Ha sido un poco arriesgado por parte de los organizadores de CORTÓPOLIS convocar al público «cortópata» una tarde de julio. Yya sabemos que son fechas un poco regulares para la asistencia a una sala de proyección, y más si hay que desplazarse a una distancia. A pesar de las buenas comunicaciones del complejo de Kinépolis con el resto de la civilización, el público del festival debería hacer un esfuerzo para superar la pereza estival y acercarse a la que ha sido la última proyección del festival antes del otoño.
En este contexto era un poco de esperar que la sala no estuviera tan abarrotada como otras veces, y así sucedió. Paradójicamente, la falta del parte del público habitual coincidió con la mejor sesión a la que hemos podido asistir hasta ahora. Si en la crónica del mes anterior ya indicábamos como había subido enteros la calidad de las piezas, en la cita de julio, y pese a no ser una sesión enteramente dedicada al género, fue una tarde de obras vigorosas, espléndidas y variadas, cuyo nexo común les unía un metraje de duración muy por encima de lo habitual hasta formatos más asequibles para el público neófito.
Antes de las proyecciones, el inexorable momento de conocer cuál fue el cortometraje favorito del público en la sesión anterior, reconocimiento que recayó en Tin y Tina, de Rubin Stein. El realizador estuvo presente para recoger el galardón que ofrece CORTÓPOLIS.
Se inaugura también una sección nueva , «la ruedecita de prensa». Con una duración muy limitada, integrantes de los equipos de realización de los cortometrajes que se iban a proyectar respondieron a una serie de preguntas que, como no, giraban en torno a la duración de los cortometrajes y el proceso creativo que les guía a la elección de un formato más corto o más largo para narrar una historia.
Y puesta en marcha con el primer cortometraje, y el más largo de todos. A medida que transcurriría la sesión la duración de las piezas iba a ser más corta (valga la redundancia).
Una cortometraje con clara vocación de largo -algo que reconoció el director- nos muestra a dos personajes fronterizos, marginados en mayor o menor medida: un hombre maduro al que sólo le interesan las púberes y un adolescente acomplejado se encontrarán y se aprovecharán mutuamente uno del otro a fin de satisfacer sus deseos. La mirada de Montoya sobre ambos personajes es escrutante y poco complaciente, sin mucho lugar a la redención. LUCAS es una historia sólida donde la interpretación de los actores, el vigor del montaje y el buen uso de la cámara dan vida a una narración intensa. Montoya se atreve a explorar un territorio tabú, el de la vida de un hombre de edad madura cuyos gustos sexuales están en las antípodas de la moralidad de una sociedad occidental.
Nos quedamos con ganas de ver el largo, y también nos gustaría formular un deseo, si es que lo que vamos a decir depende de Alex Montoya y no del productor, y es que no busque actores nuevos para estos personajes, Javier Butler (Lucas) y el maduro Álvaro (Luis Callejo) realizan a la perfección su encomienda. Tenga el realizador a bien considerar la opinión del público, que será muy parecida a la que se expone en este párrafo.
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A STORY FOR THE MODLINS (Sergio Oksman, 2012)
«La historia de los Modlin estaba tirada en la acera como un rompecabezas»
¿Es posible reconstruir la historia de una persona a base de un montón de legajos y fotografías encontrados en la basura?¿Y la de una familia entera? Quizás podamos llegar hasta cierto punto de veracidad, de acercamiento a una realidad tangible, gracias a los documentos escritos o pruebas videográficas o sonoras que hayamos encontrado, pero habrá un momento que será el de la interpretación, aquel en el que la persona que ha decidido reconstruir la historia tenga que rellenar con sus propias conclusiones los huecos que los documentos no pueden aclarar.
Una voz en off al comenzar el corto advierte de esta idea, sin embargo, la narración de la reconstrucción de la apasionante historia de esta familia es tan sólida que podríamos creer que todo lo que se nos cuenta ha sido real (quién sabe, el público salió convencido de que sí lo era). Los recursos utilizados por Sergio Oksman son tan parcos como efectivos: una mano extiende fotografias sobre un panel, al mismo tiempo una voz en off cuenta retazos de la historia de los Modlin, una historia tortuosa y trágica, la par de fascinante. A Story for the Modlins es una mirada que tiene mucho de documental pero también de introspección y de autocrítica, y eso es lo que logra empatizar con el público, la sensación de que los Modlins fueron como han sido narrados en el corto, emotivos y extraños, pero tan humanos como cualquier persona de la calle, como cualquier espectador.
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El único corto de género de la noche es una historia en lo rayano con la licantropía, con los lubisomes que legendariamente poblaron las montañas españolas, aunque desde un punto de vista más positivista y menos mitológicos. Jorge Dorado ofrece una visión más psicológica del siempre tan manido e interesante asunto del desdoblamiento de la personalidad, acercando el mito de Doctor Jeckyll y Mister Hyde a terrenos más contemporáneos.
Una dirección con mano firme, un protagonista en estado de gracia (Hovik Keuchkerian como el psicópata Andrés) y un equipo técnico de primera (a destacar la fotografía de Álvaro Gutiérrez y Rita Noriega) dan con este cortometraje una oportunidad al thriller español más severo y a la vez más cuidado artísticamente; una muestra palpable de la versatilidad de nuestros realizadores para atreverse con piezas difíciles y arriesgadas dentro del actual contexto cinematográfico español.
