Crítica: Elysium, de Neill Blomkap, con Matt Damon y Jodie Foster
Título: Elysium. Año: 2013. País: EE.UU. Director: Neill Blomkamp. Guión: Neill Blomkamp. Fotografía: Trent Opaloch. Música: Ryan Amon. Reparto: Matt Damon, Jodie Foster, Sharlto Copley, Wagner Moura, Alice Braga, Diego Luna, William Fichtner, Faran Tahir.
Nada menos que Peter Jackson fue el padrino del realizador sudafricano Neill Blomkamp en la célebre cinta Distrito 9 (District 9, 2009 ), una obra que cualquier aficionado a la ciencia ficción considera como un revisionario y notable acercamiento al tema de las invasiones alienígenas, pero tomado de forma muy distinta a la habitual. En aquella película los atribulados alienígenas eran una horda de refugiados que aterrizan deseperadamente en la Tierra y se convierten en una nueva raza partícipe del apartheid sudafricano. Distrito 9 se leía como un discurso social de trazo grueso pero que estaba indisolublemente unido a una trama fantástica, repleta de acción, efectos especiales y distopía alienígena. Blomkamp se convirtió así, a pesar de su juventud, en la gran promesa blanca del cine de ciencia ficción, ofreciendo una nueva lectura de un género –en este caso incluso un subgénero- que permanecía –permanece- anclado en el planteamiento argumental de La Guerra de los Mundos (George H. Wells).
Su siguiente película sigue a la zaga a Distrito 9, y es Elysium (2013), una nueva vuelta de tuerca a esa lectura social que Blomkamp hace de la ciencia ficción, en este caso no para hablarnos del apartheid sino de los excesos del neoliberalismo y la polarización de la riqueza en el mundo. Desde la premisa de la Tierra como un planeta devastado, el guión segmenta a la humanidad en dos castas sociales, la de los inmensamente pobres, que viven en megalópolis chabolistas a modo de favelas de infinita extensión, y la de los ricos y los políticos, habitantes de una estación espacial llamada Elysium, una especie de Bel-Air espacial desde donde rigen el destino de la Tierra, que no es más que como fuente de recursos y mano de obra barata de la que se nutre aquella élite dominante. Naturalmente, el flujo migratorio de las personas no irá de la estación espacial a la Tierra sino al revés, mediante arriesgados viajes en naves-patera, en busca de un futuro mejor, y sobre todo de la curación de enfermedades irreversibles en módulos médicos a los que sólo tienen acceso los ciudadanos de Elysium.
Matt Damon encarna a Max Da Costa, un héroe post-madmax que intentará entrar en Elysium; Jodie Foster es la Secretaria Delacourt burócrata de poder ilimitado que conspirará para quedarse con el poder de Elysium, endureciendo aún más si cabe el tono autoritario y separatista de los actuales gobernantes. Ambos personajes, caras de la misma moneda, representan el anverso y el reverso de un mundo de crecientes desigualdades, precognición distópica del mundo neocon al que nos dirigimos en la actualidad. Este planteamiento bipolar del universo de este filme ya estaba presente en Distrito 9, aunque de forma más cercana al espectador sudafricano, quedando ahora universalizado a una realidad socio-económica que afecta prácticamente a todo el planeta.
El guión de Elysium no se muestra tan robusto como el de Distrito 9, haciendo aguas en los momentos en los que más lo necesita, quizás porque el libreto está salpicado de elementos de comedia que suavizan y a veces hasta apayasan a algún personaje o situación, como el momento en el que se produce la rebelión de los mercenarios contra los políticos en Elysium. En otras ocasiones la trama avanza por los caminos de la referencia cinéfila como la secuencia a lo Mad Max del secuestro del ejecutivo de Elysium, con un guiño a una de las películas más célebres de la explotation post-apocalíptica como fue El Exterminador de la Carretera (Gli sterminatori dell’anno 3000, 1983), de Enzo G. Castellari –el coche de Max Da Costa tiene protegido su parabrisas con la misma cortinilla que el coche del guerrero postapocalíptico de la película de Castellari-. Blomkamp también tira de su propio imaginario fantástico, el que ya bosquejó en Distrito 9; su estilo visual se desvela más interesante cuando filma las polvorientas calles de las favelas, con sus cunetas llenas de desechos, y su tecnología ajada y de look post-industrial. La rememoración de estas referencias a su anterior obra son los momentos más interesantes del film. No obstante, los quiebros en el libreto son del todo previsibles, llevando al espectador a un estado de cómoda apatía.
