Crítica de Men, dirigida por Alex Garland
Men. Año: 2022. Duración: 100 min. País: Reino Unido. Dirección: Alex Garland. Guion: Alex Garland. Reparto: Jessie Buckley, Rory Kinnear, Paapa Essiedu, Gayle Rankin, Zak Rothera-Oxley, Sarah Twomey. Voz: Sonoya Mizuno.
Men (2022) es uno de esos títulos que bien puede presumir de la etiqueta de elevated horror, que es una forma de denominar a ciertas producciones que buscan en el terror una vía de expresión más artística, seria y destilada que el terror convencional. El elevated horror o “terror de autor” se esfuerza en crear universos donde la conexión de la historia fantástica (bien sea una historia de endemoniados, maldiciones o mitología precristiana) y los personajes con lo actual y con lo real es algo ineludible, el horror siempre ha estado acechando al ser humano desde lo más oscuro del tiempo y se ha ido preparando para su resurgimiento, bien a nivel inconsciente o a un nivel más físico y tangible, en la esfera de lo social. En ese contexto, títulos como It Follows o The Babadook estarían dentro del primer grupo, mientras que Hereditary o el folk horror de The Witch, Lamb y Midsommar estarían en la órbita del segundo supuesto.El elevated horror no se ha inventado hoy, quizás podría considerarse a El Exorcista (1973) como una de las primeras obras de cine de terror moderno con esta etiqueta, pero sí es cierto que sus títulos son escasos y el público más generalista suele preferir películas de terror de entretenimiento como, el slasher y las monster movies. Estas siempre van a ganar el favor de la taquilla en detrimento de propuestas más serias y estilizadas.
El británico Alex Garland, realizador de Men, es un director comprometido con el cine fantástico desde sus comienzos como guionista. Su carrera, tanto en la escritura como en la dirección está jalonada de éxitos dentro del género. Por ahora, aparte de Men, en su filmografía como realizador cuenta con la extraordinaria Ex Machina (2015) y con la curiosa Aniquilación (2018). Men supone un cambio en el argumentario en su línea cinematográfica, por ahora más centrada en el terreno de la ciencia ficción. El libreto de Men cuenta una historia de horror telúrico, un compendio de referencias de folk horror unidas a una reflexión sobre el papel del hombre y la masculinidad tóxica en el mundo actual.
La protagonista del filme, interpretada por la actriz irlandesa Jessie Buckley, se refugia en una bucólica villa campestre para recuperarse de un duro trauma emocional. Un inesperado suceso libera a una fuerza telúrica aparentemente dormida. Esta fuerza le hará enfrentarse con sus temores más íntimos. Paralelamente se producirán encuentros con algunos de los hombres del pueblo donde está pasando las vacaciones y que formarán parte de una pesadilla simbólica, onírica y decididamente cósmica; no en vano la mayoría de ellos están interpretados por el mismo actor, Rory Kinnear. Men es una película con un estilo visual muy peculiar, usa el símbolo y la alegoría como catalizador y presencia constante del trauma de la protagonista, que se materializa en un final tan espectacular como excéntrico. También utiliza el paisaje y la geografía de la campiña británica para ofrecer un atisbo de horror cósmico; lo telúrico está ahí y siempre estará, es permeable a nuestra realidad, solo hay que leer los signos.
Tal y como ha sido concebida Men, es una película hecha para crear dos debates. Uno de ellos es el más evidente, lo dice ese gran letrero luminoso que pone en liza al patriarcado y que dice ¿todos los hombres son iguales? A tenor de las vivencias de la protagonista, pudiera parecer que sí. El otro debate es el de la forma y el estilo. Alex Garland, también guionista de Men, utiliza el horror cósmico para desarrollar el argumentario terrorífico, con una conclusión con la que pretende dar respuesta a las preguntas planteadas en ambos debates. Sin duda, Men es una película muy arriesgada y adulta, no apta para palomiteros empedernidos o para aquellos que vayan a la sala con el único propósito de pasar el rato.