Crítica del documental Gasland, de Josh Fox
Título: Gasland. Año: 2010. Duración: 107’ País: EE.UU. Director: Josh Fox. Fotografía: Matthew Sánchez. Reparto: Josh Fox. Productora: International WOW Company.
Una mañana, Josh Fox, residente del estado norteamericano de Pennsilvania, recibe una carta de una compañía de gas solicitándole el arrendamiento de sus tierras para proceder a la instalación de varios sondeos para la extracción de gas natural mediante el método de la “fractura hidráulica”. Este método, que consiste en inyectar a alta presión agua y arenas mezcladas con varios elementos químicos para hacer aflorar el gas, es una técnica que permite acceder a yacimientos que en otras épocas se habían descartado por los elevados costes de extracción. Ignorante como era Fox a las consecuencias que las prospecciones de gas natural acarrearían a su salud y al medio ambiente –esta pose es una licencia dramática claro-, decide emprender una investigación cámara en mano en busca de las respuestas, y para ello visita zonas del país que han sido literalmente invadidas por una auténtica plaga de prospecciones. Así es como arranca GasLand (2010), el documental con el que Josh Fox ganó el premio especial del jurado al mejor documental en el Festival de Sundance 2011. Asimismo, la cinta fue nominada a mejor documental en la edición de los premios Oscar 2011.
Siguiendo el decálogo de las directrices marcadas por el documental anti-stablishment de moda que inauguró Michael Moore con su Bowling for Columbine (2002) -y que fue consagrado por él mismo con Fahrenheit 9/11 (2004)-, Josh Fox recurre a multitud de soluciones narrativas para lograr que su historia avance: entrevistas, datos estadísticos, fondo documental, estudios científicos, etc. La andadura de Josh Fox queda salpicada en un principio por cierto aire demagógico, preparando al espectador local –norteamericano, pues esta producción tiene un apreciable tono localista- para la prueba irrefutable que volcará la balanza al lado de Fox: al acercar un mechero a un grifo abierto se origina una espectacular llamarada, el agua de una vivienda aledaña a una pozo de extracción de gas está contaminada con hidrocarburos. En este punto se terminó la demagogia, lo que viene a partir de ahora es el testimonio de la realidad de unas gentes que están sufriendo en sus hogares las consecuencias de una agresiva política energética. Josh Fox recorre un total de 25 estados recogiendo el testimonio de granjeros desesperados y gentes muy humildes que ven como sus hogares se convierten en lugares rodeados por una intensa niebla con olor a compuestos orgánicos volátiles, y donde el agua que un día bebían de sus pozos ha sido contaminada. En definitiva, la ruina de unas gentes y de un modelo de vida rural que se ve aplastado ante la maquinaria de un sistema económico que deja a los ciudadanos a un lado.
GasLand es un documental que contiene una férrea crítica a la gestión medio ambiental de la nación más poderosa del mundo, muy cercano con las personas afectadas y dejando atrás la imprecisión y falta de rigor de la que lamentablemente hacía gala el documental Una Verdad Incómoda (An Inconvenient Truth, 2006). Josh Fox también realiza una radiografía del estado actual de la democracia estadounidense. Si en teoría la democracia y los políticos deben poner por encima de todo a las personas, GasLand muestra como las compañías de gas, auspiciadas por los políticos de turno, se dedican a ningunear a los ciudadanos mediante la lógica discursiva de la minimización del impacto ambiental a su salud y a sus hogares.
El documental tiene un gran tono didáctico y, a pesar de que este tipo de films ya estén causando callo en el espectador, debemos reconocer la gravedad de los problemas que cuenta GasLand. Frente a la grandilocuencia y demagogia exultante de los documentales de Michael Moore, cuyo objetivo es dirigir la opinión de millones de estadounidenses, GasLand nos propone el contacto con gente sencilla, a la que los problemas que les está causando su gobierno, con su comportamiento antidemocrático, les afecta de una manera directa.
Josh Fox, también narrador del documental, utiliza un tono grave en la mayoría de la narración pero también sabe sacar algunos momentos de humor como aquella escena en la que aparece con una máscara de seguridad tocando el banjo, dejando a su espalda un pozo de prospección en pleno funcionamiento. Gasland no es un documental hecho con grandes medios y donde vale más la pericia del realizador y su capacidad para utilizar didácticamente los recursos narrativos de que dispone, pero este docudrama es una bengala lanzada al cielo del futuro de los ciudadanos de los países desarrollados: Los pozos de extracción no cesan de crecer en Estados Unidos y China. Y la Agencia Internacional de la Energía estima que las reservas de gas no convencional suponen el 83% de las de gas convencional. Ante un botín tan jugoso ya están en marcha movimientos en la geoestrategia energética mundial que no han tenido en cuenta para nada a los ciudadanos, solamente el dinero que van a generar.
Un documental interesante, aunque sinceramente, al final esto de la denuncia me da que se esta convirtiendo en un negocio que con el tiempo. Igual hasta supera lo que critica. Me viene a la mente cierto gordo que manipula los fallos del sistema, para vivir muy bien a su costa. Saludos
Sí, estoy contigo en que esto de los documentales antisistema se están convirtiendo en una manera de hacer dinero. No creo que sea el caso de GasLand pero sí el de Michal Moore o Al Gore con Una verdad incómoda. Han hecho millones por un tubo.
La cuestion de fondo es que lo que nos cuenten los documentales sea veraz y tenga la facultad de concienciarnos sobre problemas concretos. El público ya está haciendo callo y pronto estos documentales, pese a ser un subgénero en sí mismos, perderán -quizás- credibilidad y seguidores. Tanto va el cántaro a la fuente…
Saludos!!
Me parece extraordinario trabajo, tanto por el tema como por lo limitado de los recursos.
Es un tema poco conocido sin duda, pero no por ello menos importante. Está afectando a mucha gente que son engañadas por las compañías de gas. Los recursos se agotan y ahora hay sacar «leche de una alcuza» como dicen los paisanos…En fin, quitando la demagogia que pueda contener el documental, es sumamente interesante y cercano a la gente.
Saludos.