Found

Los años ochenta fueron el escenario de un cambio de tendencia en el cine fantástico. El agotamiento del American Gothic provocó la emersión de dos tendencias completamente opuestas que en Found aparecen engranadas como un mecanismo de relojería. Por una parte, el cine familiar creado por los reyes midas de entonces, Steven Spielberg y Richard Donner, contaba historias de niños que vivían en entornos suburbiales y que usaban sus bicicletas y su imaginación para vivir mil aventuras: tan pronto ayudaban a un alienígena a volver a su planeta como encontraban un tesoro pirata oculto en una suerte de montaña rusa subterránea. Peligros mil pero sin riesgo para la integridad de los infantes. Al final los adultos, supervivientes del trauma vietnamita, se sonríen y sienten sus vidas realizadas al ver crecer a estos buenos americanos, con ese afán de superación e imaginación incomprendida que nos dicen que caracteriza a los habitantes de esa joven y violenta nación.

Vamos al otro lado de la balanza y nos encontramos con asesinos en serie que llevan máscaras y masacran a adolescentes en plena efervescencia hormonal. No hay camping que sea seguro ni barrio en las polis norteamericanas donde uno pueda sentirse a salvo de la cuchillada de un psicópata que ese sí que no, posiblemente no pudo superar el trauma de Vietnam.

Si la década de los ochenta polarizó el cine de fantástico con tendencias tan distintas. Una película supuso el puente entre ambas. The Gate, con un Stephen Dorff salido del parvulario, aunaba el cine familiar con cierto oscurantismo muy alejado de las propuestas masivas de Spielberg y compañía. Con la distancia que vemos esos títulos, Found pudiera no tener que ver nada con ellos pero la película dirigida por Scott Schirmer -basada en la novela de Todd Rigney- sitúa a un niño imaginativo, incomprendido y obsesionado por las películas de horror ante el reto de su vida, nada más y nada menos que su hermano es un serial killer, y de los peores: corta las cabezas de sus víctimas y las colecciona como fetiches sexuales. La película se centra por una parte en las vivencias del tierno infante Marty (Gavin Brown) como precoz dibujante de cómics de horror -atentos a los alucinantes títulos de crédito-, y por otra la relación de éste con su hermano con su hermano Steve (Ethan Philbeck).

En el libreto que también firma Schirmer hay una especial atención al cine VHS de los videoclubs de antaño y a esos títulos serie B y Z que ocuparon el ocio de aquellos jóvenes ochenteros inconformistas y devoradores de películas slasher. Asistimos junto a Marty y su amigo David (Alex Kogin) a la recreación de alguno de esos títulos, filmado con aquella chapucera e ingenua actitud. Pero ante el horror descuidado y falto de medios de las películas que Marty alquila pronto se revela un terror más real y atroz, un bloodfest final que convierten los sueños de Marty en una realidad sanguinolenta y brutal; y es que no es necesario que tus padres o tus profesores hagan por comprenderte si tienes un hermano que pretende ser The Headless Killer.