Crítica: Route Irish, de Ken Loach
Título: Route Irish. Año: 2010. Duración: 109’ País: Reino Unido. Director: Ken Loach. Guión: Paul Laverty. Música: George Fenton. Fotografía: Chris Menges. Reparto: Mark Womack, Andrea Lowe, John Bishop, Trevor Williams, Talib Rasool, Stephen Lord,Craig Lundberg, Najwa Nimri, Gary Cargill.
El refranero popular, que es sabio, dice que “hecha la ley, hecha la trampa”; nada más cierto pues la historia y la experiencia demuestran que pocas veces los mandatarios hacen algo que no les sea beneficioso a ellos, aunque a luces públicas parezca la panacea para el resto de los ciudadanos. En estos tiempos en los que andamos, ya superado el síndrome de la Guerra Fría y aplastado el sistema comunista, los gerifaltes de las democracias occidentales prometieron un periodo de paz y progreso interminable -como preconizaba el ideólogo Francis Fukuyama en su libro El Fin de la Historia y el Último Hombre– que terminaría con la unión cordial de todos los pueblos de la tierra bajo la bandera de un sistema económico único: el neoliberalismo. Pero parece ser que en algunos lugares no tienen tan claro asumir las órdenes que vienen desde Washington y sus satélites europeos. Estos lugares están gobernados por sátrapas malos malísimos y sólo por vergüenza torera, las naciones libres tienen el deber de liberar al pueblo ignorante y subdesarrollado de su yugo, por las buenas o a las bravas. Es así como nace el concepto moderno de la guerra humanitaria. Una receta que tras el 11-S se ha ido aplicando sistemáticamente en multitud de países ajenos a la influencia occidental y que además disponen de inmensos recursos naturales y/o una situación geoestratégica crucial. Sólo unos nombres: Iraq, Libia, Egipto, Siria o Túnez.
Ya han sido varios cineastas los que se han acercado a la asunto de las guerras encubiertas como causas humanitarias, particularmente las de Afganistán e Iraq, desde diversos puntos de vista, casi siempre alejados de toda demagogia y con resultados cinematográficos muy notables; films que combinan elementos de drama, acción o thriller para contar la historia de las víctimas y los verdugos de estas guerras. Así, Michael Winterbottom se acercaba al infierno de Guantánamo con Camino a Guantánamo (The Road to Guantanamo, 2006) y Paul Greengrass hacía lo propio con Green Zone: Distrito Protegido (Green Zone, 2010), entre otras producciones de menor calado. Ahora le toca el turno a Ken Loach con Route Irish (2010), un abanderado explícito del cine social que con este film se aleja de los registros a que nos tiene acostumbrados para acercarse a la ocupación “humanitaria” de Iraq desde la óptica de los contratistas (mercenarios) internacionales que realizan las labores de vigilancia y combate que les corresponderían a los soldados.
Dos amigos, Fergus y Frankie, veteranos de guerra, se alistan en una empresa proporciona mercenarios al ejército estadounidense que ocupa Iraq. Frankie muere en una emboscada de la insurgencia, pero no todo está tan claro como parece. Fergus comenzará una investigación que le llevará a remover los entresijos de una industria, la de los soldados privados, que mueve millones de dólares y cuyos miembros -mercenarios veteranos de los ejércitos occidentales- disponen de inmunidad absoluta ante cualquier crimen que perpetren.
Ken Loach ya se acercó al thriller político en otras ocasiones. Agenda Oculta (Hidden Agenda, 1990), Tierra y Libertad (1995), La Canción de Carla (Carla´s Song, 1996), El Viento que Agita la Cebada (The Wind that Shakes the Barley, 2006) son intentos de Loach por ofrecer una película más centrada en la trama y la disección del tema a tratar – la guerra sucia contra el IRA Guerra Civil Española, conflicto sandinista, o la insurrección irlandesa- que en la exhibición de pirotecnia y tiroteos. Route Irish sólo tiene dos escenas de acción y ambas son bastante sobrias, sin hemoglobina ni explosiones -el resto del metraje ambientado en Iraq es documento de combate real-. Loach utiliza la acción en Route Irish para contextualizar y dramatizar unos hechos que leemos a diario en los periódicos, y con eso le basta. El resto del film contiene una gran dosis de pesquisa y drama entremezclados a partes iguales pues a medida que progresa la investigación de Fergus, los hechos descubiertos afectan hondamente a los más allegados a Frankie y desencadenan unas consecuencias devastadoras.
