Hay veces, las muchas, en las que el alumno supera al maestro. Es ley de vida. Mientras que el maestro busca el triple salto mortal, el alumno, habiendo aprehendido los códigos de las obras del primero, se dispone a mejorarlas y crear nuevas ideas que redundan, y en otros casos mejoran, las fuentes de las que han bebido. En este caso podemos hablar de que el maestro y el alumno son padre e hijo: David Cronenberg y su hijo Brandon. Sin duda, la película que Brandon Cronenberg presentó al final de la noche, superaba con creces a la película que firmaba su padre un día antes.
Con el desayuno recién engullido nos fuimos a ver Tower Block, película británica sobre un francotirador que asesina a los vecinos de un bloque. La cinta es una muestra de horror urbano en términos minimalistas, con una puesta en escena básica pero resultona. Sus personajes son estereotipados, descritos con cuatro rasgos y puestos en medio de una acción que tiene su punto de tensión pero que no llega a convencer del todo, sobre todo en su resolución, donde se echa en falta más fuerza visual y narrativa.
Recordamos a Citadel, película también británica vista hace unos días, y ambientada en un entorno urbano decadente, que supera con creces a Tower Block, si bien Tower Block es una propuesta que se aleja del horror para entrar más de lleno en el terreno del thriller.
La pelícual de John Wright, Grabbers, es una recreación del cine de monstruos del década de los ochenta, tipo Tiburón, Piraña o Los Critters. Con unos monstruitos simpáticos, una banda sonora a lo John Williams, y una historia bastante blanda, pasada por el tamiz del costumbrismo local -y alcohólico- al que se añaden notas de humor más bien ñoño. Grabbers quiere aspirar a rememorar un tipo de cine que se encuentra muy pasado ya pero que cuenta con numerosos seguidores.
Esta propuesta británica, como el film anterior, aspira a convertirse en la comedia fantástica británica del año, como lo fue el pasado Attack the Block. Ya veremos si el lastre de deja vu que provoca al espectador lo hace posible.
A las 17 00 el enotrora maestro del terror -y que nos perdonen los aficionados pero a tenor de los resultados de sus últimas tres películas creemos que su tiempo definitivamente ha pasado- Dario Argento ofreció una masterclass en la Sala Tramuntana. Allí habló de sus comienzos y de la producción de algunas de sus más famosas películas como Suspiria e Inferno, y también echó un ojo hacia aquella coproducción con George A. Romero que se llamó Zombie, más conocida como Dawn of the Dead, una de las mejores películas de zombis que se han hecho nunca.
Ruorouni Kenshin es la película basada en manga homónimo de gran prestigio entre los aficionados a este arte. El film es correcto en su puesta en escena y contiene escenas de acción impresionantes que no dejan indiferente a nadie. El público salió contento y convino en que la adaptación había sido muy respetuosa con el espíritu de la historia gráfica. A pesar de eso, este tipo de películas orientales hace de lo espectacular una rutina, y ese es su principal defecto: la dosificación de la acción no existe y la espectacularidad se diluye en un mar de mamporros.
Otro de los maestros del fantástico llega a Sitges, nada menos que Tim Burton. Llega en espíritu solamente claro porque a él no se le vio, pelo por allí. Su última película, Frankwnweenie, es una delicia de stop motion en blanco y negro que habla sobre el poder de la imaginación y de la amistad. Contiene como elementos imprescindibles una caterva de personajes basados en monstruos clásicos del cine de terror. Sin duda el clímax final es lo más apasionante, con un final que recrea la destrucción del molino donde se encuentra el monstruo de Frankensteinn de la Universal. Este estudio es el que inspira la estética y la atmósfera del film.
Tim Burton también creció en un área residencial, como Frankenweenie, y era el rarito del colegio, como él, pero supo mantener viva su imaginación antes y después, nadie se la quitó, y de eso trata Frankenweenie, la imaginación es lo último que se ha de perder, y después de ser niño adquiere un valor aún más grande. Victor Frankenweenie es el niño y Tim Burton es el adulto, y ambos nos enseñan esta lección en una película entrañable y preciosa. Frankenweenie es la puesta en largo del corto del mismo título, proyecto largamente acariciado por Burton que ha dado la luz por fin, creando una película impagable e imprescindible.
Por fin lo que ya adelantábamos, la ópera prima de Brandon Cronenberg, hijo del susodicho David, llega a Sitges -esta vez sí, en persona- con una cita que recuerda las primeras creaciones de su padre, amparadas bajo la filosofía conceptual de «la nueva carne». Muy próxima a Crimes of the Future, Antiviral cuenta las andanzas de un traficantes de enfermedades de famososo en un mundo en el que los virus contraídos por los famosos son compartidos por sus fans, que van a empresas especializadas para inoculárselos.
La película cuenta como leitmotiv estético con el blanco frío industrial, estética de color blanco y aparataje minimalista que le ha dado buen resultadol. También cuenta con escenas de gran potencia como la huída del protagonistas de la compañía de virus, vomitando sangre por todo el recinto, o la escena final, que nos recuerda enormemente a Videodrome pero de manera más estilizada. Antiviral es una de las películas imprescindibles del año y de este Fetival, y significa el despegue de un nuevo talento del fantástico, Brandon Cronenberg.
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