Verónica Poster Paco Plaza

Crítica de Verónica, de Paco Plaza

Título: Verónica. Año: 2017. Duración: 105 min. País: España. Director: Paco Plaza. Guion: Paco Plaza, Fernando Navarro. Música: Chucky Namanera. Fotografía: Pablo Rosso. Reparto: Sandra Escacena,  Bruna González,  Claudia Placer,  Iván Chavero,  Ana Torrent, Consuelo Trujillo,  Sonia Almarcha,  Maru Valdivielso,  Leticia Dolera,  Ángela Fabián, Carla Campra,  Samuel Romero.

Tras cuatro entregas de la franquicia REC, en la que Paco Plaza estuvo involucrado más directa o indirectamente -fue codirector en dos de ellas y realizador única en la tercera entrega-, el realizador se lanza a la ejecución de un nuevo título con tintes costumbristas y basado en un suceso de la historia más reciente de nuestra parapsicología. Verónica (2017) narra las tribulaciones paranormales y existenciales de una joven adolescente, cuyo nombre da título a la película. El filme está basado en el célebre Expediente Vallecas, que consistió en la eclosión de una serie de sucesos paranormales en la vivienda de una humilde familia vallecana a principio de los  años 90, y cuyo trágico final sigue siendo, hoy en día, no solo inexplicable, también materia de estudio para parapsicólogos e investigadores de lo oculto.

El punto de partida de la película es el relato los hechos acaecidos en el hogar de la joven vallecana Estefanía Gutiérrez Lázaro. La narración de los acontecimientos que allí sucedieron ha sido guionizada de manera muy cinematográfica, mostrando más que evidentes licencias dramáticas y una alteración de los sucesos que aleja a Verónica del relato sucinto y más o menos efectista de la verdadera historia. La pretensión de Paco Plaza y su coguionista, Fernando Navarro, no solo es la de contar con detenimiento un caso que, de por sí, ya daría para una extensa película de terror, sino la de tomar el pulso al modus vivendi de la clase obrera madrileña en una época en la que aún podíamos tropezar con junkies en las calles y España estaba experimentaba un despertar a la modernidad, marcada por los eventos socio-culturales que tuvieron lugar en el año 1992. En Verónica hallamos dos películas unidas por el nexo de un suceso paranormal: de una parte las tribulaciones de Verónica (Sandra Escacena), como hermana mayor de una familia de cuatro hermanos, y cuya madre debe pasar todo el día trabajando para sustentar al núcleo familiar; de otra parte hay una narración fantástica, muy bien urdida por el guión, que aprovecha muchos elementos de la historia original pero que muy pronto se separa de ella para seguir un camino propio, sin renunciar a las señas identificadoras básicas que caracterizaron los momentos más espeluznantes del Expediente Vallecas.

Verónica, de Paco Plaza

El personaje de Verónica está interpretada por Sandra Escacena. Hermana mayor de un núcleo familiar de cuatro hermanos, tiene la responsabilidad de cuidar del hogar y de su familia. Sobrepasada por una tarea titánica que se ve incapaz de llevar a cabo, se refugia en la música como escapismo a una realidad para la que no está preparada. La madre de Verónica (Ana Torrent) apenas está en casa, su trabajo como regenta de un bar de barrio y la ausencia de su marido generan la total desatención sobre su familia, que delega en Verónica. Esta dura situación familiar lleva a Verónica a invocar a la figura de su padre muerto durante una sesión de Ouija que tiene lugar simultáneamente con un eclipse solar. El evento astronómico, coincidente con la invocación, traerá a nuestro mundo a una violenta entidad que no cejará hasta destruir a la familia de Verónica.