El estilo de Loach es muy frío y sobrio, de hecho la interesante partitura de George Fenton se muestra en muy pocas ocasiones, pero no es para nada distante aunque lo parezca. El formalismo de Loach en Route Irish choca con la dinámica a la que nos tienen acostumbrados los thriller contemporáneos hollywoodienses, pero pensemos que Ken Loach realiza cine independiente y que la intensidad de su narración no reside en los efectos especiales sino en las relaciones de los personajes y lo tupido de la trama Route Irish. Los actores principales, Mark Womak y Andrea Low, desarrollan con densidad una relación amorosa imposible, cuyo nexo de unión era Frankie, motor de la supervivencia emocional de los mismos. Por otra, el ambiente postbélico ilustrado mediante encuentro entre contratistas y ejecutivos de las empresas o el violento enfrentamiento entre los mercenarios en las calles de Liverpool ejemplarizan esa continuidad bélica paralela a la de un pueblo –en este caso el británico- que vive ajeno a los métodos usados por sus gobernantes en las guerras humanitarias.
El guión de Route Irish puede parecer un poco plano y estereotipado, y a ratos moralista. Ken Loach deja atrás el género para centrarse en lo que a él le interesa, que es la denuncia. Route Irish es una muestra de thriller político con una gran carga de cine social. No se puede comparar con los ejercicios de denuncia que realizaba Costa Gavras en los años ochenta; los tiempos han cambiado, pero queda claro que Ken Loach es un realizador comprometido con lo que cuenta, y lo hace sin tapujos, aunque sin renunciar tampoco a ese tono actioner que convierte en entretenidas sus películas-denuncia. Y otra cosa importante, Ken Loach trata el tema que le ocupa sin victimismo, moneda común en las producciones norteamericanas, donde los freedom-fighter de gatillo fácil son víctimas en lugar de verdugos. Si esto fuera una película americana otro gallo nos cantaría pero los mercenarios de Ken Loach son lo que son, con sus luces y sus sombras.
Route Irish ha sido editada en España por las compañías CAMEO y ALTA CLASSICS en DVD.
Ken Loach, aunque su cine este condicionado por su pensamiento político, que dista mucho del mio. Es un cineasta sumamente interesante y que suele decir verdades como puños. Muy alejado de la autocompacencia y ceguera que suelen mostrar sus camaradas de ideas.
Es especial, me gusta cuando desgrana toda su mala leche salpicada de humor negro, como en lloviendo piedras. O esa demoledora y triste felices dieciséis. Un gran cineasta que esta muy alejado de la densidad que se le supone, siendo su cine muy asequible para un publico en general. Aunque claro este no se de por enterado y sus películas pasen sin pena ni gloria.
Como cosa curiosa, la mejor versión de lo que paso en el bando republicano en la guerra civil. La ha rodado este hombre, Tierra y libertad, una película valiente que no se casa con nadie. Tiene cojones que lo mejor sobre nuestra guerra, lo haya rodado un extranjero…. País este… Cuídate
No soy tampoco muy fan del cine de este hombre, no por las temáticas que trata, que me parece que son interesantes, y tampoco hay tanta gente haciendo cine social como parece, normalmente la denuncia social suele ir acompañada de dramones de lo más lacrimógeno (excepción hecha de La Havre). Lo mejor es lo que tú dices, que realmente su cine es asequible, tampoco es tan denso ni tan autoral como se pretende vender en los circuitos cultos.
En el caso de Route Irish, queda bien construido este thriller que pretende mostrar a los británicos -la película es más localista de lo que parece- las consecuencias de la intervención en Iraq. Sólo hay que recordar que REino Unido fue una de las naciones más implicadas en toda la mentira que supuso la búsqueda de las armas de destrucción masiva.
Respecto a Tierra y Libertad la veo una película de una poesía demoledora. SEgún contaba Loach en su promoción, a los actores no se les daba nada más que la parte del guión que rodarían ese día, de forma que a medida que los idealistas republicanos iban muriendo, producía un gran pesar en los actores y una sensación de fatalismo.
No he visto El viento que agita la cebada, centrada en el conflicto irlandés. A ver si me pongo con ella.
Saludos Plared!! y buenas vacaciones.