Año: 2009. País: Corea del Sur. Duración: 133’ Director: Park Chan-wook. Guión: Park Chan-wook, Seo-Gyeong Jeong. Música: Cho Young-ook. Fotografía: Chung Chung-hoon. Reparto: Song Kang-ho, Kim Ok-bin, Shin Ha-kyun, Kim Hae-sook, Park In-hwan, Oh Dal-su, Song Young-chang, Mercedes Cabral, Eriq Ebouaney.
Quizás el tríptico sobre la venganza que rodó el coreano Chan-wook Park está un tanto sobrevalorado. La tríada de películas compuestas por Sympathy for Mr. Vengeance (2002), Old Boy (2005) y Sympathy for Lady Vengeance (2005) puede ser ingeniosa y hasta tener un estilo narrativo particular, pero la reincidencia en la ciclicidad temática del cine oriental termina aburriendo a la larga. Afortunadamente, el director coreano se redimió en parte con una historia de amor entre robots llamada Soy un cyborg (I´m a cyborg, but that´s Ok, 2006), pero su consagración para las masas, como artista versátil y claramente exportable, vendría de la mano de una curiosa historia de vampiros, Thirst (2009).
Sang-hyeon (Kang-ho Song) es un sacerdote católico, hastiado por la muerte que le rodea a diario, atendiendo a enfermos terminales en un hospital. A punto de perder la fe, decide convertirse en un conejillo de indias para experimentar una medicina contra una enfermedad incurable. Durante su internamiento en una clínica africana le es suministrada sangre de un paciente desconocido, una sangre que le curará pero al mismo tiempo le convertirá en un vampiro con sotana.
Hasta aquí, esta breve sinopsis cuenta la primera parte de la película, pero aún hay más. El sacerdote convertido a revenant ahora no está sólo sediento de sangre, también de lujuria y de pecado, enamorándose de Tae-ju (Ok-bin Kim) una bella joven que ansía liberarse de su aburrido matrimonio. Juntos protagonizarán los dos tercios restantes de una delirante película, repleta de giros, con un vampiro que no atiende a los convencionalismos tradicionales del género, y que incluso se atreve a reconciliar su vida como no-muerto con la práctica de la caridad y de la fe católica. La aparición de Tae-ju es el detonante para que el sacerdote abandone cualquier pretensión de reconciliación con Dios y emprenda el camino del crimen y la concupiscencia.
La película contiene escenas de gran plasticidad y dominio absoluto del plano, regalándonos momentos de gran belleza visual junto a otros de auténtico desparrame y desenfreno narrativo. En esos momentos es cuando aparece el auténtico género que hay detrás de la película. Entre la épica amorosa del mito (pop) vampírico asoman situaciones de auténtico descontrol y diversión –aquella escena a lo Hancock (2008), con los amantes destrozándolo todo-, tono desmedido que termina siendo modulado mediante la introducción de elementos de comedia –atentos a la madre o a la secuencia de cierre de la película-, con situaciones corales y de un humor más que negro –la matanza en el piso recién pintado-.
A Park Chan-wook se le puede acusar de haber creado una película que distrae demasiado al espectador, con sus quiebros constantes, y con un argumento que parece seguir una línea demasiado fragmentada como para conectar con facilidad todos sus nodos. De cualquier manera, esta reinvención del mito vampírico no deja de ser interesante y arriesgada, a la par que visualmente muy atractiva. Muchos admiradores de Old Boy son detractores de Thirst cuando ésta última es infinitamente superior en cuanto a la inventiva de su guión y el pulso de su realización. Contamos con Thirst en nuestra lista de películas sobre vampiros; la dejamos en la estantería de las locuras más deliciosas y volveremos a verla para recrearnos en las desventuras de estos personajes que son, al fin y al cabo, prototipos de la era contemporánea, almas sin fe y cuerpos convertidos en una “nueva carne” ávida de sangre y sexo.
Gracias a las compañías CAMEO y MEDIATRES, en colaboración con Winds of Asia, podemos disfrutar de la edición de Thrist en formato doméstico, tanto en bluray como en DVD. Las dos ediciones tendrán audio en castellano y coreano, con subtítulos en castellano.
Aunque es un cambio temático en toda regla, ‘Thirst’ mantiene el que yo creo que es uno de los principales temas del cine de Park Chan-wook: el absurdo. Todas las acciones del sufrido cura son absurdas, independientemente de que su intenciones sean buenas o malas. Como no lo acepta, su vida es una constante frustración: es incapaz de hacer un mundo mejor desde su oficio de religioso y es incapaz de dejar de chupar sangre y resistirse a su impulsos sexuales y es incapaz de salvar a su amada de una vida también enterrada en el absurdo. En cambio, ésta se acepta tal y como es y puede vivir con un sentido, disfrutar del hedonismo de una vida vampírica. O vamos, eso me pareció entender…
Y bueno, en lo formal sí me dio la sensación de que Chan-wook se pasaba de rosca, demasiado manierista y, a la vez, descuidado a la hora de controlar el ritmo y la extensión de la peli, que se le queda un poco larga y aburrida a trozos. Y joder lo que le gusta el ruido del chuperreteo…
Me sigo quedando (y con mucho) con ‘Oldboy’, que todavía me parece brutal.
Has hecho una interesante valoración. Hay mucho absurdo en esta película y creo que eso es lo que deriva el género a la comedia. Es que hasta la cara del cura inspira risa.
Lo del manierismo no lo veo del todo. Es más un estilo visual. Todos estos directores orientales se jactan de tener un estilo diferente, y eso es uno de los alicientes de ver pelis orientales, que son muy estéticas y bueno…al final te doy un poco la razón…manieristas.
Un saludo.