El marcado carácter dramático de Verónica no está reñido con su parte fantástica, aún más, ambas realidades, la fantástica y la social, se aúnan para dar forma a una historia conmovedora y terrorífica al mismo tiempo. El espectador tiene ocasión de estar a un lado y a otro de la frontera entre la realidad y la ficción continuamente, pero queda claro que, al final, Paco Plaza decide volcar la balanza del lado de la realidad, esto es: los sucesos paranormales que vive Verónica son reales, tanto como lo fueron en el Expediente Vallecas, y tienen horribles consecuencias para ella y su familia. Frente a una conclusión más metafórica y difusa, Verónica opta por rendirse ante la biología de su historia, netamente verídica, netamente fantástica. Lo contrario no sólo habría significado el suicidio comercial de la cinta, también una falta de respeto hacia hechos que han sido constatados oficialmente como auténticos.

Sandra Escacena es Verónica

Las apariciones de la entidad que atormenta a la familia de Verónica respetan las descripciones realizadas por los supervivientes de los sucesos. Fantasmal, inquietante y con una actitud notoriamente violenta, la entidad sobrenatural visita todas las estancias de la casa dejando su aterradora impronta, se metamorfosea con el aspecto del padre difunto y es capaz de actuar de forma física contra los amuletos que Verónica, ingenuamente, cuelga en las habitaciones de sus hermanos. La entidad tiene forma de sombra, sin un rostro definido, pero también es capaz de interactuar con el estado anímico de la familia; en una de las escenas en las que Verónica y sus hermanos son perseguidos por la sombra y se atrincheran en el salón, la entidad va a penetrar por una puerta de cristal traslúcido, instante en el que ésta se funde con la figura de la madre de la familia, que acaba de llegar del trabajo a hora intempestiva. El ser sobrenatural conoce  muy bien las debilidades de Verónica y su familia y no duda usarlas para aterrorizarles. Pero también existe otra lectura de esa escena, y es que se subraya el estado de descomposición del núcleo familiar ante la ausencia de la figura materna: la madre de Verónica, ausente prácticamente todo el día, es, en realidad, el único baluarte de que dispone la familia para no derrumbarse definitivamente, de modo que ya se anuncia en ese momento el final atroz y la total descomposición de una familia cuyo único y  flaco de facto apoyo reside en la desventurada Verónica.

Verónica cuenta con varios elementos fantásticos dignos de reseñar por lo que supone de referencia a otros filmes fantásticos anteriores. Está muy presente la marca de la franquicia REC en el tratamiento hiperrealista de la imagen en los momentos en los que los personajes recorren los angostos pasillos de la casa de Verónica, sobre todo en ese comienzo en el que los policías acuden linterna en mano a inspeccionar una casa donde reina un caos muy parecido al que hemos visto en alguna de las entregas de REC. Un personaje que no que no se encuentra en la historia original y que es puramente cinematográfico es de la Hermana Muerte (Consuelo Trujillo), monja ciega del instituto donde estudia Verónica; este personaje es una referencia directa al filme de terror sobrenatural La Centinela (The Sentinel, 1977), dirigido por el veterano Michael Winner.

Consuelo Trujillo es la Hermana Muerte en Verónica

El cine de género español, y considerando no solo el terror, también la nueva ola de cine de acción o thriller, parece apoltronado en la utilización de contextos históricos reconocibles por el espectador, ubicados temporalmente una o dos décadas atrás. Este ardid comercial asegura un público objetivo, espectadores con un arco de edad muy preciso que tienen recuerdos vívidos de los sucesos y la época en la que se desarrollan las historias. Verónica, aún usando un contexto temporal muy determinado, solo le da un protagonismo relativo, no pierde de vista el drama personal y familiar de los protagonistas, ni tampoco relega a un lado el aspecto fantástico del relato, que termina compitiendo y ganando al anterior. El contexto temporal de Verónica debe ser preciso pues los hechos reales sucedieron allí y de esa manera, pero es solo un telón de fondo para dos historias feroces y desasosegantes, el drama familiar y los sucesos paranormales, historias que han sido llevadas a la pantalla con garra y talento, con respeto y arte cinematográfico. Verónica es, en definitiva, el cine de género que merece y debe tener España.

 

 

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