Sharlto Copley interpreta al mercenario Kruger, un actor que ya parece haberse convertido en el intérprete fetiche de Blomkamp, tras otorgarle el protagonismo total en Distrito 9 y ofrecerle ahora uno de los personajes con más peso en su nueva película. El tono de este personaje está en la sintonía de un villano Mad Max aderezado con la estética caníbal asilvestrada de Las Colinas Tienen Ojos (Hills Have Eyes, 1977 ).
Si en Distrito 9 Blomkamp incidía en algo tan cronenbergiano como la gestación de la nueva carne, en su nuevo título prefiere coquetear con otro concepto tan fantástico –y ya muy real también- como la biomecánica. A pesar de mostrar un mundo devastado por la pobreza, la tecnología tiene un peso importante en la vida de las personas, una tecnología desgastada, analógica y mecanicista que encuentra su máxima expresión en los exoesqueletos que llevan incrustados los protagonistas, de aspecto roñoso y burdo. Para conseguir el máximo realismo de estos ingenios el realizador se inspiró en diseños realizados por la empresa tecnológica Kawasaki.
Y tras la resaca provocada por la llegada de esta esperada película, poco va a quedar, a no ser que el tiempo, juez implacable del género fantástico, la otorgue algún valor que vaya mucho más allá de mero espectáculo veraniego. Un guión más sólido y más próximo a la garra con que fue escrito Distrito 9 hubiese conseguido mejores resultados, aún a costa de repetirse más si cabe en el aspecto visual. La película se queda a medias y no aprovecha las bazas que tiene entre manos, una pena para Blomkamp que tendrá que esforzarse más para estar a la altura de su debut.
Pues… a mi me dejó sensaciones encontradas… fui el miércoles a verla con mi hermano y mientras él disfrutaba muchísimo, yo no pude evitar caer en un estado de angustia y opresión provocadas por esa tierra devastada en la que no hay nada más que sufrimiento y sufrimiento.
Pero es que Elysium es igual, es solo una falsa fachada bien pintada para ocultar que detrás hay un sistema frío y sin sentimientos que es capaz de lo que sea con tal de conservar su modo de vida.
Y vale que puede funcionar como metáfora del marxismo con ese improbable héroe del proletariado encarnado por Matt Damon y su armadura biomecánica, enfrentado a una dictadura de capitalistas… pero el hecho de que no deje lugar a la esperanza (salvo en los minutos finales) la convierte en una propuesta muy gris y fría.
El nivel visual sí que es sobresaliente (cada vez que la cámara visita Elysium, con esos planos de la Tierra al fondo de la imagen es como si realmente saliéramos del espacio), y sí que es cierto que se asemeja mucho en cuánto a diseño de producción y tecnología a «District 9», pero Eysium tiene un guión mucho más endeble que no duda en ceder a la comercialidad más obvia (todo el tramo final responde al esquema bueno contra malo).
A mi el personaje de Sharlto Copley me pareció odioso y mal dibujado. Vamos, que solo era una excusa para poner a un tipo psicótico con espada, para que Matt Damon tuviera una némesis a la que enfrentarse con el traje.mecánico. Jodie Foster por su parte sí que me parece realista y lógica con su papel, incluso en su resultado final.
Y por cierto… Alice Braga realiza un papel muy similar al de «Soy Leyenda» con ATENCIÓN SPOILER idéntico resultado para su colega de función FIN SPOILER ¿casualidades del guión?
No sé, pero a mí me dio una sensación de copiar ideas de Distrito 9 y acoplarlas aquí de cualquier manera. Y el guión es totalmente fallido, con trampas y quiebros de lo más burdo. Mi crédito con este hombre está a punto de agotarse jeje.
. A esta si hay que pedirle algo mas y no lo tiene. Ni guion ni nada destacable mas que el sopor que produce. Para ver en el plus, mientras charlas de la vida con la parienta.
Sí, sí, es muy mala, con lo buena que era Distrito 9, una pena por este director. Ya puede redimirse, ya…