Nuestro más sentido homenaje y respeto a Terry Pratchett
Terry Pratchett y el Color de la Magia: Y así, Ankh-Morpork se lleno de lagrimas.
“El tiempo es una droga. En cantidades excesivas, mata”, solía decir Terry Pratchett. más británicamente Sir Terry Pratchett Sin embargo, no fue el desgaste hacia la vejez y el eclipse hacia el crepúsculo de la vida lo que ha acabado en el triste final que todos conocemos. A sus 66 años, el conocido autor británico padecía de alzheimer, enfermedad neurodegenerativa que le fue diagnosticada ocho años antes. «Terry cogió el brazo de la muerte y la siguió hasta sus puertas, en el desierto negro bajo la noche sin fin», sentencia uno de los últimos mensajes publicados en su cuenta oficial de Twitter confirmando el fallecimiento. Terry Pratchett finalmente ha muerto en su casa rodeado de su familia el 12 de Marzo del 2015.
Recuerdo claramente (era un día lluvioso) cuando en el año 2001, un buen amigo mío me llamo por teléfono para decirme que había muerto Douglas Adams, el autor de una de mis obras de ciencia ficción humorística favoritas (La Guía del autoestopista galáctico) y me dejo en estado de shock. Supongo que pensar que había desaparecido de la existencia aquel genio de la escritura y que jamás volvería a deleitarme con nuevas peripecias de su puño y letra, era motivo más que suficiente para sentirlo, pero creo que fue peor el hecho de que se esfumo de repente, sin que nadie se lo esperase. En el caso de Terry Pratchett también lo he sentido mucho, pero quizás el hecho de que ya me lo esperaba no me ha impactado tanto como la muerte de Adams. Pero el magnífico escritor ateo de Adams no solo nos ha regalado grandísimas obras de humor que han pasado a la historia de la literatura universal, sino que también nos permitió a los frikis celebrar un día en su honor, solo porque somos así de majetes cuando homenajeamos a los grandes. Esto es El Día de la Toalla que se celebra en honor a Douglas Adams el 25 de Mayo de cada año a partir de 2001, justo dos semanas después de su muerte. Ese día los fans llevan una toalla durante todo el día en recuerdo a La Guía del autoestopista galáctico. Este homenaje a Douglas Adams se realiza en honor a su obra más famosa y a uno de los rasgos más identificativos de su gran obra: la toalla, ya que todo autoestopista galáctico debe llevar una:
«La Guía del autoestopista galáctico tiene varias cosas que decir respecto a las toallas. Dice que una toalla es el objeto de mayor utilidad que puede poseer un autoestopista interestelar. En parte, tiene un gran valor práctico: uno puede envolverse en ella para calentarse mientras viaja por las lunas frías de jaglan Beta; se puede tumbar uno en ella en las refulgentes playas de arena marmórea de Santraginus V, mientras aspira los vapores del mar embriagador; se puede uno tapar con ella mientras duerme bajo las estrellas que arrojan un brillo tan purpúreo sobre el desierto de Kakrafun; se puede usar como vela en una balsa diminuta para navegar por el profundo y lento río Moth; mojada, se puede emplear en la lucha cuerpo a cuerpo; envuelta alrededor de la cabeza, sirve para protegerse de las emanaciones nocivas o para evitar la mirada de la Voraz Bestia Bugblatter de Traal (animal sorprendentemente estúpido, supone que si uno no puede verlo, él tampoco lo ve a uno; es tonto como un cepillo, pero voraz, muy voraz); se puede agitar la toalla en situaciones de peligro como señal de emergencia, y, por supuesto, se puede secar uno con ella si es que aún está lo suficientemente limpia.»
