viaje a un mundo desconocido que los fans de Perdidos vivieron durante seis temporadas no podría haber terminado de otra manera, J.J. Abrams sólo pretendía abrir la caja de los enigmas en Perdidos, no cerrarla, mostrando así su regusto por un enfonque surrealista de serie de televisión.

lost, serie de J.J. Abrams

Mientras se encargaba de la producción de Perdidos, otras dos series, Six Degrees y ¿Qué hacemos con Brian? ocupaban su tiempo, que parecía estirarse como un chicle. No contento con esto se embarcó como productor en uno de los mejores proyectos fantásticos -y más incomprendidos- de la última década, la película Monstruoso (Cloverfield, 2008), una relectura y modernización de las películas de monstruos japonesas, las kaiju eiga, y más concretamente del icónico Godzilla, sin citar expresamente al monstruo nipón en ningún momento. Monstruoso es una película moderna, rodada en el ahora más conocido formato found footage; es una cinta vibrante y repleta de acción. El resultado de Monstruoso a nivel técnico es sumamente notable y aún no superado. Monstruoso marca otro hito en la trayectoria de J.J. Abrams, la cinefilia ha aparecido en su vida.

Sus nuevas series, aún en las parrillas de la programación televisiva, Fringe, Westworld inciden en una visión fantástica pero a la vez más genérica que su anterior Perdidos. Abrams se lanza de lleno a la piscina del género fantástico y lo embadurna de una cinefilia del cuál no se ha desprendido hasta la fecha. A la realización de la correcta y casi cómica Misión Imposible III (2006), y la producción de Monstruoso y las citadas serie de televisión, se le suman varios proyectos más que perfilan de modo definitivo la carrera del que es amigo íntimo de Steven Spielberg: el lanzamiento de la saga cinematográfica de Star Trek (2009 y  2013) con actores jóvenes y efectos especiales a lo grande, donde J.J. Abrams hace las veces de director, guionista y productor, y la creación, también a la dirección, de ese ejercicio de nostalgia cinéfila que fue Super 8 (2011).

star trek into darkness dirigida por J.J. Abrams

Los trekkies, esos seres rarunos seguidores de la mitología de la saga galáctica Star Trek, fieles compromisarios de ese particular altar de nuestra cultura pop, se felicitan porque alguien como Abrams haya resucitado al capitán Kirk y al vulcaniano Spock. La elección de estrellas incipientes como Chris Pine, Zachary Quinto o Benedict Cumberlain creó una corriente de empatía en los trekkies que tienen a las hasta ahora dos entregas de la saga como piezas fílmicas de gran valor para su mitología, aunque desde el punto de vista cinematográfico, tanto Star Trek como Star Trek, en la oscuridad, no son cintas que muestren un ejercicio de estilo tan depurado e interesante como el que J.J. Abrams realiza en su mejor película, Super 8.

Los más jóvenes no lo han vivido, los años 80 fue una década en la que Norteamérica quiso pasar página de uno de los episodios más luctuosos de su historia, la invasión y guerra de la república de Vietnam. Fruto de la guerra fría, este enfrentamiento devolvió a casa miles de bolsas de cadáveres de jóvenes soldados, un movimiento contestatario (la Contracultura) y una generación sumida en el caos moral y los excesos de la heroína. A mediados de los ochenta el cine comercial decide abandonar las producciones dedicadas a retratar las consecuencias de la Guerra de Vietnam y a emprender el lanzamiento de un nuevo tipo de cine en el que los niños son los protagonistas, apareciendo como pequeños seres incomprendidos por sus mayores -adultos que vivieron el conflicto vietnamita pero que sufren de una extraña amnesia histórica-, ha nacido el cine familiar y la productora Amblin de Steven Spielberg ve como películas como Los Goonies (1985) o E.T. El Extraterrestre (1982) baten records de taquillas.  Super 8 es la rememoración de esa época del cine norteamericano, un cine cándido y de tintes fantásticos, a modo de cuento iniciático que prepara al niño para afrontar la adolescencia, sustituyendo los relatos clásicos infantiles por nuevas formas del fantástico surgidas de la cultura pop. En Super 8 hay niños cuyos padres no comprenden sus fantasías, experimentos secretos del gobierno, monstruos, bicicletas y formato panorámico al más puro estilo ochentero, Super 8 es un capricho que un cineasta cinéfilo regala a su público.

super 8 de J.J. Abrams

El futuro de J.J. Abrams parece seguir la línea marcada por sus últimos trabajos como realizador. Ya se anuncia el rodaje de la nueva entrega de Star Wars (Star Wars Episode VII, The Force Awakens) dirigida por el incansable cineasta. Su nombre estaba en todas las quinielas y siempre figuró como ganador, como sucesor de George Lucas para una nueva generación de jóvenes que quieren sentir la adictiva sensación de saberse pertenecer a una parte de la cultura popular que llegó para quedarse y que sólo se irá si alguna vez se desploma el sistema en el que estamos viviendo ¿Una idea para una nueva serie?

 

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