Critica La Dalia Negra (The Black Dahlia), dirigida por Brian de Palma
Título: La Dalia Negra (The Black Dahlia). Año: 2006. Duración: 115′. País: Estados Unidos. Dirección: Brian De Palma. Guión: Josh Friedman (Novela: James Ellroy). Música: Mark Isham. Fotografía. Reparto: Josh Hartnett, Scarlett Johansson, Aaron Eckhart, Hilary Swank, Mia Kirshner, Mike Starr, Fiona Shaw, Rose McGowan.
El Hollywood de posguerra fue la época de mayor esplendor de la industria del cine norteamericana. También fue un momento convulso, cambiante, con una ciudad, Los Ángeles, en la que se vivía una gran transformación, y no solo fisonómica. La pirámide trófica del capitalismo comenzaba a segregar de manera más evidente a los distintos estratos sociales que convivían mezclados en las calles. La Dalia Negra (The Black Dahlia, 2006), como obra seminal del cine negro de aroma clásico, nos cuenta ésto mismo, dibujando un fresco de L.A. donde conviven detectives, boxeadores, proxenetas, veteranos de guerra, aspirantes a actrices de cine y enriquecidos arribistas, y donde hay un crimen de resolución laberíntica que no podrá dilucidarse si el héroe de la historia no escala, a modo iniciático, todos los peldaños de esa pirámide que puede que acabe devorándolo.
El brutal y real crimen de una joven aspirante a actriz, Elisabeth Short, llamada por la policía La Dalia Negra, es el motor de una historia cuya narrativa abarca mucho más. El material de partida lo aporta el escritor James Elroy con su novela homónina. Brian de Palma se encarga de plasmar en imágenes su complicada narración que, vista en forma de díptico, se emparenta con el filme L.A. Confidential (1997). Con ésta comparte, no solo ser la adaptación de otra novela de Elroy, también aporta una mirada a la época muy similar, aunque la personalidad autoral de De Palma gana por la mano a la sobrevalorada cinta de Curtis Hanson.
Bajo la batuta de Brian de Palma, los actores Joss Hartnett y Aaron Eckhart interpretan a dos detectives que trabajan codo con codo en los bajos fondos de Los Angeles, pero también son dos vértices de un triángulo amoroso que completa Scarlett Johansson. Asignados a la resolución del crimen de La Dalia Negra, sus investigaciones se mezclarán con un turbio pasado que afectará a sus vidas decisivamente. Aparece en liza una femme fatale: Hillary Swank interpreta a una joven rica y caprichosa que ampliará la investigación hasta la alta sociedad angelina. Por último, el cadáver exquisito lo aporta Mia Kirshner, en el papel de Elisabeth Short, Ésta es una aspirante a actriz cuyo escaso éxito la deriva al cine pornográfico, acabando como víctima propiciatoria de uno o varios psicópatas sexuales que, entre otras mutilaciones, la infringen la llamada “sonrisa de Glasgow”. El guión de La Dalia Negra utiliza esta mutilación para introducir un apunte metacinematográfico, pues se sugiere, de forma muy expresa, que el asesino estaba obsesionado con el clásico del cine expresionista alemán, El hombre que ríe (1928). Como buenos aficionados sabemos que el personaje de Conrad Veidt en El hombre que ríe inspira el aspecto y heridas del villano Joker de los cómics de Batman.
La Dalia Negra es una película con un resultado notable</span<, habida cuenta de la buena calidad del material de partida. No obstante, en sus dos horas de metraje, el guión no evita querer seguir a pies juntillas las pautas del enrevesado argumento de la novela, creando aburridos bucles que, por fortuna, Brian de Palma resuelve con su eficaz sentido de la estética, echando mano de clichés que ya ha utilizado en otras ocasiones. Un ejemplo es el asesinato “a lo giallo” del personaje de Aaron Eackhart y su resolución al final de la película. La excelente ambientación, las interpretaciones y la capacidad de De Palma para engatusarnos con sus fórmulas metacinematográficas, ponen en pie un filme de narración en extremo multifacética, con seguridad necesitada de un tratamiento de guión más profundo. Con todo, el resultado La Dalia Negra es una obra considerada y digna dentro de las listas de cine noir contemporáneo.