Terry Pratchett, nacido en Beaconsfield, Buckinghamshire en el año 1948, esta maravillosa persona ha acabado falleciendo en su casa cerca de Stonehenge, con su gato a los pies de la cama. Hijo único de David y Eileen Pratchett, desde muy joven empezó a interesarse por la literatura, tomando como modelo a autores como Arthur Conan Doyle y H.G. Wells, leyendo «todos los libros que uno debe leer«, como dijo en una entrevista en 2006. A los 13 años, la revista de la escuela técnica de High Wycombe publicó su primer relato, titulado ‘The Hades Business’, que salió a la venta dos años después, recibiendo críticas muy positivas. Pero no sería hasta la creación de Mundodisco cuando empezó a recibir el reconocimiento que se merecía.
El genio de Terry Pratchett
Terry Pratchett era una persona única, a la altura de su creación más querida por nosotros y más desde que decidió ir a todas partes con un extravagante sombrero negro de ala ancha, pelo despeinado aplatinado y siempre luciendo barba blanca medio larga. Parecía una versión burlesca de Gandalf, y eso tiene mucho sentido, ya que su obra se deshueva continuamente de la obra de Tolkien. Siempre dijo que le parecía que Tolkien no podía funcionar bien con el lector actual. “Hoy somos más cínicos y descreídos, y sabemos que no todo es elegir entre el bien o el mal”. La gracia de los personajes de Mundodisco, señalaba, es que no se comportan de la manera tradicional “y en ellos el lector se puede reconocer mucho mejor”. Subrayaba que los escritores serios de fantasía como Tolkien habían abierto el camino para gente como Adams o como él.
Tras encajar el golpe de la muerte de Terry Pratchett decidí hacer mi propio homenaje en su honor en mi casa bebiendo cerveza, brindando con mi pareja como si estuviésemos en las embriagadoras y nada asépticas tabernas de Ankh-Morpork y viéndonos seguidos porque si, los telefilms de la BBC El color de la magia y La luz fantástica. “Los poetas que han intentado describir Ankh-Morpork, han fallado. Tal vez es la increíble vitalidad hormigueante del lugar, o tal vez es que una ciudad con un millón de habitantes y sin alcantarillas es algo más bien fuerte para los poetas, que prefieren las amapolas, por supuesto”. Este dialogo de Mort, una de las novelas de Sir Terry Pratchett dan una medida del típico sentido del humor que gastaba el escritor británico de fantasía, uno de los más populares y prolíficos del mundo (vendió más de 85 millones de libros en el mundo) que ha acabado convirtiéndose en una leyenda para sus seguidores no solo por su prolífica obra, sino también por su ejemplar coraje al intentar encarar una enfermedad tan compleja como la Atrofia Cortical Posterior (ACP) o síndrome de Benson, una rara enfermedad cerebral.
Terry Pratchett continuó escribiendo hasta prácticamente el final, terminando su último libro, una nueva novela de Mundodisco, en el verano de 2014, antes de entrar en la fase final de su enfermedad. Terry Pratchett deja a su vez a su esposa Lyn y a la hija de ambos, Rhianna con un sentimiento de vacío en sus vidas difícilmente superable. La serie, en la que el autor británico mezclaba con un toque de sátira el mundo real y el literario, arrancó en el año 1983 con ‘El color de la magia’, basado en un mundo de ficción en forma de disco que descansa sobre los lomos de cuatro elefantes, que a su vez se apoyan en el caparazón de una tortuga gigante. Ataviado siempre como un Gandalf de palo como ya he dicho y con su inseparable abrigo oscuro, Terry Pratchett fue una persona tan cercana como cualquier familiar cercano nuestro, ya que muchos de nosotros nos hemos criado con su literatura y probablemente por eso nos ha dolido especialmente su perdida. Por su parte este Terry Pratchett también se convirtió en un activo defensor por la Legalización de la muerte asistida. «Me gustaría morir en paz, con la música de Thomas Tallis en mi iPod antes de que la enfermedad me lleve y espero que no tarde mucho en venir, porque si supiera que puedo morir cuando yo quiera, de repente cualquier día sería tan precioso como un millón de libras«, dijo durante una conferencia en 2010. «Si supiese que puedo morir así, viviría. Mi vida, mi muerte, mi elección».
