Crítica: El Portero de Noche, de Liliana Cavani, con Charlotte Rampling y Dick Bogarde
Título: El Portero de Noche (The Night Porter). Año: 1974. Duración: 115 min. País: Italia. Director: Liliana Cavani. Guión: Liliana Cavani & Italo Moscati. Música: Danièle Paris. Fotografía: Alfio Contini. Reparto: Charlotte Rampling, Dirk Bogarde, Philippe Leroy, Gabriele Ferzetti, Piero Vidal, Nora Ricci, Isa Miranda, Giuseppe Addobbati.
Queda plenamente justificada la polémica que suscito en su momento El Portero de Noche (Il Portiere di Notte, 1974), la película de Liliana Cavani es tan fascinante como incendiaria; en su día, alguna mente obtusa incluso la llegó a calificar como pornografía sentimental (Vincent Caby, The New York Times) incapaz de ver la potente historia que había detrás de esta aparente retahíla de sexo soft y retazos de vejaciones de los campos de exterminio. Otras voces contemporáneas a Cavani, se escandalizaron máxime cuando era una mujer directora la que dirigía una película en la que el personaje femenino aparecía cautivo de una relación sadomasoquista con un criminal nazi dentro de un campo de exterminio, Una polémica servida para un filme que aún hoy en día sorprende, apasiona y sigue escandalizando.
Un resumen del argumento de El Portero de Noche nos situará en unas coordenadas que poco tienen que ver con esa producción en busca del morbo fácil con la que se etiquetó a El Portero de Noche, y más con la radiografía de una tormentosa relación de amor basada en instintos de dominación y sumisión: Max (Dick Bogarde) es un oficial de las SS en un campo de exterminio que se hace pasar por médico para humillar si cabe aún más a sus víctimas. Una de ellas, la joven judía Lucia (Charlotte Rampling), será la favorita de Max, con la que comenzará una relación sentimental basada en un juego de sumisión y dominación consentido por los dos. Terminada la guerra Max trabaja como portero de noche en un hotel vienés y pertenece a un grupo de antiguos oficiales de las SS que viven ocultos esperando la limpieza de su expediente para eludir a la justicia. La inesperada aparición de Lucia en el hotel donde trabaja Max hará que su pasión reprimida vuelva a bullir con intensidad y al mismo tiempo pondrá en peligro la vida de ambos.
A priori podría parecer que El Portero de Noche se mofa del Holocausto, dando por sentado que las vejaciones que sufrían los presos tenían un componente erótico o eran consentidas, pero no es ésta la lectura que se desprende de la película, ni siquiera parte de su trasfondo. El Portero de Noche es una película romántica, la historia de una arrebatadora relación sadomasoquista en el contexto de un campo de exterminio y, posteriormente, con el telón de fondo de la Viena de posguerra. La pasión con la que Max y Lucia viven su reencuentro refuerza la idea de que su relación en el campo fue parte de la sublimación de sus instintos más primarios, en los que Max era el perpetrador y Lucia la víctima. Los recuerdos de su anterior vivencia llegan al espectador en forma de breves flashbacks donde se muestra a Max sometiendo a Lucia con la aquiescencia de ella, aún más, el flashback de más larga duración es un número musical donde se ve a Lucia cantando y bailando semidenuda en un improvisado cabaret delante de varios oficiales nazis un tema de Marlene Dietrich cuya estrofa dice: «If I were to wish for something, I would like to be just a little happy, because if I were too happy, I would long for suffering»; imposible ser más explícito. El premio de Lucia es la cabeza de uno de los kapos que la molestaba, Max le entrega este presente mientras la mira fijamente esperando su complicidad, creando de la víctima un nuevo perpetrador. Este macabro juego sexual inspirado en la historia bíblica de Salomé refuerza a Lucia como la hembra castradora freudiana en la que se habrá convertido cuando se reencuentra con Max.
Liliana Cavani rueda la película con elegancia y serenidad, usando una fotografía de colores oscuros que contrastan en la época de posguerra con la luminosidad de los escenarios abiertos. Las escenas de sexo son puramente eróticas, situaciones morbosas en las que los amantes aceptan y reconocen el rol, en ocasiones cambiante, que les corresponde. Pero además, Cavani realiza un loable ejercicio intrahistórico; si los momentos ambientados en el campo de exterminio son huidizos y poco gráficos, la penuria del encierro de la pareja en el piso de Max, donde vuelcan su pasión mientras se van quedando sin comida y son estrechamente vigilados por los antiguos comandantes del campo, es una analogía a los padecimientos del campo de exterminio, esta vez vividos y compartidos por ambos. La directora italiana nos ofrece en El Portero de Noche una visión del exterminio en diferido, un certeza de que los traumas y las consecuencias de las atrocidades del exterminio siguen estando vivos en las víctimas. También nos sitúa en un momento histórico de la posguerra en el que los antiguos oficiales nazis limpiaban sus historiales a base de sobornos y asesinatos para seguir regodeándose en una vida de lujo, poder y opulencia en total impunidad.
El Portero de Noche, estrenada el mismo año que Ilsa, la Loba de las SS, es una pieza fundamental de la Nazisploitation pero también del cine de autor de la época. Liliana Cavani supo llevar al terreno artístico las temáticas de la Nazisploitation dotándolas de una elegancia y un erotismo que indefectiblemente causan la empatía del público con la pareja protagonista. La eficaz labor de los actores y su dirección con mano firme creó escenas difíciles de olvidar, como el mencionado número musical o la que reconstruye a base de miradas estupefactas el reencuentro de ambos amantes. Sin mostrar apenas la anatomía de sus cuerpos, Max y Lucia desprenden una energía sexual de alto voltaje, quedando patente que los actores asumían sus papeles con entereza y realismo.
https://youtube.com/watch?v=RUzRoSwPLRA