Nosferatu, de Robert Eggers

Crítica de Nosferatu, dirigida por Robert Eggers

Nosferatu. Año: 2024. Duración. 132 min. País: Estados Unidos. Dirección: Robert Eggers. Guion: Robert Eggers. Libro: Bram Stoker. Reparto: Lily-Rose Depp, Bill Skarsgärd, Aaron Taylor-Johnson  Emma Corrin, Willem Dafoe, Nicolas Hault.

Nosferatu, y nos referimos a la película de 1922 dirigida por F.W. Murnau, es un referente cinematográfico del cine de terror y del arte expresionista en general. Revisar esta cinta es atreverse con uno de los tótems de la cinematografía mundial que, por otra parte, solo había contado hasta la fecha con una versión, el Nosferatu de Werner Herzog (1979). No vamos a relatar la génesis y vicisitudes del Nosferatu original, extenderíamos innecesariamente la reseña y para eso recomendamos el imprescindible libro de Luciano Berriartúa, Nosferatu, un film erótico-ocultista-espiritista.

La nueva versión de Nosferatu está firmada por el extraordinario Robert Eggers, cuyo debut con La Bruja (2015) ya apuntaba las maneras de uno de los mejores directores de cine fantástico de la actualidad. Pasada la irregular pero impactante El Faro (2019) y la épica y poco comprendida El Hombre del Norte (2022), Nosferatu (2024) ha sido el nuevo proyecto donde ha vuelto a volcar todo su genio creativo; y el resultado ha sido totalmente apabullante.

La película de Robert Eggers no traiciona el espíritu original de la cinta de Murnau pero está claro que los años han pasado (102) y Eggers ha puesto todo de su parte para ofrecernos una versión moderna, y más mediatizada por una mezcla de estilos visuales que van desde el propio expresionismo hasta el romanticismo, pasando por interesantes referencias pictóricas de siglos pasados. Nosferatu es una película perturbadora y sombría, como una pesadilla de principio a fin donde los recursos y referencias visuales enfatizan una y otra vez el peso de la sombra, de la influencia y la maldición del no-muerto, el vampiro de Eggers no se diferencia demasiado del antiguo en lo metafísico.

Se explicita un deseo de orden sobrenatural. Aunque normalmente se viste el cine de vampiros de pasiones de índole puramente terrenal o romántica, el nuevo Nosferatu enraiza su historia en la tradición ocultista, se aleja del vampiro popular (cuya referencia más sonora es el Drácula de Francis Ford Coppola) y, por ende, todos los personajes quedan imbuidos en una suerte de halo alquímico-ocultista cuya representación más evidente es la del personaje de Daniel Dafoe en el papel de Von Franz, trasunto de Van Helsing y antagonista del vampiro. Resulta curioso que fuera también Daniel Dafoe quien interpretara al mismo vampiro en la película La Sombra del Vampiro (2000), una mirada fantástica a la gestación de la cinta de Murnau realizada por E. Elias Merhige.

En las menciones que necesariamente debemos hacer al equipo actoral, caben destacar las intensas interpretaciones de Lily-Rose Melody Depp como la sufridora Ellen Hutter, un irreconocible Bill Skarsgärd como el conde Orlok y Nicolas Hault como Thomas Hutter. No es por desmerecer al resto del elenco, que también están magníficos, pero son estos tres intérpretes los principales apoyos de todo el armazón dramático de Nosferatu. Y es que en ocasiones tiene muy presente la obra teatral que Robert Eggers dirigió hace ya mucho tiempo.

Para extender los elogios de un trabajo realmente bien hecho, es necesario mencionar la partitura de Robin Carolan. Su banda sonora está poblada de densas e inmersivas composiciones que aúnan, al igual que la imagen, diversas sensibilidades estéticas que aúnan un todo de oscuridad y pesadilla. En Nosferatu la música está tan íntimamente ligada a la imagen que es imposible disociar ni un solo plano sin entender también la composición a la que está ligado.

Nosferatu es un éxito artístico para Robert Eggers, veremos si también lo es comercialmente. Lo que tenemos claro es que Eggers no ha creado una película popular, no está hecha para el gran público. Sus pretensiones quedan ya de sobra conocidas con sus anteriores cintas; él es un artista cinematográfico y así lo ha demostrado una vez más. Habrá público que opine que Nosferatu es una película de vampiros sin muchos vampiros y un poco larga, pero también habrá otro público que vea un filme de terror con un gran trabajo detrás y con un empaque de intelectualidad como pocas veces se ve en las salas comerciales.