Me declaro un devoto seguidor de Terry Pratchett desde que conocí su obra, hace décadas, y hablar de su obra, por supuesto, es hablar de Mundodisco, la inconmensurable creación literaria que ha ido construyendo desde 1983 paso a paso y que tiene el honor de ser el mundo fantástico más complejo y diverso (sí, muchísimo más que la Tierra Media), y sin lugar a dudas el más divertido. El color de la magia, pues, es una historia satírica en el que se retuercen hasta el más increíble de los absurdos todos los estereotipos y clichés del género fantástico (sin dejar de reírse del mundo real), y con los que muchos de nosotros esta más que familiarizado. Ridiculizar la épica de la fantasía clásica, los batallones de seres infumables, dragones, elfos, orcos o trolls, de una forma irrespetuosa, hace que si en algún momento fuiste seguidor de esos mundos de fantasía tipo Tolkienianos, ahora disfrutaras más viendo que no es mas de lo mismo. Hay un mundo más allá de la fantasía pedante y predecible. Pero dentro de esta obra hay más cosas ocultas a simple vista de lo que parece y puede que algún día me de por hablar más a fondo sobre ese tema.
The Colour of Magic es la segunda adaptación de Mundodisco de Terry Pratchett, por parte del director Vadim Jean, después de la soporífera Papa Puerco del 2006. Esta TV movie de la BBC en formato de doble episodio, es una larga sucesión de divertidas degeneraciones, aunque gran parte de ellas pueden no ser conocidas si no se es un apasionado de la literatura y del cine. Por ejemplo, la escena de la tribu de las estepas mongolas de Conan el Barbaro de John Milius y el relato «La máscara de la muerte roja» de Edgar Allan Poe.
Y si no decidme si no es delicioso este homenaje a la típica conversación de bárbaros esteparios que se inicia para que se mantengan en circulo y hablando:
A diferencia del resto de aventuras de la serie, el primer libro de Terry Pratchett tiene un estilo más parecido a la Guía del autoestopista galáctico de Douglas Adams. Para muchos un maravilloso ensayo literario donde desarrollar su concepto de lo que actualmente se engloba en Mundodisco, una de las sagas de fantasía y ciencia ficción más importantes de la literatura británica contemporánea.
Los hechos de la película transcurren en Mundodisco, un mundo plano con forma de pizza sostenido por cuatro elefantes que, a su vez, se apoyan en el caparazón del Gran A´Tuin, la tortuga estelar. En este lugar (para más señas en Ankh-Morpork) nos encontramos al mago Rincewind, quien es expulsado de la escuela de magia por su ineptitud, ya que en los cuarenta años de estudios que lleva en la Universidad Invisible, no ha sido capaz de aprender ningún hechizo, salvo uno, el cual no tiene ni pajolera idea de para que sirve. Pero por casualidades de la vida conoce a Dosflores, el primer turista de Mundodisco (Rincewind cree que la traducción de turista es imbécil) que le pide ser guía suyo por los lugares más variopintos del Disco, lo que generalmente significa lugares “poco recomendables”. Rincewind a fin de cuentas es un superviviente y más que un mago parece un mendigo que intenta constantemente sacar tajada de cualquier situación, por extravagante que sea. Su obsesión es el oro y por supuesto vivir tranquilo y despreocupado. Es avaro, torpe, un perdedor que vive constantemente angustiado, preocupado y agobiado pero aun así, bastante consciente de su mala suerte, aunque en el fondo tenga su corazoncillo de héroe (Muy oculto por supuesto). Bueno más que mala suerte es poseedor del legendario factor Rincewind (http://www.frikipedia.es/friki/Factor_Rincewind ) a niveles bastante tochos. Aunque Rincewind acepta la oferta, este decide escapar con el oro que le ha dado por ser su guía porque es así de cabroncete. Pero por el camino de huida, el gobernante único de Ankh-Morpork, el Patricio Vetinari, lo detiene y le obliga a que continué siendo su guía, ya que si le sucede algo malo a Dosflores, algo peor le sucederá a Rincewind. La desgracia de nuestro protagonista es, precisamente, que Dosflores quiere aprovechar su visita al máximo. Quiere descubrirlo, conocerlo, verlo y experimentarlo todo: magos, barrios de prostitutas (solo para fotografiarlas claro), la Muerte, dragones, gremios de ladrones y de asesinos, tabernas, peleas callejeras, espadas mágicas, trolls, etc. Si hace falta el muy inconsciente se meterá en la boca del lobo solo por el hecho de disfrutar de las vistas y de paso fotografiarlas. No se quiere perder nada, aunque su curiosidad le ponga casi siempre en peligro. Pero su ilusión, su inocencia y sobre todo su ingenuidad le impiden ser consciente de la cercanía del peligro y de la muerte. Él nunca se preocupa por nada, nunca se enfada, nunca se agobia. Solo se deja llevar por el momento y por su pensamiento positivo.