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La temática del festival se suaviza un poco con el último cortometraje de la veterana Manuela Moreno, Lo sé, una comedia simpática con un punto de partida que pellizca tímidamente a la comedia del absurdo, pero que en absoluto se ahoga en su propia salsa, resultando una pieza fresca y dinámica gracias a una dirección ágil y a la generosa interpretación de sus actores principales (Rafa Ordika y Olga Alamán), que nos brindan personajes desacomplejados y llenos de vitalidad que tanto proliferaban en aquella época dorada de la comedia española que fueron los años 90. Sin ser el mejor corto de la velada, Lo sé gustó e hizo reír al público después de tres cortometrajes con historias dramáticas.
FUGA (Juan Antonio Espigares, 2012)
Animación y grandilocuencia musical se dan cita en este cortometraje dirigido por Juan Antonio Espigares y musicado por Arturo Díez Boscovich, una historia de celos y venganza en un internado femenino, bosquejado en la pantalla con multitud de animaciones, desde el dibujo a carboncillo a la renderización 3D. FUGA es un corto barroco y veloz, como la misma música que lo ambienta, convirtiéndolo en una pieza de incalculable valor artístico por el virtuosismo que todo el equipo ha vertido en él. No obstante, el film peca de sobrecarga visual. No es precisamente lo que se quiere evitar en esta obra pero la rapidez del paso de las imágenes y los acontecimientos al ritmo de esa endiablada «fuga» nos sume en un sentimiento de desaliento, de incapacidad para digerir con reposo todo el torrente de sensaciones que nos ofrece Espigares. Aún con todo, se le puede sacar esa pega que quizás dependa más de los ojos con que el espectador ve el corto que de una opinión como ésta, que pretende ser objetiva (sin serlo).
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LUMINARIS (Juan Pablo Zaramella, 2011)
Echando un vistazo en el historial de Juan Pablo Zaramella, éste nos aparece como un realizador especializado en el mundo de la animación, de indudable talento y visión artística. LUMINARIS es una historia kafkiana sobre el amor y la vida en un escenario simbólico (el de una fábrica de bombillas en la que el hombre hace la bombilla y la mujer es la única que puede adjudicarla la capacidad de iluminar) en el que hombre y mujer resultan ser imprescindibles para que el mundo sea un lugar mejor.
Chirria el tono naïf con el que está rodada la historia, nos recuerda a multitud de cortometrajes ya realizados que utilizan metáforas y recursos visuales similares para contar lo mismo. Ahí queda el testimonio de LUMINARIS, que junto con FUGA fueron el momento más bajo de la gala, y no en cuanto a sus valores cinematográficos, si no en lo que atañe al tono con el que han contado sus historias.
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Vaya sorpresa que nos tenía guardada CORTÓPOLIS para terminar la sesión, nada menos que un cortometraje de tono vintage que nos quiere ofrecer una lección sobre la frivolidad de las redes sociales de nuestros días.
Una chica en minifalda leyendo una enciclopedia de la Unión Soviética, rodeada de mobiliario y electrodomésticos de los años 70 fija nuestra atención de manera inevitable. En la esquina superior izquierda de este encuadre hay un alce en miniatura. La chica se golpea varias veces hasta hacerse un morado y difunde su foto por las redes sociales, en pocos segundos esa foto se convierte en un fenómeno de la red.
no fue l mejor
Cual el de los Modlins? Si te refieres a Lo sé, no digo que fuera el mejor, pero me pareció muy simpático y me recordó a las pelis de Ariadna Gil de los 90.
Interesante crónica aunque difiero en algunas de las valoraciones. Y curioso el debate que se genera a partir de A story for the Modlins… ¿realidad o ficción? En cualquier caso, consigue lo que se propone.
A ver si me explicas mejor eso de los «lubisomes». Uno siempre descubre cosas nuevas contigo, qué maravilla de crítico.
Saludos.
Creo que sobre los Modlins hay una mezcla de ambas cosas pero que según quedan expuestas, parece que la historia de esa familia era verdad, extraña y fascinante al mismo tiempo, y con un origen puramente cinematográfico.
Los lubisomes son los hombres lobos en gallego. Echa un ojo a la película de Pedro Olea, El Bosque del Lobo, protagonizada por J.L. Vázquez haciendo de licántropo, una cinta excepcional. Gracias por tu comentario y un saludo. Paso ahora a tu página en un respiro que me han dejado los turistas 🙂
¡Vaya! Lo dices como si esos pobres chinos, que tienen a bien visitar nuestra gloriosa Toledo, fueran poco menos que una furibunda horda de zombis-licántropos… Tanto cine insano sin duda te está afectando.
Opino igual, una cura de buen cine clásico no vendría mal….Cuídate y espero que tu también estés de vacaciones, yo desgraciadamente no y sigo currando. Cuidate
Estoy con cosillas para Sitges ahora…de vacaciones, ummm, currando Plared, como tú, a ver si a fin de mes toca ya. Un abrazo.