Mucho del encanto de este doble episodio de unas tres horas de duración, depende de que se conozcan las innumerables referencias al cine y la literatura (a las que ya he hecho alusión), aunque finalmente la puede disfrutar cualquier persona. Los CGI no son decádentemente impresionantes como en la soporífera trilogía del Hobbit, más bien sigue la estela de la BBC y el Doctor Who, pero no quiere decir que sean tan apestosos como los de Sharknado 2, por decir algo. En cuanto a los actores me parecen una maravilla y reúnen a una barbaridad de estrellas del copón bendito. Para empezar a David Jason como Rincewind, que aunque a primera vista no me pareció nada adecuado (más que nada porque ni se acerca a la edad del Rincewind de la novela), al final tuve que acabar tragándome mi propio veneno. Todo esto es debido al maravilloso acting que nos regala en todas las escenas, lo creíble que es como Rincewind y el hecho de que sea más fracasado aun al ser tan mayor y no haber llegado a nada en la vida. Pero esto no acaba aquí y por esos lares nos podemos encontrar a gente levemente épica como Sean Astin como Dosflores, más conocido por ser Sam en el “Señor de los ladrillos”, el jefe de Jack Bauer en la quinta temporada de 24 y el gilipollas que chupaba la sangre (véase dinero malgastado) por los sets de rodaje en The Strain. También tenemos en el anecdótico papel del Patricio Vetinari a Jeremias Hierros (Jeremy Irons para los que vais de guays); el eterno secundario en el mundo del cine Tim Curry manejando el papel del mago Trymon como ninguno (Eso es porque no estaba mi queridísimo Rutger Hauer por la zona, que si no se come un colín); o David Bradley haciendo de Cohen el barbaro, también conocido por ser Filch en la saga de películas de Harry Potter, Walder Frey en el Juego de Truños, el loco de Basil en Bienvenidos al fin del mundo y el fucking Abraham Setrakian en The Strain.
Yo estaría tranquilo en The Strain si Cohen el barbaro me cubre el culo, o cualquier otra cosa.
Por supuesto no me dejo al Fucking god of the cinema universe en activo Christopher Lee, haciendo la voz de la muerte, porque el mola y punto. Y también porque entre disco y disco de Black metal también hace sus cosillas.
En resumen, os encontrareis con una película brillante que se convierte poco a poco en un soplo de aire fresco respecto a la fantasía épica apolillada de siempre. Os encontrareis una cinta divertida, entretenida, incluso todo lo épica que puede ser, teniendo a un mago incompetente de protagonista. Muy recomendada para divertirse y echarse unas risas por lo cínica y caustica que es o simplemente como homenaje al titánico Terry Pratchett, que encima sale en la escena final del film.
La imaginación, no la inteligencia, es lo que nos hace humanos.
Adiós genio, estarás siempre en mi corazón, Terry Pratchett.